Mundo
Ver día anteriorJueves 4 de julio de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Este movimiento es más fuerte y numeroso; más consciente y maduro, sostienen

Jóvenes forman alianzas para corregir errores de la primera revolución egipcia

Los acuerdos, también con militares

No coincidimos con ellos; ellos coinciden con nosotros

Foto
Opositores al depuesto Mohamed Mursi celebraban anoche en El CairoFoto Ap
Foto
Miles de personas se movilizaron ayer de nuevo en la calles de la capital egipciaFoto Ap
 
Periódico La Jornada
Jueves 4 de julio de 2013, p. 29

Madrid, 3 de julio.

Dos años y medio después de la revolución del 25 de enero de 2011, que terminó con casi tres décadas de poder del ex presidente Hosni Mubarak, Egipto se volcó de nuevo en las calles para exigir la renuncia del actual jefe de Estado islamita, Mohamed Mursi, y la convocatoria a nuevas elecciones, en lo que muchos han llamado ya la segunda revolución egipcia, tras considerar que la primera fue traicionada.

Tras otra secuela de violencia, el país se encuentra en una encrucijada, con reglas de juego y alianzas muy diferentes a las de la primera revuelta.

Esta segunda revolución es aún más fuerte, más numerosa y más madura, porque se produce tras una primera que fue traicionada por la junta militar de Mubarak, que vendió el país a la Hermandad Musulmana a cambio de impunidad. Entonces éramos novatos, pero ahora somos más conscientes y tenemos más experiencia, señaló durante una entrevista –efectuada en Madrid antes de que el ejército egipcio depusiera a Mursi– con Dpa Omnia Salem, coordinadora para Europa del grupo opositor Tamarud (Rebelión), nacido hace poco más de dos meses al mismo tiempo que una iniciativa: recoger más de 20 millones de firmas para demandar la dimisión del presidente y la convocatoria de nuevos comicios.

Es precisamente ese joven colectivo el que desencadenó la situación actual, tras entregar el pasado domingo, cuando se cumplía el primer año de mandato de Mursi, 23 millones de firmas a la Corte Constitucional, que pese a las reticencias iniciales respecto a su fundamento legal fueron finalmente aceptadas. A raíz de eso, Tamarud lanzó un ultimátum para la renuncia del presidente, que venció el martes, sin resultados, y que fue seguido de otro por parte de los militares.

Millones de personas salieron de nuevo a las calles para proseguir las protestas. La agrupación anunció que acamparía ante el palacio presidencial hasta la renuncia de Mursi o hasta que la Corte Constitucional se pronuncie de forma definitiva sobre el tema.

No nos vamos a mover del palacio presidencial y vamos a salir a todas las grandes plazas y calles del país, aseguró la activista, quien trabaja de profesora de árabe en la capital española.

¿Quiénes protagonizan esta segunda revolución egipcia? Los integrantes de Tamarud son jóvenes desencantados, de tendencia liberal, de izquierda, junto a los miembros del partido Dustur (Constitución), del Nobel de la Paz Mohamed Baradei, y otros movimientos juveniles.

Estamos todos, menos los jóvenes de los partidos islamitas. De este movimiento está excluido el islam político, expresó.

Salem habló de una auténtica ruptura de la unidad entre la juventud egipcia que existió hace dos años.

La revolución de 2011 fue iniciada por personas sin adscripción política y jóvenes de izquierda, socialistas y liberales, y más de un mes más tarde, cuando ya se veía su fuerza, se unieron los jóvenes islamitas, miembros de la Hermandad Musulmana y salafistas. Entonces se les aceptó porque había un objetivo común: la caída de Mubarak.

Sin embargo, ahora es total la división entre jóvenes liberales (muchos de los cuales son musulmanes practicantes, pero defienden la laicidad política) e islamitas. Y no hay marcha atrás, agregó Salem.

El problema es que ellos obedecen a ciegas las órdenes de la Hermandad, cuyos líderes e instrucciones son más importantes que la patria. Consideran que hay que dejar a Mursi terminar su mandato y que no se justifica destituirlo, pero nosotros no creemos poder mantener así el país tres años más.

Tamarud justifica su acción alegando que, pese a que Mursi fue electo en comicios democráticos, no ha cumplido sus promesas electorales.

No ha reconocido los derechos de las víctimas, no ha juzgado a los culpables de las muertes de los manifestantes de la plaza Tahrir y no ha combatido la corrupción del régimen anterior. A eso se suman los problemas de seguridad y los negocios turbios que han llevado a Egipto al borde de la bancarrota.

A este paso, no tendremos país si Mursi acaba su mandato, consideró Salem. Denunció también la concentración de poder de la Hermandad Musulmana en todas las instituciones del país y el desdén a la oposición.

La segunda revolución egipcia ha perdido a unos, pero ha ganado a otros, como los hijos de Mubarak. Así se hacen llamar los partidarios del régimen anterior. Hemos aceptado que firmen las peticiones contra Mursi en calidad de ciudadanos egipcios y olvidar que defendieron el antiguo régimen, que al fin y al cabo no está ahora en el poder. No podemos excluir a 12 o 15 millones de personas por tener sentimientos en favor de Mubarak, agregó Salem.

Soluciones pacíficas

En este nuevo juego de alianzas también los militares desempeñan un papel muy diferente.

Pese a las acusaciones de nuevo golpe de Estado, el grupo Tamarud no percibe sed de poder de los militares.

El ejército está de nuestra parte y no quiere asumir el poder, sino expulsar a un gobierno que está destruyendo el país, y defender al pueblo, consideró Salem. Añadió que los militares han aprendido del daño que hizo a su imagen su comportamiento en la primera revolución, y consideró que no van a repetirlo.

Los militares ya han presentado su hoja de ruta política, la cual, aseguró Salem, copia la idea y cláusulas enteras de la alternativa presentada por Tamarud, que reclamó también que el presidente del Tribunal Constitucional fuera presidente provisional.

No es que coincidamos con los militares, sino ellos coinciden con nosotros. El ejército vio nuestra propuesta, acogió nuestras cláusulas y se ha puesto de nuestro lado, añadió. Y nosotros aceptamos su participación política, pero no que Egipto vuelva a ser un país gobernado por militares, insistió.

Egipto vive tiempos convulsos. La violencia continúa. Ya son decenas de muertos confirmados en los últimos días, algo que Salem atribuyó a los islamitas. Pero pese a los pronósticos catastrofistas sobre consecuencias bélicas en el país, la activista está tranquila. Creo que vamos a solucionar todo de forma pacífica, insistió.

Mientras, Tamarud reflexiona sobre su futuro, sin saber si continuará siendo una organización o si se convertirá en partido. Lo que sí tenemos claro son nuestros objetivos: queremos partidos laicos y aumentar la participación de los jóvenes en la política, acaparada a todos los niveles por la Hermandad Musulmana. Calculamos que la transición será muy larga.