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A la Mitad del Foro

Al Santo Señor de Chalma

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El papa Francisco y el pontífice emérito Benedicto XVI durante su encuentro del 23 de marzo pasado en Castel GandolfoFoto Xinhua
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ntes de rememorar las navegaciones de la Nao de la China, hay que agradecer el instante de silencio que siguió al encuentro, en vida y en la tierra, de dos Papas. Dicen los correctores que se debe escribir papa con minúscula. Por esta vez me niego. Porque del encuentro de Benedicto y Francisco resurgió la memoria del Santo Oficio, de la Santa Inquisición. Por fin cedió el festín mediático de aleluyas y de humildad de Francisco, el que fueron a buscar casi hasta el fin del mundo. Luego el encuentro de ambos. Y la firme expresión de Francisco: la Inquisición debe actuar con mano dura, con decisión en lo que respecta a los casos de abuso sexual. Nada de poner a los pederastas de la Iglesia ante los jueces del imperio terrenal de la ley.

La Nao de China navegaba con rumbo a las islas Filipinas. Hoy van y vienen los containers del libre comercio, que no lo es tanto. Shangai es el puerto más moderno y con mayor capacidad de manejo de carga del mundo contemporáneo. Ese es un gran salto. Y ni una palabra de Mao y los hornos caseros para fundir acero. De allá llegan ahora hasta flores de jamaica para las mexicanísimas aguas frescas. Y así como alguna vez llegó la leyenda de la China Poblana, hoy llegan incontables imágenes de la Guadalupana. La madrecita, la que está en La Villa. Los de las mexicanas cúpulas empresariales insisten en justificar los muy contados beneficiarios del reformismo aperturista, con el uso y abuso de la palabra competitividad. Se les olvida que eso empieza por arriba o nunca podrá ser competitividad. Valga la digresión, porque el presidente Enrique Peña Nieto ya está en China. Voló a Hong Kong y celebró ahí las reuniones formales con el jefe del Ejecutivo, así como las comerciales con la vieja clase empresarial y financiera del puerto donde el Este y el Oeste acabaron por encontrarse. Y a China, a participar en el Foro Boao para Asia. Encuentro cercano de dos nuevos mandatarios distantes en la era de las naos de China. Ya no. Xi Jinping y Enrique Peña Nieto tuvieron su encuentro privado y, luego, el acuerdo de voluntades. La China de hoy devora energía. Y su economía crece, de veras crece. Cuando Miguel de la Madrid y Deng Xiao Ping se reunieron en Pekín, el reformador chino habló de la aspiración de alcanzar un ingreso anual de mil dólares per cápita: Lo que nos haría un pueblo moderadamente acomodado. En México, ese ingreso era superior a cinco mil dólares. Y ya nos deslizábamos hacia al abismo de la desigualdad apocalíptica.

Vendría la política de dos sistemas, una soberanía. Y China goza del desarrollo capitalista, padece proliferación de billonarios y su economía crece. Es, dicen, la segunda del mundo. Así el apetito de energéticos. Emilio Lozoya, director de Pemex, firmó dos convenios con Sha Ming, director de Sinopec; venta de 30 mil barriles diarios de crudo mexicano; y cooperación tecnológica. 30 mil barriles apenas alcanzan para exponer la voluntad de no depender de un solo cliente. Pero el mundo está de cabeza y ahí vienen los previsibles encontronazos por la reforma energética y la hacendaria correspondiente. Por lo pronto, los maestros de Guerrero en marcha fueron desalojados con alarmante facilidad de la Autopista del Sol. Carretera federal, charreteras federales.

Para los anclados en la desmemoria de este lado del Pacífico, ni hablar de Torreón y las matanzas. Pero hay que recordar la expulsión de chinos avecindados en México en los años del combate al huertismo y el instante en que la Revolución degeneró en gobierno. Y reconocer aquí y ahora el gesto humanista de Adolfo López Mateos, quien buscó a los descendientes y les ofreció la recuperación de sus derechos como mexicanos. Y de paso, porque no todo está podrido en la tierra de Juan de Dios Bátiz, anotar aquí el merecidísimo reconocimiento presidencial al doctor Jesús Kumate Ramírez, sinaloense, de Mazatlán, médico militar y secretario de Salud. Pero ante todo, sabio epidemiólogo a quien se debe el buen éxito del sistema mexicano de vacunación. De origen japonés, este mexicano de excepción se declara producto y deudor de la Revolución Mexicana. Y es acreedor a los mayores honores.

Cuesta trabajo rendir justo homenaje a personajes públicos en estos días de canallas. Y de cinismo desbordado, de ostentación vana, de riqueza mal habida y de la impunidad que reina entre la gente decente. Aquí estamos curados de espanto. La guerra de Calderón y esas cosas. Ya se distribuyeron los papeles de representantes del vicio y la virtud. Se confunden los gestos o los parlamentos. Torre del bicentenario o de Babel, da lo mismo. En nuestras costas del Pacífico gobiernan islas Baratarias tres o cuatro indignos de compararse con Sancho Panza. El escudero de nuestro señor Don Quijote supo decir: a mí dadme de comer, que oficio que no da para eso no vale un nabo.

En Oaxaca, Gabino Cué demanda comprensión a la pluralidad étnica y lingüística. Pero desentona el lánguido son tropical. Quien pretende gobernar para todos acaba por gobernar para nadie. El resto es silencio. El sonido y la furia balbuceados por quienes dan bandazos, se inclinan ante los poderosos y golpean a los de abajo. Hasta que de ahí les alzan la voz. En Guerrero hubo toma de carreteras y presuntos acuerdos de iniciativas legislativas locales que se pondrían por encima de las reformas constitucionales. Hubo optimista del golpismo lírico que habló de contrarreforma.

Ángel Aguirre dio marcha atrás. Los profesores lo llaman traidor y dicen que solicitarán la desaparición de poderes. Auténtico batiburrillo. Pero ya hubo desalojo a cargo de la Policía Federal y Emilio Chuayffet predica ley en mano. Espero que sepa aflojar cuando deba, así como ha apretado hasta ahora. Porque los gobernadores de Chiapas, Oaxaca y Guerrero y el secretario de gobierno de Michoacán se reunieron muy dóciles, muy seriecitos, con el secretario de Gobernación. Todo en orden. Pero los paisanos de Othón Salazar, Genaro Vázquez y Lucio Cabañas hablan lenguaje directo; las policías comunales, los grupos de autodefensa y otros, dicen: ¡Tomamos las armas!

Y eso quiere decir lo que quiere decir. Sin necesidad de precisiones a destiempo, como las de Vicente Fox. O de falso júbilo en la diáspora de las izquierdas que esperan al Mesías de Macuspana, Ese sí, de intemperancia tropical.

François Hollande se hunde en el fango de los capitales en fuga. Y pierde credibilidad la izquierda en la cuna de la igualdad, de los derechos del hombre y el ciudadano. España vuelve al marasmo de los Borbones que nada aprendieron, nada olvidaron. La infanta a salvo. Queda el presidente gallego en el yate del Dorado, afamado narcotraficante. No hay gobierno. Hay imputados, de Rajoy para abajo.

Y en la América nuestra, Nicolás Maduro invoca al espíritu santo de Chávez y asegura que sus enemigos buscan un Pinochet, pero no lo encontrarán. José Mujica, de Uruguay, donde los oradores nunca improvisan, frente a un micrófono abierto, dijo, refiriéndose a la señora presidenta de la República Argentina: La vieja es más terca que el tuerto, que tuerto y todo era más político.

Así las cosas, por qué extrañarse de la respuesta de Ricardo Monreal al enterarse del frustrado intento de asesinarlos, a él y a su hermano David: Hoy me siento como si hubiera vuelto a nacer. Yo digo que Dios es grande y el Santo Niño de Atocha también. Lo católico confeso no desmerece mí carácter de firme opositor, dijo.

¡Caray! Al santo señor de Chalma yo le pido con el alma que la deje de querer. Donde digo yo, es primera persona. Yo, pues.