Opinión
Ver día anteriorViernes 14 de junio de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Economía Moral

Thomas Hurka, filósofo: lo bueno como desarrollo de la naturaleza humana

Respuesta a comentario de un lector

Foto
El filósofo Thomas Hurka
E

l filósofo Thomas Hurka, en Perfectionism (Oxford University Press, 1993), adopta una postura sobre la naturaleza humana muy fuerte: no sólo valida el concepto, sino que lo considera la base más sólida para una teoría moral. Hurka, junto a los autores que introduje en la entrega del 7 de junio (Erich Fromm, Ramón Xirau y Steven Pinker), son defensores del concepto de naturaleza humana. Hurka comienza su escrito señalando que: a) Algunas teorías morales han sido cuidadosamente estudiadas en la filosofía moral reciente, pero una, tan importante como cualquiera, ha sido en gran parte descuidada. b) Esta teoría moral empieza caracterizando de un modo distintivo la buena vida humana o vida intrínsecamente deseable. c) Ciertas propiedades constituyen la naturaleza humana o son definitorias de humanidad–hacen humanos a los humanos. d) La buena vida desarrolla estas propiedades en un alto grado o realiza lo que es central a la naturaleza humana. e) Diferentes versiones de la teoría pueden estar en desacuerdo en cuáles son las propiedades pertinentes y, por tanto, en el contenido de la buena vida. f) Pero comparten la idea fundacional de que lo que es en definitiva bueno es el desarrollo de la naturaleza humana. g) Le llamo a esta teoría moral perfeccionismo y a su ideal distintivo el de perfección humana. h) Aunque hay términos disponibles para la teoría (naturalismo, humanismo y eudemonismo), y para el ideal (florecimiento y autorrealización), tienen otros usos establecidos en ética y podrían resultar confusos aquí.

Hurka distingue el perfeccionismo en sentido estrecho, que él defiende, de un perfeccionismo más amplio (y más vago, habría que añadir) como los enunciados por William Hamilton, quien define perfección como el pleno y armonioso desarrollo de todas nuestras facultades, corpóreas y mentales, intelectuales y morales, y por John Rawls, para quien el perfeccionismo nos orienta a maximizar el logro de la excelencia humana en arte, ciencia y cultura. Mientras Hamilton y Rawls no vinculan la meta de desarrollo a los elementos de la naturaleza humana, Hurka sí lo hace y explica que así se ubica en la tradición de Aristóteles, Tomás de Aquino, Spinoza, Leibnitz, Hegel, Marx, T.H. Green, Sidgwick y Bradley para quienes perfección no es sólo excelencia sino excelencia definida por la naturaleza humana. Para explicar qué es la teoría moral cita a Rawls: es el estudio de las concepciones morales sustantivas, esto es, el estudio de cómo las nociones básicas de lo correcto, lo bueno, y valor moral pueden ser ordenadas para formar diversas estructuras. Hurka indica que se propone usar la teoría moral para llegar a la mejor o más defendible versión del perfeccionismo. Hurka dice que, entendido adecuadamente y en su versión más defendible, el perfeccionismo es una importante opción moral hoy en día. Añade que tiene tres pretensiones: 1) Tiene una atractiva idea central: que el bien humano se encuentra en la naturaleza humana. 2) Cuando se combina con una bien fundada teoría de la naturaleza humana implica juicios particulares atractivos, por ejemplo sobre conocimiento, amistad y la conclusión de tareas desafiantes, juicios que o bien igualan a los que ya hacemos o nos llevan más allá de una manera que podemos reconocer como progreso. 3) El perfeccionismo ofrece sistematizar estos juicios particulares; al fundarlos todos en la naturaleza humana puede darle coherencia y sistematicidad a nuestra visión.

El perfeccionismo, añade Hurka, permite ver defectos en la teoría moral actual que ve la moralidad sólo en relación a actos que afectan a otras personas. “Nos dice que no debemos frustrar los deseos de otros o interferir con su libertad, pero no dice nada sobre lo que nosotros o ellos deben escoger para sí mismos. El perfeccionismo rechaza con fuerza esta visión:

“Tiene un ideal para cada persona–que ella desarrolle su naturaleza– y puede criticarla por no lograrlo. En mi opinión, su aceptación de deberes hacia uno mismo es una gran fuerza del perfeccionismo... Como los grandes filósofos del pasado, la gente reflexiva de hoy piensa que hay importantes preguntas acerca de cómo vivir la vida propia y quieren ayudar a contestarlas. Están debidamente impacientes con una ortodoxia que ignora esta preocupación. Estudiar el perfeccionismo es estudiar una de las partes más carentes de la moralidad filosófica actual. Este punto puede expresarse de otra manera. Si las moralidades que son actualmente más estudiadas dan cuenta de lo bueno, lo hacen de manera subjetiva, sosteniendo que algo es bueno si satisface los deseos de una persona o responde a sus sentimientos positivos. Tal visión no puede apoyar deberes hacia uno mismo, pues excluye cualquier aseveración sobre lo que los humanos deberían desear. Pero el perfeccionismo, entendido en sentido amplio o estrecho, tiene una teoría objetiva de lo bueno. Sostiene que ciertos estados y actividades son buenos, no debido a alguna conexión con el deseo, sino en sí mismos. Puesto que sus afirmaciones sobre valores son objetivas, difieren esencialmente de la mayoría de las envasadas en la filosofía reciente”.

Julio Muñoz Rubio publicó una carta en El Correo Ilustrado del 8 de junio comentando la entrega de Economía Moral del día anterior. Señala que Pinker, como parte del grupo heredero de la sociobiología, sostiene que la conducta humana estaría genéticamente determinada. Dos aclaraciones: 1) El grupo a nombre del cual escribe Pinker, como dice el texto comentado, es un amplio grupo de científicos de la mente, del cerebro, de los genes y de la evolución. 2) Pinker no sostiene lo que dice Muñoz Rubio, ya que como se puede leer en los extractos de su prefacio incluidos en Economía Moral, para él la explicación correcta de la conducta en la mayoría de los casos invocará una interacción compleja entre herencia y medio ambiente: la cultura es crucial, pero la cultura no podría existir sin las facultades mentales que permiten a los seres humanos crearla y asimilarla. La descalificación no fundamentada que Muñoz Rubio hace de estas nuevas ciencias, llamándolas seudociencias, parece fuera de lugar para alguien que cita a Marx, quien vio con mucha simpatía la publicación del Origen de las Especies de Darwin en 1859. Sobre la referencia a la postura de Marx sobre la naturaleza humana en las Tesis sobre Feuerbach, es una materia compleja que ha tratado magistralmente György Márkus quien hace distinciones finas:

“Indicaremos aquí que en el léxico de Marx esencia humana (menschliches Wesen) y ‘naturaleza humana’(menschliche Natur) no son en absoluto sinónimos. En lo que sigue [Márkus se refiere al capítulo 3 de su libro) intentamos dilucidar el concepto marxista de esencia humana. En cuanto al concepto de ‘naturaleza humana’ el término suele designar la totalidad de las necesidades, las capacidades, las propiedades en general, entendidas en el sentido de posibilidades humanas, que tienen los individuos típicos de las varias épocas históricas; así, pues, la ‘naturaleza humana’ es históricamente cambiante aunque contiene ciertos elementos constantes; Marx habla claramente de la existencia de ciertas propiedades, necesidades, etcétera, que son históricamente constantes en la evolución humana” (Marxismo y Antropología, p.103).

El lector puede leer una amplísima reseña del libro citado de Márkus en el capítulo 2 de mi tesis doctoral disponible en mi página web.

julioboltvinik.org