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Premio Gran Angular por su novela Loba

La literatura vuelve rebeldes a las personas, dice Verónica Murguía
 
Periódico La Jornada
Miércoles 15 de mayo de 2013, p. 7

Los libros de fantasía son muy subversivos, expresó la escritora Verónica Murguía durante la presentación a la prensa, hace unos días, de su novela Loba (Ediciones SM, 2013), la cual, por tratarse precisamente de una obra innovadora en el género fantástico, recibió en España, el pasado 9 de abril, el Premio Internacional de Literatura Juvenil Gran Angular, dotado con 35 mil euros.

Murguía, colaboradora del suplemento cultural La Jornada Semanal, corrigió: La literatura ha sido muy subversiva, porque si no, por qué queman libros los gobiernos o por qué encierran a las personas que tienen libros en su casa que no les parecen. Los libros no son objetos inocuos. No sé cómo escriba, pero sí sé como leo: como una fiera desde que era chica, y mi experiencia de lectura me volvió muy rebelde. Era una lata horrorosa porque siempre cuestionaba.

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A pregunta expresa, Verónica Murguía consideró el alejamiento del adolescente del libro, un dilema no nada más nacional, sino universal, que también obedece a ciertas tempestades hormonales que padecen mucho. Juzgó la literatura fantástica afín a lo que le sucede dentro del corazón. No me parece nada extraño que un adolescente se sienta atraído por la fantasía, porque es allí donde puede encontrar los reflejos más realistas de lo que le pasa.

Señaló que el joven se aleja del libro desde la escuela, algo que se vincula “con la autoridad, con irse separando y convertirse en individuo. Lo que cuenta mucho de la escuela es la falta de entusiasmo del maestro. Es que los maestros no leen. Cuando me he sentado con maestros para hablar de libros, siempre quieren que les proporcione la receta de uno que aplaque a los alumnos, pero es precisamente lo contrario lo que hace la literatura.

“¿Quieres un domador de adolescentes? Préndele la televisión, la literatura no hace eso, parece que están en la misma posición, porque permanecen quietecitos, pero lo que pasa dentro de su cabeza es totalmente distinto. La literatura va a volver rebeldes a las personas y van a hacer preguntas al maestro, cosa que no quiere porque está cansado, porque le pagan poco. He sido maestra.

“Mientras leamos tan poco, estamos metidos en una bronca. Tengo familiares que dicen, ‘no soy buena para la lectura’, como si fuera equitación. Hay una campaña que me pone de malas, lee 20 minutos (al día), no es comer brócoli. No alcanzan para nada, salen unos que se ve nunca han agarrado un libro ni de casualidad. Lee 20 minutos como si fuera estar en una caminadora que cuesta un poco más de trabajo. Léete un libro, luego, dicen, actúate los personajes.

Qué manera de instar a leer. No es como comer All Bran y ponerse un supositorio, es algo placentero. Vivo furiosa por esas campañas que tratan a la lectura como algo que se debe hacer. Junto a los momentos más señeros de mi vida están ciertas revelaciones que he tomado de los libros. Ese deslumbramiento no lo cambio por nada.