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Desde otras ciudades

Clases de golf a la familia Aznar, con cargo al erario

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El lujoso Club de Campo, a las afueras de Madrid, donde José María Aznar y su familia tomaban clases de golfFoto Tomada de Internet
E

l despilfarro, el endeudamiento desmedido, las obras faraónicas y, ahora también, la confusión voluntaria entre lo público y lo privado. En años recientes, al menos hasta antes del estallido de la crisis, el ayuntamiento de Madrid proyectó su estrategia sobre esos cimientos, que generaron la mayor deuda de una administración pública local del país y una de las más altas de Europa. Ahora, en medio de recortes y políticas de austeridad, se ha descubierto que el ayuntamiento de Madrid pagó clases particulares a la familia Aznar-Botella durante 2001, cuando José María Aznar era presidente del gobierno y su mujer –Ana Botella– todavía ni soñaba en convertirse en lo que es hoy en día: la alcaldesa de la capital española.

Una investigación periodística descubrió que las arcas públicas del endeudado ayuntamiento pagaron más de 12 mil euros (unos 200 mil pesos) para que la familia Aznar-Botella –incluido el mandatario, su esposa y sus hijos– recibiera 300 horas de clases privadas para que mejoraran su promedio de golpeo.

El dinero se pagó al lujoso y elitista Club de Campo, ubicado a las afueras de la ciudad, y que exige a sus socios elevadas cuotas por uso de instalaciones. Los actuales responsables del área de Deportes del ayuntamiento reconocieron el pago, pero deslindaron de cualquier culpa a Aznar y a la actual alcadesa, ya que, según los voceros municipales, éstos desconocían que las clases no eran gratis. De hecho, ante la irrupción del nuevo escándalo en la vida política española, el entonces alcalde, José María Álvarez del Manzano, fue sorprendido en una grabación cuando le decía a la actual alcaldesa, Ana Botella: Tú di que todo eso es mentira y si quieres échame a mí la culpa.

Ante la magnitud del escándalo, la familia Aznar-Botella decidió pagar el dinero de su propio bolsillo, mientras que la oposición socialista acusó a la derecha española de volver a caer en uno de sus vicios añejos: confundir lo público con lo privado.

Armando G. Tejeda, corresponsal