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En todo el Valle de Santa María, Chihuahua, desmontan tierras de agostadero y las abren al cultivo

Pese a veda, menonitas continúan con perforación de pozos de agua

Justifican que la maquinaria perforadora captada en acción sólo amplía o mejora los ya existentes

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Trabajadores de empresas menonitas fueron contratados para trasladar equipo y abrir los pozos que puedan en el Valle de Santa María, ubicado en los municipios de Buenaventura y Villa Ahumada, ChihuahuaFoto Miroslava Breach
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Una de varias torres de perforación en la misma zonaFoto Miroslava Breach
Corresponsal
Periódico La Jornada
Domingo 16 de junio de 2013, p. 30

Buenaventura, Chih., 15 de junio.

En pleno desierto, en el campo Potrero de El Llano, agricultores menonitas levantan un nuevo asentamiento: ya tienen casas prefabricadas habitadas, otras están en construcción, rodeadas por miles de hectáreas sembradas de maíz, o barbechadas para el cultivo, y otras en pleno desmonte, a la par que perforan pozos profundos de donde extraerán agua con tuberías de más de nueve pulgadas, para regar los cultivos.

Para ellos no existe o pasó inadvertido el decreto de ve- da definitiva que en marzo pasado expidió el gobierno de la República –mediante el cual se prohibieron más perforaciones en 43 de los 61 acuíferos de Chihuahua–. Ellos continúan perforando pozos ilegalmente, desmontando terrenos de agostadero y abriendo tierras al cultivo en el Valle de Santa María.

Los equipos de perforación se alzan imponentes. En cada uno hay un campamento de trabajadores que se esconden en remolques cuando ven acercarse a la reportera. En otros, hay trabajadores que continúan su labor de aceitar y humedecer los barrenos que penetran las capas de tierra en busca de agua, localizada a más de 700 pies, unos 220 metros de profundidad, o más.

–Oiga, ¿usted es de Conagua (Comisión Nacional del Agua)? –pregunta preocupado Adalberto Medina. Él trabaja para la compañía Riego Hidronorte, que tiene sede en el corredor menonita de la zona de Cuauhtémoc-Álvaro Obregón, donde los dueños de estas nuevas tierras contrataron los servicios para abrir un pozo que requiere barrenar más de 250 metros de profundidad.

Dicen que el pozo es legal...

Tengo 15 días trabajando. Me dijeron que el pozo es legal, que tiene papeles en regla, pero no me los han traído, dijo cuando inició la entrevista.

A menos de 500 metros se yergue, sobre el Valle de Santa María, que integra el acuífero del mismo nombre declarado en veda definitiva, otra torre de perforación. Dos niños corren asustados hasta un remolque cuando ven acercarse el vehículo de La Jornada. Desde la casa rodante observan a la fotógrafa obteniendo imágenes: finalmente sale el padre que se niega a dar su nombre.

Justifica que la máquina perforadora captada en plena acción está ampliando un pozo que ya existía y requiere mayor profundidad para sacar más líquido.

Yo no sé de papeles, ni siquiera trabajo aquí, llegué de visita, dice el menonita en español con el clásico acento del bajo alemán que habla como lengua original.

La historia se repite a lo largo de cada campamento de perforación. Trabajadores de empresas menonitas que se dedican a esta actividad fueron contratados para trasladar sus equipos al Valle de Santa María y abrir todos los pozos que puedan.

“Apenas tengo cinco días aquí, dice Peter, un joven menonita, originario de Cuauhtémoc que maneja una de las perforadoras más pequeñas del conjunto de torres que se alzan sobre el paisaje desértico, salpicado en tramos por el verde intenso de las milpas ya crecidas o del algodón de apenas 10 o 15 centímetros de altura, en el llano donde también está la maquinaria pesada que apila montones de tierra y arbustos, levantados en el desmonte.

En todo el Valle de Santa María –que se extiende entre los municipios de Buenaventura y Villa Ahumada–, en los cinco años recientes empresas dedicadas al desarrollo de bienes raíces compraron más de 10 mil hectáreas pertenecientes a ranchos ganaderos que tienen licencia de uso de suelo de agostadero.

Fraccionadas, 5 mil hectáreas

Más de 5 mil hectáreas ya han sido desmontadas y fraccionadas en parcelas de cien hectáreas que fueron adquiridas por familias menonitas, la mayoría jóvenes, en un esquema de arrendamiento financiero.

La operación de compraventa incluyó la gestión de permisos para perforación de pozos profundos para riego agrícola, que supuestamente se encuentran el estatus legal de folio 8, es decir, son pozos y aprovechamientos de agua que ya existían y supuestamente se están rehabilitando.

La realidad es que todos son pozos que no existían, se están abriendo al vapor.

Bernard y Johan, dos menonitas que trabajan con una enorme perforadora de rotor, aseguraron haber sido contratados para hacer pozos los más rápido que se pueda. No tengo papeles, el dueño no está aquí, pero él dijo que no hay problema, tenemos que terminar pronto. Trabajamos día y noche, aquí vivimos, platican mientras se guarecen del inclemente sol debajo de la sombra de su remolque.