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La agrupación abrió la feria anual de la ciudad, que celebra 450 años de fundada

Eufóricos, miles corean la lluvia musical de Maná en Durango

Gran cantidad de rayos precedieron los primeros acordes de Oye mi amor, tema que dio inicio a la velada

Por unas horas, la sequía que asola al estado se olvidó ante el poder sonoro de la banda

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Alrededor de 60 mil personas disfrutaron de una buena dosis de riffs y los grandes éxitos del grupo mexicanoFoto Manuel Parra López
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Periódico La Jornada
Domingo 9 de junio de 2013, p. 8

Durango, Dgo., 8 de junio.

Una metafórica lluvia de notas musicales acompañada de un halo de esperanza fue lo que ofreció a los duranguenses el grupo Maná la noche del viernes.

Fue el arranque de la feria anual de esa ciudad, que celebra 450 años de fundada.

Durango vive una sequía histórica de casi tres años, que, a decir del gobernador Jorge Herrera Caldera en una entrevista previa al concierto, si no llueve se colapsa la economía. La situación es critica; dependemos de la agricultura y ganadería y hay gente que no tiene agua para beber; 39 municipios están afectados y lo principal es garantizar que no se nos muera nadie por la falta de agua.

Pero anoche, en el recinto ferial, se olvidó esa preocupación gracias al poder que tiene la expresión sonora, la cual, aunque fuera por unas horas alegró a miles, que fueron testigos de un gran concierto. Fue un halo de felicidad creado por un colectivo eufórico de 60 mil asistentes que coreó todas las piezas del grupo mexicano, que sonó impecable y potente.

Lo mejor fue la gratuidad de la presentación: casi un noventa por ciento no pagó por escuchar los mejores éxitos de la reconocida agrupación, aunque hay que decirlo, en la parte cercana al proscenio, el costo de los boletos fue un tanto elevado, aunque eso financió el 70 por ciento de la producción, según datos que proporcionó el propio Herrera Caldera, quien llegó al concierto acompañado de los gobernadores de Zacatecas, Miguel Alonso Reyes, y de Coahuila, Rubén Moreira Valdez.

La magia aderezó el arranque de la feria de Durango, que en más de un mes ofrecerá una serie de conciertos y palenques bastante heterogéneos.

No pudo ser mejor. La cita para escuchar a Maná era a las nueve de la noche, pero una llovizna los retrasó casi una hora. No importa, queremos que llueva; no ha caí do agua desde hace mucho, dijo un seguidor de la banda.

Eran chisguetes de agua que venían acompañados de un viento que hacía rondar el fantasma de la cancelación, puesto que el proscenio no tenía techo. Los organizadores nunca imaginaron que habría algo de lluvia.

El contexto se desarrollaba en medio de una tormenta eléctrica lejana. No era la parafernalia de la presentación. Se trataba de una gran cantidad de rayos que a lo lejos se observaban y que precedieron a los primeros acordes de la noche.

Oye mi amor fue la primera rola que interpretaron. Era el detonante para la creación de la histeria grupal. A partir de ahí vino un ráfaga de éxitos que fueron cantados por la muchedumbre.

Ya los extrañábamos un chingo, gritó Fher, acompañado del combo integrado por Sergio en la guitarra, Juan en el bajo y Álex en la batería. Ofrecieron después De pies a cabeza, Lluvia al corazón y Déjame entrar. Sergio regalaba una dosis de buenos riffs.

Parafernalia luminosa

Bendita tu luz fue dedicada por el cantante a alguien a quien amó. Invitó a los presentes a que también se la dedicaran a quien quisieran. La parafernalia luminosa contribuía a la catarsis del divertimento.

Mariposa traicionera fue ofrendada a las duranguenses cachondas, dijo Fher, quien se colgó la guitarra. Todos lo siguieron con su voz. Antes de interpretar Dame una señal se empinó un tequila de H2o que lo embriagó al grado de señalar que estaba Clavado en un bar, clásica pieza de la banda sobre borrachines despechados que fue tocada con excelente precisión.

Luego, el baterista Álex interpretó su bien pegajosa Me vale. Ni la pinche lluvia parará este desmadre, dijo el bataco, que regaló un intenso solo de unos minutos. Parecía golpear su instrumento (que se elevó del escenario en una plataforma) con un odio tan letal como estético. Los bombos y platillos parecían destruirse con sus baquetas. Incluso, para rematar, tocó levemente un gong.

No faltó el discurso ecologista de Fher, quien en un video invitó a cuidar a la madre tierra. Este, se sentó luego junto con Sergio y con guitarras acústicas, tocaron fragmentos de algunas de sus rolas, a lado de una fan a la que subieron al tablado.

Después con toda la banda –soportada por Juan Carlos Toribio en los teclados y Héctor Quintana en las percusiones y guitarra– interpretaron Cómo quisiera, Corazón espinado y El muelle de San Blas. El coro fue inevitable.

No podía faltar Rayando el Sol que fue el puente más directo con el público. El frontman pidió que se apagaran las luces del escenario para apreciar al océano de luces (otrora con encendedores, ahora con celulares) que iluminaron el recinto ferial. Somos uno. Es una esperanza para México, aseguró Fher.

Vinieron los juegos pirotécnicos que anunciaron el fin del inicio. Es decir, la catapulta que lanzará a los duranguenses a entrar, en unas cuatro semanas que dura la feria, a una zona de esparcimiento.