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Abrirá en el Museo del Chopo una retrospectiva de su material pictórico y dibujístico

El arte está mediatizado, carente de ideas, dice Zalathiel Vargas

Con la exposición Comix-arte: irreverencias, angustias y fantasías comparte sus reflexiones y críticas sociales, sin caer en lo panfletario, explica a La Jornada

Por fortuna, los jóvenes marcan un regreso a la creatividad hecha con las manos, indica

Digitaliza su producción de casi 60 años

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Zalathiel Vargas, en su estudio, durante la entrevista con La JornadaFoto María Meléndrez Parada
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El niño atómico, cuadro de Zalathiel Vargas exhibido por primera vez en el Palacio de Bellas en 1977Foto María Meléndrez Parada
 
Periódico La Jornada
Viernes 5 de abril de 2013, p. 4

El maestro Zalathiel Vargas (DF, 1941) tenía 14 años cuando empezó a estudiar pintura en la Academia de San Carlos. Su única intención entonces era tener un pasatiempo, pues soñaba ser físico matemático. Pero un día el arte se metió en sus ideas y le descubrió la posibilidad de plasmarlas con fuerza, con libertad.

A partir de ese momento, sus manos no han parado de trabajar: óleos, dibujos, esculturas, ilustraciones, fotografías, cómics, miles de imágenes, a veces acompañadas de palabras, plasmadas en lienzos, papeles, cuadernos y a cada momento en tarjetas que va guardando durante el día en la bolsa izquierda de su camisa.

Una selección de ese fecundo manantial creativo se presenta en la primera muestra retrospectiva de Vargas, que se inaugura este sábado en el Museo Universitario del Chopo. La exposición se titula Comix-arte: irreverencias, angustias y fantasías y refleja otra de las grandes motivaciones del artista: compartir sus reflexiones y críticas sociales, eso sí, explica, sin caer en lo panfletario.

El arte conceptual, vacío

En entrevista con La Jornada, Zalathiel Vargas detalla que su incursión en la pintura fue con la finalidad de desmitificar el arte, bajar los cuadros de las paredes. Muchas de sus obras enjuician a la sociedad de consumo y la alienación del ser humano por medio de atmósferas oníricas, sexuales, sicodélicas o subversivas, como lo describen los críticos de arte.

Precisamente, una de las piezas que presenta en esta ocasión, arremete contra el arte conceptual, al que califica de vacío.

La obra se llama El objetivo es que la gente no piense información e incluye palabras del periodista uruguayo Carlos Fazio que apuntalan los argumentos de Vargas: En el fondo, se busca anular la capacidad de pensar. Son consignas dirigidas a destruir el pensamiento reflexivo (información-procesamiento-síntesis) y a sustituirlo por una sucesión de imágenes sin resolución de tiempo y espacio (alienación controlada). El objetivo es que la gente no piense información (el qué, por qué y para qué de cada noticia), sino que consuma órdenes sicológicas direccionadas, de manera acrítica y pasiva.

Con el arte conceptual, continúa el pintor, sucede lo que en su momento ocurrió con el muralismo mexicano, el cual reivindicaba la lucha de trabajadores y tenía una tendencia política, se le trató de callar. Ahora se quiere vaciar de contenido al arte, no hay protesta ni ideas. Existe una terrible mediatización para que el artista ya no grite ni diga nada. Pero por fortuna se ha seguido pintando, los jóvenes se están expresando, y muy bien, a través de la pintura y el dibujo, hay un regreso al arte hecho con las manos. Por eso sigo pintando.

Fue en 1977, luego de su primera muestra individual en el Palacio de Bellas Artes, en la cual vendió poco más de 70 por ciento de lo expuesto, cuando la obra de Vargas despegó, recuerda.

Desde esa época su arte iba ya cargado con una enorme rebeldía, nacida principalmente de las experiencias que vivió a fondo en 1968, como consejero universitario.

Fui a una secundaria nocturna para obreros, luego a la preparatoria. Me gustaban las matemáticas, pero descubrí que el dibujo era igual: una base para el pensamiento, añade.

“El 68 fue para mí un gran momento de reflexión, de revolución de las ideas. Antes ya me habían invitado a ir a Cuba, en 1961, donde conocí al Che Guevara, platiqué con él, y saludé al comandante Fidel Castro. Tuve contacto con los maoístas, traje muchos documentos para discutir aquí con mis compañeros.

“En la Academia de San Carlos me iba muy bien, me hicieron ayudante de profesor. Fue la época en que grandes movimientos sociales surgieron ahí, en esas calles del Centro Histórico (Academia, Moneda, Licenciado Verdad), donde nos reuníamos los jóvenes universitarios. Todo ello hizo darme cuenta de lo importante que era la pintura.

“Fui militante del Partido Comunista, participé en círculos de estudios que analizaban El Capital, de Carlos Marx.

Hacíamos enormes mantas que cubrían la fachada de la escuela, por ejemplo, con el retrato de Castro, mismas que después las autoridades mandaban quitar porque les molestaba que se vieran desde el Zócalo. Fueron momentos de militancia muy fuertes.

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Uno de su trabajos más recientes, en el cual integra fotografía, pintura y esculturaFoto María Meléndrez Parada

Luego, Zalathiel Vargas obtuvo una beca de la Universidad Nacional Autónoma de México para ir a estudiar a L’École des Beaux Arts de París, Francia, estancia que aprovechó para tomar clases también en el legendario Atelier 17, del pintor británico William Hayter (donde trabajaron artistas como Joan Miró, Pablo Picasso y Vasili Kandinsky).

De William Hayter recibió uno de los mejores consejos: Todos los estudiantes mexicanos que vienen a Francia son muy buenos, excelentes artistas, pero nunca salen de París, se encierran en sus departamentos. No hagas eso, viaja. Los viajes son un libro abierto.

Zalathiel Vargas siguió la recomendación, compró una bicicleta y se fue a recorrer Europa, alojándose en albergues juveniles o monasterios, con algunas estancias largas en Belgrado y Jerusalén, donde fue fotógrafo de turistas, con la ayuda de un amigo palestino que era dueño de dos camellos.

“Sin embargo, me di cuenta que debía regresar a México –puntualiza–, porque también alguien me advirtió que de lo contrario me iba a convertir en un vago.

La experiencia me ayudó, porque al viajar la imaginación se desarrolla de otra forma. Ahí fue donde empecé con mis dibujos en tarjetas, que voy guardando en el bolsillo de mi camisa. Dibujar se volvió una necesidad: no puedo ni sé hacer otra cosa.

La plática con Vargas se lleva a cabo en su estudio, al norte de la ciudad de México. Es la casa donde nació, de tres pisos, ahora repleta con sus cuadros, dibujos, esculturas, cuadernos de artista, cómics, fotografías o arte creado a partir de manipular diversos programas de computadora, impresoras y escáners.

Arduo proyecto

En estos días, Zalathiel Vargas está enfrascado en fotografiar todo lo que ha producido durante casi 60 años, para digitalizarlo, grabarlo en discos compactos y luego entregarlos a diversos museos, para que sea más fácil que el público tenga acceso a mi obra.

Dos hermosos paisajes de gran formato que realizó a los 14 años, recién recuperados gracias a un familiar, así como sus primeros ejercicios de dibujo, encabezan el arduo proyecto.

Cada rincón de esa casona está convertido en testimonio de la enorme energía que le provoca pintar: “Rara vez hago dibujos o pinturas sin tema, siempre son series de 90 o 100 obras, y me lleva muchos años completarlas. Por ejemplo, terminar la serie El espíritu de la ciudad me llevó tres décadas, algunos de estos cuadros se van a exponer ahora.

“En este tema me pregunto cuál es el espíritu de la ciudad, además de la democracia y las leyes. Planteo que son los ciudadanos, los cuales se desenvuelven ya sea en la justicia o la injusticia, en el hambre, es decir, en la alienación del ser humano. Trabajé en sus alegrías, sus tristezas, por eso esta exposición se llama Irreverencias, angustias y fantasías.

“Otras series son A punto de romper la noche, Seres, Zoológico, Arriba y bajo el agua quién eres tú, Arte fantástico humor negro (la que expuse en 1977).

“Cada vez que termino una serie voy a ofrecerla a algún museo, y ahí me encuentro instalaciones, arte conceptual, o sea basura, nada. En los museos europeos hay artistas que exponen sus excrementos, ¡y los recintos compran esas cosas!

“Esa situación hace que me den más ganas de seguir mi trabajo, porque hay que seguir creyendo en la pintura para darle libertad al pensamiento, porque nos lo quieren encapsular al decirnos qué debemos consumir o pensar.

Que explote el fluido propio para mostrarlo a través del arte hecho con las propias manos, con disciplina, pero no dura, sino proveniente del amor, es decir, que emocionen las ideas. Hay que volver a eso, concluye el artista.

La exposición Comix-arte: irreverencias, angustias y fantasías, de Zalathiel Vargas, se inaugura este sábado a las 12 horas en la galería Helen Escobedo del Museo Universitario del Chopo (calle Dr. Enrique González Martínez 10, colonia Santa María la Ribera).