Cultura
Ver día anteriorSábado 11 de mayo de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Ahora la voz no es lo principal y se contratan elencos no consolidados, dice a La Jornada

Quizá estamos en el principio del fin de lo que es la verdadera ópera: Guleghina

Todo se mueve ya por dinero y el arte y la cultura son dejados de lado, deplora

En su primera visita a México, la soprano ruso-ucraniana ofrece dos recitales por el bicentenario de Verdi

 
Periódico La Jornada
Sábado 11 de mayo de 2013, p. 5

Quizá nos encontramos en el principio del fin de la ópera, lamenta Maria Guleghina, una de las más importantes sopranos en el mundo, quien afirma que ahora todo se mueve por dinero y el arte y la cultura han sido relegados.

Desde hace muchos años vivimos en la ópera una crisis. La voz comenzó a ser despreciada, y esto era ya el principio del fin, porque es una gran contradicción; la voz es lo principal, y deben ser voces grandes y potentes, señala la cantante ruso-ucraniana.

Lo importante es el sentimiento, la energía, lo que se transmite; pero ahora, ¿cómo lograr eso, cuando la tendencia es contratar cantantes jóvenes y desconocidos? Eso sí, de hermoso aspecto, y sólo los utilizan en un título y luego los botan.

En la que es su primera visita a México, Guleghina inauguró la noche del jueves la edición 29 del fmx-Festival de México en el Centro Histórico con una gala por el bicentenario de Giuseppe Verdi, en el Palacio de Bellas Artes, donde repetirá actuación este domingo, a las 17 horas.

Creerse diva, una estupidez

En entrevista con La Jornada, la soprano se muestra afable y cordial, lejos de poses o desplantes que podrían ser atribuidos a su condición de prima donna.

Creerse diva es una estupidez. Lo más importante es concentrarse en el trabajo. Sin el trabajo, el talento ni la genialidad pueden funcionar, enfatiza.

Soy una persona normal que tiene el privilegio de cantar. Me enorgullece ser la única cantante en el mundo que no ha tenido exclusividad y ha sobrevivido 30 años en este medio.

Entre los temas abordados en la charla, destaca su opinión crítica del estado actual del género operístico, en particular del hecho de que cada vez sean más las casas de ópera y los programadores que integran sus elencos con cantantes no consolidados.

Antes, pisar un escenario era sagrado. Uno podía hacerlo hasta que estaba realmente preparado. No se puede estar ahí vacío, se debe saber qué se quiere decir, no sólo se trata de gritar o susurrar. No, uno debe saber cuál es la energía, el mensaje que se quiere dirigir al público, indica.

Hay muchos hombres de negocios en la lírica y pocos conocen de verdad sobre las voces, no saben apreciarlas y lo único que buscan es hacer dinero. La cultura y el arte han dejado de ser importantes. Esto es triste y aterrador.

Foto
Maria Guleghina Foto cortesía del INBA

Otro indicador de la crisis en la ópera, según la intérprete, es la falta de preparación y compromiso de muchos directores de escena, que sólo les interesa provocar escándalo con recursos absurdos. Es horrible ver cómo muchas veces se violenta la lírica de la ópera, deplora.

–¿Por qué afirma que cantar no es un trabajo, sino un servicio?

–Si Dios bendice a uno con un talento, es un deber y un privilegio compartirlo. Por eso siempre trabajo mucho.

Pienso a la música como un servicio y un bien social. Por eso, a donde voy, lo más importante es entregarme con todo a mi trabajo, no ir de paseo. Soy consciente de que hay personas que esperan algo de mí: hay una orquesta, un coro, el público. Esa es mi responsabilidad.

Rechazo a la música grabada

–¿Y cuál considera, entonces, que es la función de la música en la vida humana?

–La música sirve para el amor, la paz, la alegría, para todo lo más bello que hay y rodea al ser humano. Pero, primero que todo, para Dios, porque es amor. Soy muy religiosa.

Maria Guleghina no gusta de la música grabada, en particularla que tiene que ver con su trabajo. Está convencida de que los discos son una de las grandes mentiras de nuestro tiempo, porque todo queda en manos de la tecnología y un ingeniero de sonido.

Una grabación no logra captar la potencia, la intensidad, pero sobre todo las emociones de una voz; es como agua destilada, algo artificial en la que parece no importar el estado de ánimo, explica.

“Esa es la razón por la que no me atraen las casas discográficas; a ellas les interesa tener voces pequeñas y hacerlas grandes. En cambio, si tienen voces grandes, como la mía, no saben cómo registrarlas.

Odio todos mis discos, porque no reconozco mi voz en ellos. Tengo sólo unos cuantos cds grabados en estudio, los demás han sido en funciones con público. Nada es comparable con la experiencia de la música en vivo.