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Referente intelectual de la izquierda europea y guía del movimiento de los indignados

Falleció el humanista español José Luis Sampedro a los 96 años

El mercado no es la libertad... vaya al mercado sin dinero y verá cuánta libertad tiene, decía

En la globalización el poder político está supeditado al voto, el poder económico... a nada

Foto
Reunión semanal de la Plataforma de Víctimas de Hipoteca, cerca de la sede del gobernante Partido Popular, ayer en Madrid. Miles tratan de frenar una ola de desalojos ante la imposibilidad de pago de una población golpeada por la recesión que padece España. El intelectual José Luis Sampedro fue un abanderado del movimiento de los indignadosFoto Reuters
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 10 de abril de 2013, p. 29

Madrid, 9 de abril.

José Luis Sampedro, referente intelectual de la izquierda europea y un abanderado de la nueva ola de movimientos de indignación ante la hecatombe económica, financiera y social que azota al viejo continente, murió a los 96 años el domingo pasado en su casa de Madrid. El economista y académico de la lengua pidió a sus allegados que lo despidieran con discreción y dieran la noticia un par de días después.

José Luis Sampedro vivió muchas vidas; de niño sufrió la violencia de la guerra y el hambre y la penumbra de la posguerra y la dictadura. Pero también fue el pensador brillante que se distanció desde muy joven de la corriente clásica de los economistas de su generación, prefirió trabajar para hacer menos pobres a los pobres y no para hacer más ricos a los ricos.

Sampedro también fue un luchador antifranquista, una voz crucial para la regeneración de la democracia española y, ya mayor, recobró vitalidad intelectual y combativa al desarrollar y defender los manifiestos que dan cobijo a los movimientos de indignación ciudadana ante la crisis del capitalismo.

Su muerte deja un enorme hueco en la izquierda española y europea, una vez que la lucidez de su obra la compaginaba con un lenguaje directo, sencillo y contundente.

Miembro de la Real Academia de la Lengua

En el prólogo al clásico libro de los movimientos ciudadanos de esta época, Indígnense, del francés Stéphane Hessel, amigo suyo, Sampedro afirmó: “¡Indignaos!, sin violencia. Hessel nos incita a la insurrección pacífica evocando figuras como Mandela o Martin Luther King. Yo añadiría el ejemplo de Gandhi, asesinado precisamente en 1948, año de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, de cuya redacción fue partícipe el mismo Hessel. Como cantó Raimon contra la dictadura: Digamos No. Negaos. Actuad. Para empezar, ¡indignaos!

Sampedro, además de referente intelectual de la izquierda, también era novelista, un ensayista reconocido por la academia y miembro destacado de la Real Academia de la Lengua, donde ocupaba la silla F desde 1991. Sus palabras e ideas siempre eran tomadas en cuenta, tanto por los grupos y colectivos que aglutinan a la izquierda española, como los conservadores y liberales o los dos partidos mayoritarios –PP y PSOE–, a los que criticó con vehemencia por su sintonía absoluta en un área tan sensible y vital como la económica.

Decía: no estoy contra la economía de mercado, sino contra la sociedad de mercado, es decir, contra una sociedad en la que se pretende que las decisiones económicas determinen todo lo demás, que a lo que no cotiza en el mercado no le atribuye ningún valor. El mercado no es la libertad: vaya usted al mercado sin dinero a ver la libertad que tiene. Los gobiernos saben lo que deben hacer, pero no lo hacen. En este modelo de globalización el poder económico se ha puesto por encima del político, y mientras el poder político, mejor o peor, está supeditado a las votaciones de los ciudadanos, el económico no está supeditado a nada.

Sampedro, que luchó contra el régimen fascista de Franco, que padecía –como el resto de ciudadanos europeos– el florecimiento del movimiento nazi alemán y la destrucción y barbarie de la Segunda Guerra Mundial, también fue testigo de la decadencia de las últimas décadas del sistema capitalista. Al menos él así lo veía: aquí se mercantilizan hasta los afectos. Estamos entrando en un periodo de barbarie, como el que se daba en los últimos años del hundimiento del imperio romano. Y tenemos a los bárbaros dentro. Eso ha provocado una sociedad impulsada por el miedo.

Por eso alzó la voz, junto a Hessel, para que las nuevas generaciones recuperaran la iniciativa y tomaran las calles con movimientos y actos contestatarios: “¡Indignaos!, dice Hessel a los jóvenes, porque de la indignación nace la voluntad de compromiso con la historia. De la indignación nació la resistencia contra el nazismo y de la indignación tiene que salir hoy la resistencia contra la dictadura de los mercados.

Debemos resistirnos a que la carrera por el dinero domine nuestras vidas. Hessel reconoce que para un joven de su época indignarse y resistir fue más claro, aunque no más fácil, porque la invasión del país por fuerzas fascistas es más evidente que la dictadura del entramado financiero internacional. El nazismo fue vencido por la indignación de muchos, pero el peligro totalitario en sus múltiples variantes no ha desaparecido. Ni en aspectos tan burdos como los campos de concentración (Guantánamo, Abu Ghraib), muros, vallas, ataques preventivos y lucha contra el terrorismo en lugares geoestratégicos, ni en otros mucho más sofisticados y tecnificados como la mal llamada globalización financiera”, según afirmaba en el prólogo de la edición española del manifiesto del pensador francés.

Fiel a sus principios, Sampedro pidió a su familia que cuando muriera no se hiciera de su funeral un circo mediático.

Tampoco quería que se llorara mucho. Sólo le pidió una cosa a su familia y a sus amigos: que tanto ellos como el resto de la sociedad siguieran luchando lo máximo posible. Que no le dieran tregua a un sistema que encarna un peligro totalitario que puede llevar a la humanidad a un abismo sin retorno.

En el transcurso de su vida, el humanista recibió diversos reconocimientos. En 2011 fue galardonado con el Premio Nacional de las Letras Españolas por la contribución de su obra a la literatura. Además de una carrera en las letras prolífica desarrollada al margen de las corrientes literarias, el jurado lo reconoció como referencia intelectual y moral de primer orden en la España de la segunda mitad del siglo XX, de acuerdo con medios locales.

Un año antes, el gobierno le había otorgado la Orden de las Artes y las Letras de España. En 2005 recibió la Medallo de Oro al Mérito en las Bellas Artes.

Desaparece un humanista polifacético, lamentó el ministro español de Cultura, José Ignacio Wert, vamos a echar de menos a una figura de referencia en la vida cultural y moral de primer orden en España, señaló.

Un gran humanista que defendió con lucidez, espíritu crítico y firmeza sus convicciones, describió el líder del Partido Socialista (PSOE), Alfredo Pérez Rubalcaba. Un hombre sabio, comprometido y solidario con los más desfavorecidos, añadió cayo Lara, dirigente de Izquierda Unida (UI).

Quiero que recuerden su vitalidad, su dignidad y su espíritu de lucha, pidió su viuda Olga Lucas, en declaraciones a la Cadena Ser.

Nombrado senador en 1977 en las primeras cortes democráticas tras el fin de la dictadura franquista, Sampedro compaginó durante años su trabajo como catedrático de Estructura Económica en la Universidad Complutense de Madrid.

Entre los principales libros de Sampedro destacan El río que nos lleva (1961), La sonrisa etrusca (1985), La vieja sirena (1990), El mercado y nosotros y Conciencia del subdesarrollo.