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Crisis por la inseguridad

La violencia en el país aumenta 30% el número de enfermedades mentales

Drogadicción y suicidios, al alza

Los jóvenes son las principales víctimas, afirma experta

Insuficientes, los recursos que se canalizan para atender el problema

 
Periódico La Jornada
Martes 7 de mayo de 2013, p. 2

La violencia, los secuestros y que la gente fuera testigo de agresiones y muertes, así como el consumo de drogas ilegales, provocaron un incremento de 30 por ciento en la prevalencia de enfermedades mentales, afirmó María Elena Medina Mora, directora del Instituto Nacional de Siquiatría Ramón de la Fuente Muñiz.

Aunque no existe información estadística que lo corrobore, es evidente, afirmó la especialista, que las experiencias de vida de las personas se han modificado de manera notable entre los diferentes grupos de edad en los pasados 30 años.

Ello ha influido, sin duda, en la salud mental de la población. Un fenómeno concreto, asociado con una mayor presencia de trastornos del sistema nervioso central, son los suicidios, cuya frecuencia se duplicó entre 1990 y 2011, pero entre los jóvenes de 15 a 19 años el crecimiento fue de casi el triple, al pasar de 4.9 a 13.6 por ciento.

Medina Mora resaltó que 70 por ciento de las personas que se quitan la vida padecen depresión.

Señaló que de ser un país con una muy baja prevalencia de muertes autoinfligidas, ahora estamos en un nivel medio, con 7.6 por ciento de defunciones por suicidio respecto del total de muertes violentas en el país.

Información del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) da cuenta de lo anterior y de que en 1990 ese porcentaje era de 3.3

Y eso que en ocasiones no se registra de manera oficial, porque los seguros médicos han ganado y las pólizas no protegen la enfermedad mental. Entonces, la familia no reporta el suicidio y de esa forma logra que la aseguradora pague.

En entrevista, la investigadora señaló que en el Instituto Nacional de Siquiatría se ha documentado cómo ha afectado a la población el incremento de la violencia. Está comprobado, indicó, que los secuestros están asociados con estrés postraumático, que a su vez lleva a depresión en la mayoría de los casos y, en situaciones más graves, al suicidio.

Otra evidencia es el aumento en el consumo de drogas ilegales. Tal como se documentó en la Encuesta Nacional de Adicciones (ENA) 2011, este problema se duplicó en sólo una década, pues pasó de 0.8 a 1.5 por ciento en la población general de 12 a 65 años de edad.

Entre los hombres el indicador se ubicó en 2.6 por ciento, muy por encima del promedio nacional, pero en los adolescentes pasó de 0.9 por ciento en 2002 a 1.5 en 2011.

Los datos están a la vista; sin embargo, el tema de las enfermedades mentales no es y nunca ha sido prioridad en las políticas de gobierno. La evidencia: la atención de la problemática tiene un costo equivalente a 12 por ciento del presupuesto en salud, pero se le destina sólo dos por ciento.

El gasto, comentó Medina Mora, se ha destinado a evitar la mortalidad causada por enfermedades diversas, como infecciones en la infancia o enfermedades crónicas, como el cáncer y los infartos.

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Indigente afectado de sus facultades mentales que vive en el albergue de la Casa del Estudiante, en el Centro Histórico de la ciudad de MexicoFoto Francisco Olvera

Sin embargo, desde el año 2000 la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió un lineamiento para modificar la visión e incorporar aquellos males que no son causa de defunción pero sí de días de vida saludable perdidos. Esos son los trastornos mentales.

Actualmente, explicó, de las 10 principales causas de enfermedad en el país, al menos tres son padecimientos siquiátricos. Además, la especialista destacó que males crónicos, como diabetes y cáncer, también están asociados con problemas como depresión, que si no se atiende afecta el apego al tratamiento para el control de la glucosa o del tumor maligno.

De ahí la importancia de ampliar la cobertura de la atención de la salud mental y revertir situaciones como que únicamente 2 por ciento de las camas para pacientes siquiátricos están en los hospitales generales.

La mayoría de los espacios se ubican en los nosocomios de tercer nivel, como el Instituto Nacional de Siquiatría o el Hospital Siquiátrico Fray Bernardino Álvarez, en el Distrito Federal.

Medina Mora comentó la necesidad de contar con un sistema integral de atención de las enfermedades mentales, el cual incluya la referencia y contra referencia entre unidades de primer nivel, hospitales generales y de alta especialidad.

Se trata, dijo, de mejorar la eficiencia y de que sólo los casos más graves lleguen a una unidad de tercer nivel. La mayoría deberían ser atendidos en clínicas de primer contacto, rápido y antes de que el mal evolucione y afecte a la persona y la familia de manera severa.

El instituto cuenta con un modelo de atención que ha propuesto para aplicarlo en el Distrito Federal. Consiste en contar con equipos de salud mental en los centros de salud y el acompañamiento de un médico siquiatra que revisa los diagnósticos y tratamientos, y de ser necesario canaliza a los pacientes a los siguientes niveles de atención.

La especialista aseguró que el modelo ha comprobado su eficacia al lograr diagnósticos oportunos de enfermedades mentales, por lo que es la base para los convenios que próximamente se van a firmar entre el sistema federal de salud y el gobierno capitalino.

Los beneficiarios serán los afiliados al Seguro Popular, con la cobertura de la atención médica y fármacos para 80 por ciento de enfermedades en el primer nivel de atención, así como dos internamientos en hospital al año, comentó.

Otro aspecto pendiente es la formación de médicos siquiatras. Una encuesta de la Universidad Nacional Autónoma de México reportó la existencia de 3 mil especialistas, la mayoría concentrados en las ciudades, mientras entidades como Colima y Nayarit cuentan con dos o tres cada uno.