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Desde Otras Ciudades

Skinheads y revolución en Francia

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Decenas de parisinos se manifestaron ayer por la muerte de Clemente MericFoto Ap
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lemente Meric, 19 años, originario del extremo atlántico de Francia, estudiante hacía menos de un año en ciencias políticas en París, miembro de la Acción antifascista París-suburbios, fue a una venta de ropa Fred Perry, marca también preferida de los skinheads o cabezas rapadas de ideología neonazi. Un joven de estos, puño enfundado en cuero, golpeó mortalmente la cara de Meric, quien se recuperaba de leucemia y tocaba en un grupo punk. Fuentes policiacas dijeron que éste era un camorrista en busca de confrontación y provocó a su homicida ¿será que sus preferencias por Jean-Luc Melenchon en las recientes elecciones marcaron su destino?

Francia se escandaliza: segunda manifestación de fanatismo derechista en pocas semanas: primero las manifestaciones contra el matrimonio homosexual, luego el homicidio de un antifascista, que como militante proponía luchar contra los skinheads con bombas de agua. El fascismo es gangrena, acabemos con él o reventamos, se grita en su entierro con el puño levantado.

Alguna prensa informa sobre el origen de los skinheads: son jóvenes de clases populares y padres desempleados, reivindican su pertenencia al proletariado blanco y asimilan los problemas económicos a la migración extranjera. La fórmula no es nueva, el odio contra la izquierda que protege homosexuales, judíos e inmigrantes, los vuelve ante sí mismos héroes salvadores de los verdaderos franceses.

Un neonazismo de influencia estadunidense –opina un experto– con base en la supremacía blanca, la de quienes también critican al Frente Nacional de los Le Pen (partido de extrema derecha) por su tibieza contra los homosexuales, mientras ellos se piensan portadores de una revolución popular, socialista y nacionalista como la que enarbolaban los SA, paramilitares que apoyaron a Hitler en los años 30 del siglo XX.

Lo que debería inquietar a los europeos es que su crisis económica con la marginación de las clases medias no sólo puede inspirar a la izquierda para tratar de cambiar el catastrófico estado de cosas.

Yuriria Iturriaga