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Hay condiciones para la acción colectiva, pero también riesgos, dice

Cisneros: vivimos ebullición de los movimientos sociales

Coordina el libro Rebeldía social y Estado en América Latina

 
Periódico La Jornada
Lunes 15 de abril de 2013, p. a11

Vivimos una época de gran aparición y gran pronunciamiento social mediante los movimientos, debido a la existencia de ciertas condiciones democráticas que permiten con menos riesgos la acción colectiva, pero eso no elimina el riesgo de una represión autoritaria de los Estados, señala el investigador Armando Cisneros, coordinador del libro Rebeldía social y Estado en América Latina, resultado de un seminario que durante un año analizó el tema.

En el volumen, publicado por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Azcapotzalco, participan también los investigadores Murilo Kuschick y Armando Sánchez Albarrán, y se divide en cuatro capítulos: Fin de las dictaduras; Movimientos campesinos e indígenas en América Latina; Ciudadanía, política y modalidades de participación en Brasil, y Tiempos rebeldes.

Por principio de cuentas es necesario definir el concepto de movimiento social: Consideramos que es una protesta colectiva, que se organiza en forma pacífica y que se desarrolla en la arena política, generando cambios o buscándolos, la defensa de condiciones de vida de los grupos sociales. Esa es en términos genéricos nuestra definición, señala Cisneros en entrevista.

Esta definición, además de delimitar el campo de estudio, permite evitar confusiones porque a veces se abusa mucho del término. Se refieren a casi cualquier cosa como un movimiento social: todo grupo de gente en la calle ya es visto como tal, y no sabemos si es una peregrinación, si es la cola del cine o si van siguiendo a algún artista.

Acerca de lo que ocurre en materia de movimientos sociales, el sociólogo establece que existe una ebullición. “En México estamos en una etapa de desarrollo; si se estableciera una curva matemática de la emergencia de movimientos sociales se vería un pico en los últimos años.

“La cantidad y la intensidad de los movimientos sociales que actualmente hay en el país es muy grande y comparada con otras épocas ésta es una de intensidad, de recurrencia, de emergencia, desde diferentes frentes. Como #yosoy132 o el de Javier Sicilia, que trabajamos en este libro. Están ahora los maestros de Guerrero y hace poco la movilización en Oaxaca o la de Atenco, y el que podemos considerar movimiento paradigmático: el de los zapatistas.

Creo que hay un buen número de movimientos sociales, con una fuerza, con un impacto, que no se veía, creo que vivimos una época de gran aparición y pronunciamiento social mediante los movimientos.

Señala que si bien existen condiciones democráticas para su surgimiento y desarrollo, también es cierto que hay riesgos. “Hay muchos peligros en la acción colectiva, de protesta pública, aún siento pacífica; en primer lugar es una desobediencia civil, una rebeldía social, entonces rebelarse contra las normas siempre es un riesgo.

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Armando Cisneros detalla que cada movimiento social tiene sus complejidades, sus reglas y sus solucionesFoto María Luisa Severiano

“Digamos que actualmente –y es una de las tesis del libro–, hay ciertas condiciones democráticas que permiten con relativamente menos riesgo la acción colectiva, se puede protestar, sin la amenaza que hubo durante muchos años en México y América Latina de ser seriamente reprimido y perseguido, entonces ahora hay una estructura de oportunidad política más favorable para la participación, pero igual sigue habiendo riesgos.

Está latente, dijo, una represión muy autoritaria de los Estados, porque no siempre los gobiernos entienden el carácter de los movimientos, no siempre tienen la capacidad para dialogar para llegar a consensos, establecer salidas políticas, entonces eso lleva implícito el riesgo de una represión violenta.

Del lado de los movimientos sociales existe la posibilidad de resbalar en ese punto de cero avance, de no dialogar o no tener capacidad de diálogo, de salida a las demandas, por actitudes intransigentes o demasiado cerradas. Eso también constituye un riesgo, porque si no hay claridad de lo que se puede lograr, lo que se puede avanzar en un campo político en términos pacíficos, muchas veces se llega a posiciones ultra, todo o nada, ahora o nunca, eso conduce directamente a cero avance y entonces los riesgos de represión son mayores.

En Rebeldía social y Estado en América Latina los autores analizan algunos de los movimientos sociales que han ocurrido en países como Argentina, Brasil, Ecuador, Venezuela, Nicaragua, Chile, Bolivia y México, aunque ninguno de ellos es considerado como paradigmático o un ejemplo a seguir.

Cada uno de ellos tiene sus problemáticas y tuvo sus soluciones, señala Armando Cisneros. “Lo que tienen los movimientos sociales es su propia problemática, su propia dinámica, sus propios retos, tienen cada uno que resolver los problemas de negociación, participación, difusión, organización de manera particular.

Cada uno es en sí mismo un reto de construcción de alternativas, de avance político, cada uno es un movimiento que debe llevar sus propias reglas. Claro, en la práctica tenemos ejemplos exitosos y otros no, movimientos que alcanzan sus metas y otros que no, sin que eso signifique que los que alcanzan sus objetivos sean el ejemplo a seguir. Digamos que tanto los exitosos como los no exitosos dejan lecciones que son puntos de referencia.

Este libro, añade, no tiene más ambiciones que las de presentar una fotografía de los movimientos sociales recientes en América Latina.