Opinión
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Resucitar es despertar
M

irad: el arco de la
vida traza
el iris sobre el
campo que verdea.
Buscad vuestros amores,
doncellitas,
donde brota la fuente de la piedra.
En donde el agua ríe y sueña
y pasa,
allí el romance del amor se
cuenta.
¿No han de mirar un día, en
vuestros brazos,
atónitos, el sol de primavera,
ojos que vienen a la luz cerrados,
y que al partirse de la vida
ciegan?
¿No beberán un día en
vuestros senos
los que mañana labrarán la
tierra?
¡Oh, celebrad este domingo
claro,
madrecitas en flor, vuestras
entrañas nuevas!

Gozad esta sonrisa de
vuestra ruda madre.
Ya sus hermosos nidos
habitan las cigüeñas,
y escriben en las torres sus
blancos garabatos.
Como esmeraldas lucen los
musgos de las peñas.
Entre los robles muerden
los negros toros la menuda
hierba,
y el pastor que apacienta los
merinos
su pardo sayo en la montaña
deja.

(Machado, Antonio. Pascua de Resurrección: Obras Completas. Biblioteca Nueva, 1984).

Freud y otros pensadores van más lejos de una conciencia basada en la razón que descansa en algo que envuelve objeto y sujeto. Tiene conciencia y no del tiempo, de la búsqueda de algo perdido, la falta, origen de la memoria, la memoria como la primera forma de visión que permanece como sostén y guía, por lo que se hace perentorio recordar, ver nuevamente. Sin esta visión, lo vivido no tendría carácter novedoso aunque sorprendiera al llegar. Por tanto, asunto de traducción, transcripción y transliteración en una máquina apenas imaginable: el aparato síquico freudiano. Todo lo vivido, toda la vida, sería un simple y llano pasar sin renacer. El sicoanálisis es fluir del tiempo y memoria inasible. Porque sin renacer, nada es del todo vivo. Visión en el recuerdo gracias a una condensación del tiempo.

El sicoanálisis es el fluir infinito de la espera, no la creación de una obra momentánea. Se repite en cada instante y es creado nuevamente por cada lector de Freud, al igual que cada sesión analítica, pues como dice Heráclito: El mundo a veces se incendia y a veces se constituye a partir del fuego por ciertos periodos, en los cuales, con medida se incendia y con medida se apaga. O bien: Nadie se baña dos veces en el mismo río.

Mediante los sueños vueltos lenguaje vuelve la mente a nacer y recuperar el tiempo y la vida perdidas en el pasado.

¡Ah volver a nacer, y andar
camino,
ya recobrada la pérdida
senda!
Y volver a sentir en nuestra
mano
aquel latido de la mano buena
de nuestra madre... Y
caminar en sueños
por amor de la mano que nos
lleva.
(Ídem)

Por esto pudo decir Antonio Machado, en la línea esencial de Freud y Heidegger, dando ceñida expresión a su doctrina sobre la fugacidad y la irrepetibilidad del instante temporal:

De toda la memoria, sólo vale
el don preclaro de evocar los
sueños.
Tras el vivir y el soñar
está lo que más importa:
despertar.
(Ídem)