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A la mitad del foro

Los que se tienen que matar

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Operativo permanente de la SSPDF y la PGJDF en la colonia Morelos luego del asesinato de cuatro personas en un gimnasio el juves 6 de junioFoto Alfredo Domínguez
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l miedo y la estulticia de la mano, recorren el mundo alentados por los banqueros y los fantasmagóricos calificadores de estrambóticos nombres. Standard & Poors, por ejemplo, en la globalidad donde es standard que proliferen los pobres. Y la nave va. Vuelve la OEA por sus fueros y bajo la sonrisa bonachona de José Miguel Insulza da un giro de 180 grados en la búsqueda de alternativas a la política, combate o control de las drogas. Hemos roto el tabú, declara Fernando Carrera, el canciller guatemalteco.

Y John Kerry, flamante secretario de Estado de Barack Obama, dio aliento como para echar a volar la ilusión en los viejos feudos de la guerra fría. Dio la bienvenida a una discusión sana. Y empezó la desbandada. Los gobernantes centroamericanos volvieron a encender velas al fetiche imperial; roto el tabú, pero firme la sumisión que pareció volar en mil pedazos en los años de rebeldía y guerrillas. En la siembra de muertos que precedió a la caída del muro; al breve paso de dictadores militares que tiraron el arpa cuando vinieron las crisis económicas recurrentes. En Estados Unidos ya rige el mercado, sin más trabas que las del velo de pureza de legalizar el cultivo y uso de la mariguana para usos medicinales y, en un par de estados, para usos recreativos, lúdicos. Ya hace mucho que los mariguaneros de acá de este lado saben que al norte del Bravo se cultiva más y se levantan mayores cosechas.

No hay pacto que valga. Y Kerry convocó a debatir el tema al más puro estilo de los actores de nuestra transición que no deja de ser en presente continuo ni con el tino activista de Enrique Peña Nieto al romper el tabú de la política de partidos en perpetua confrontación. Simulada o no, ancla para no dejar puerto y escuchar para siempre el canto de las sirenas. Cantata y fuga; el deber de la oposición es preservar la virginidad y no ceder a la razón de Estado. No tener más voluntad política que la de meditar en torno a una mesa de debate por toda la eternidad. Y al conjuro de nombres y usos que permanecen, de la hegemonía autoritaria que vuelve del limbo. Nadie haga cuentas de la economía que se liberó de la rectoría del diabólico Estado. Bajo el aura democrática, quienes tienen hambre pueden esperar a que se celebren elecciones para recibir lo que es su derecho. Peña Nieto cosecha elogios y reconocimientos. Hace política, hay voluntad política en la vía reformista. México se mueve. Pero no crece.

No es que haya vuelto el alto vacío al poder. Pero la intemperancia verbal de Vicente Fox se confunde con los humos de la cannabis indica. Vuelve el de Guanajuato a soñarse empresario de altos vuelos. Se declara partidario de legalizar el cultivo, cosecha, venta y uso de la mariguana. Que cura el cáncer, dice; que frotada alivia todo dolor muscular o reumático. Pero ante todo, el negocio. Soy agricultor, dice, y en cuanto sea legal me dedicaré a cultivarla; es enorme el mercado y abre la oportunidad a México de equilibrar las cuentas del mercado exterior.

Cuentan que Álvaro Obregón visitó el Bajío en campaña electoral y un viejo compañero de armas lo invitó a visitar su ranchito, para que el sembrador de garbanzo viera sus cultivos. Está bonito tu chilar, le dijo el sonorense. Y se lo repitió hasta que, molesto, el amigo le respondió: Me va a perdonar, mi general, pero es una milpa. Sin parpadear, con su notable buen humor, el Manco de Celaya lo miró a los ojos y le dijo: Está bonito tu chilar. Nada más espérate a ver lo que vas a cosechar.

El que no asegunda no es buen labrador, dicen los campiranos. México en marcha pero el dinero en circulación se reduce, seco como las milpas del altiplano; sujeto a la fe de don Agustín Carstens y los ortodoxos que lo acompañan, en el tabú del control monetario y el dogma de la contención de la espiral inflacionaria, ante todo, sobre todo. No circula el dinero. Y suben los precios, la inflación está con nosotros. Dígase stagflation, estanflación o chilar. Es labor institucional del Banco de México contener la inflación. No lo es sujetar el crecimiento económico, los ingresos y el gasto público; nada que ver con la austeridad fiscal o el endeudamiento como recurso para generar empleos y producción.

Alguna vez tuvimos banca de desarrollo de verdad. Nacional Financiera fue locomotora del desarrollo nacional durante decenas de crecimiento del PIB a más de 6 por ciento anual. Y en el camino se instituyó el Banco Nacional de Comercio Exterior. Los adocenados de la parálisis panista resolvieron fundir Nafin y Bancomext en homenaje a la Coyolxauqui. De algo ha de servir la agenda del pacto: hay indicios de que la una financiará empresas y emprendedores mexicanos; y el otro atenderá al comercio exterior. Hacen falta. Barack Obama se reunió en México con Enrique Peña Nieto y poco después llegó en visita de Estado Xi Jinping, presidente de la República Popular China. Nuestra balanza de pagos con China es deficitaria: importamos bienes por 50 mil millones de dólares y nos compran algo más de 7 mil millones de dólares.

Energía, petróleo y las inversiones para obras de infraestructura fueron temas centrales de lo acordado. Acuerdo prometedor, pero sin olvidar que el gobierno que preside Xi Jinping es el número uno de los vendedores al mercado de Estados Unidos, y que está empeñado en ambiciosa tarea de inversiones en África y atento a la vecindad inmediata de Corea, Vietnam y el resto del sur asiático. Ha crecido tanto la China de una soberanía y dos sistemas, que los neoconservadores ven el fantasma decimonónico de la amenaza amarilla en el capitalismo sin democracia electoral. Decían que era imposible la deslumbrante mezcla del capitalismo como religión y la persistencia de Mao, más allá de las reformas de Deng Xiao Ping y al lado de Sun Yat-Sen, padre de la República China.

Los beneficiarios del TLC, el IPAB y la venta del sistema bancario al extranjero sacan del fondo del ropero trapitos nacionalistas para quejarse de las ventajas de los productos chinos subsidiados y apoyados en la infraestructura portuaria, ferroviaria y naviera erigida por los programas de obra pública. Y por la visión política de quienes no se ataron a los dogmas y no desecharon la razón de Estado. Hoy se habla del siglo chino, como se habló del XX como el siglo americano. Los mexicanos adinerados vuelven a buscar el cobijo estatal, pero sin regulación alguna, con rectoría económica a modo para solapar complicidades.

Bienvenido el retorno de la política exterior mexicana y sus valores tradicionales. Pero antes de empezar a cultivar mariguana hay que restablecer las instituciones sostén del campo; el extensionismo agrícola, crédito y avío, producción de semillas y fertilizantes; maquinaria tanto para barbechar, sembrar y cosechar, como para preparar debidamente las parcelas de riego y no desperdiciar criminalmente el agua; y recuperar las tierras erosionadas. Hay que callar a quienes decían que no importaban los campos estériles porque salía más barato importar nuestros alimentos.

El gobierno hace política y México camina. Pero no crecemos y la violencia no cesa. Son liberados cientos de migrantes esclavizados y la barbarie vuelve por sus fueros en plena capital de la República: desaparecidos en los antros y asesinados en Tepito. Todo en orden, dicen las autoridades. Aquí siempre ha sido así. Hay balaceras y luego todo se tranquiliza. Nomás se matan los que se tienen que matar, dijo un vendedor de refacciones a Mirna Servín Vega, reportera de La Jornada.