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Bancos y cajas de ahorro los colocaron masivamente

Bonos de riesgo dejaron sin nada a miles de jubilados en España
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En Pamplona, España, manifestantes portan un retrato del primer ministro Mariano Rajoy, con la cara cubierta como si se tratara de un asaltanteFoto Ap
 
Periódico La Jornada
Domingo 24 de marzo de 2013, p. 28

Madrid, 23 de marzo.

¡Qué vergüenza! El gobierno es consciente que Bankia estafa a los jubilados, lamenta Antonio Rodríguez, quien a sus 70 años protesta cada jueves en Madrid junto a otras víctimas de las preferentes, instrumentos de alto riesgo que los bancos vendieron masivamente a jubilados y que como consecuencia de la crisis prácticamente perdieron su valor y, por tanto, destruyeron los ahorros de quienes invirtieron en ellos.

En 2009 compré 72 mil euros de preferentes a Caja Madrid. Me prometieron 7 por ciento de interés y un producto seguro. Si nos hubieran explicado el riesgo de perder todo no hubiéramos puesto dinero allí, explica.

Como él, decenas de personas se congregan cada semana en el centro de Madrid, frente a Caja Madrid, una de las siete cajas de ahorros cuya fusión en 2010 dio paso al surgimiento de Bankia, el cuarto banco más grande del país y cuyo pedido de ayuda al gobierno, orilló a Madrid a solicitar un rescate internacional el año pasado para sanear el sistema financiero.

Todos fustigan la venta masiva de participaciones preferentes y otros productos complejos por bancos y cajas de ahorros ávidos de liquidez. Esta práctica se extendió tras la explosión en 2008 de la burbuja inmobiliaria. Golpeados por la crisis, varios bancos españoles recurrieron a la venta de estos títulos, a cambio de una remuneración atractiva, para engrosar sus fondos propios. Muchos pequeños ahorradores se encontraron así atrapados, sin poder recuperar su dinero.

Estos banqueros necesitaban captar dinero de donde fuera, ¿y a quién se lo podían tomar?, a los viejos que ahorran más, se indigna Antonio Baraona Ortiz, de 75 años. Yo trabajaba por la noche. Tenemos cuatro hijos. Hicimos muchos sacrificios y conseguimos ahorrar 68 mil euros. Nos lo robaron todo, se lamenta.

Cerca de un millón de familias se convirtieron, muchas sin saberlo, en propietarias de una parte de los 30 mil millones de euros vendidos de estos títulos, afirma la Asociación de Usuarios de Bancos Cajas y Seguros. En ningún país de Europa se ha vendido preferentes a ahorradores de a pie. La presión de los banqueros es enorme en España, denuncia Fernando Herrero, portavoz de la asociación.

Emitidas por bancos que en algunos casos rozaron la quiebra, 22 mil millones de euros de participaciones preferentes estaban en manos de pequeños propietarios en mayo de 2011, según cifras oficiales. Pero el valor de estos títulos se derrumbó con la crisis. Además, el rescate europeo de más de 40 mil millones de euros acordado en 2012 a los bancos españoles en dificultades impuso fuertes pérdidas a sus propietarios para no agravar la factura del contribuyente europeo.

Si se confirma la conversión de títulos tóxicos de los bancos nacionalizados en acciones de un valor casi nulo (0.01 euros), evocada por la prensa, sus propietarios lo habrán perdido casi todo.

Las asociaciones de defensa de este colectivo recibieron miles de demandas de pequeños ahorradores y a algunos de ellos la justicia española ya les dio razón, obligando a los bancos a devolverles su dinero.

Para los demás, la Defensora del Pueblo recomienda, en un informe publicado el 14 de marzo, un arbitraje universal para todas las entidades intervenidas, entre ellas Bankia, que recibió una ayuda de 22 mil 500 millones de euros de dinero público.

Este arbitraje permitiría reducir las pérdidas de los ahorradores mediante un acuerdo con los bancos, sobre todo, teniendo en cuenta que de las mil 274 quejas que hemos recibido, muchos de ellas son de personas mayores, afirma un portavoz de la Defensora del Pueblo.

Mientras tanto, Nemecio Martín, un jubilado de 70 años que había invertido 42 mil euros reunidos para pagar su residencia geriátrica, está desesperado: ¿Qué hacemos ahora, si no podemos pagar la residencia? ¿A dónde vamos, bajo un puente, para morir por allí?