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Peter Greenaway presenta sus más recientes cortos en el Congreso Arquine

Hoy día ver colgado un cuadro en un museo ya no es excitante

El cineasta inglés ofreció una plática acerca de los filmes de su serie Nueve pinturas clásicas revisitadas

existe un diálogo muy importante entre el arte clásico y el cine, expresó

 
Periódico La Jornada
Jueves 14 de marzo de 2013, p. 8

En el contexto de las actividades del Congreso Arquine, de arquitectura, el reconocido cineasta inglés Peter Greenaway dio una charla en la Cineteca Nacional, para acompañar la proyección de sus tres cortometrajes más recientes, titulados La última cena, Las bodas de Caná y Bombas atómicas.

Los dos primeros son de la serie de cortos denominada Nueve pinturas clásicas revisitadas, en los que el cineasta vincula la pintura al cine. Otro de los cortos aborda el alto nivel armamentista que hay en el mundo, en el que se refleja el trabajo de Greenaway como artista visual.

Durante la charla, Greenaway explicó cómo se generaron esos nuevos trabajos, que para él tienen un enorme significado dramático en el arte.

Dijo sentirse frustrado de que las obras maestras de pintura no tengan banda sonora. Siempre que veía una pintura tenía una idea sonora para cierto cuadro. Esa fue la idea que dio origen a los dos primeros cortometrajes que se proyectaron, compartió Greenaway.

Explicó que existe un diálogo muy importante entre el arte clásico y el cine, pero hoy día ambas disciplinas han tomado caminos separados.

Entre los pintores que ha estudiado y que han influido en su trabajo de artista visual, mencionó a Caravaggio, Rubens, Velázquez, pero sobre todo Rembrandt, de quien resaltó su enorme talento, no sólo por la composición de sus cuadros, sino por la maestría para manejar y controlar la luz artificial.

Para Greenaway, lo más importante de esos creadores es su relación con la luz artificial, aspecto que retomó para hacer sus más recientes cortometrajes.

Recordó que algunos museos holandeses le prestaron varios meses distintos cuadros originales de Rembrandt, para que los pudiera observar y estudiar, lo que le ayudó a desarrollar “un sentido crítico para observar una obra de arte.

Para mí, lo más importante es reinterpretar las obras maestras de pintura, lo que es una nueva experiencia de ver el arte.

Ejemplificó: “Cuando alguien se detiene para ver el cuadro de la Mona Lisa y se queda tres segundos mirándolo, la experiencia, hoy día, exige algo más, pues sólo ver colgado un cuadro en un museo ya no es excitante.

Mi propósito, destacó, es que el espectador pueda sentir lo que significan los planos y el tiempo que hay detrás de una obra pictórica.

Explicó que cuando el artista pinta un puño levantado desde un solo ángulo, ahí hay algo que el espectador no ve.

“Cuando el artista decide plasmar un sólo ángulo aparece la idea del ‘cuadro perdido’, de algo, en ese suceso artístico que no fuimos capaces de ver”.

La idea principal, señaló, “es cómo construir un diálogo entre la pintura y el pintor. Hay imágenes que todos podemos entender, desde un mismo lugar, pero la idea es encontrar otro desde el cual apreciar la imagen. El propósito es dar a esos cuadros la ilusión de movimiento. Todo tiene que ver con el trabajo y la manera en que se realizaron los cortos, como sus primeras exploraciones en ese terreno.

Lo que trato de vincular es la experiencia de la vida del cine con la plástica, así como la relación con la composición y la luz artificial, que se manejan en ambas artes.

Vínculo con las nuevas tecnologías digitales

Como artista visual, dijo que otro de sus intereses es encontrar la vinculación entre las nuevas tecnologías digitales y la experiencia emocional del espectador, con el fin de enriquecerla.

En la sala 1 de la Cineteca Nacional se proyectó el cortometraje que retoma la pintura Las bodas de Caná, del italiano Paolo Cagliari, El Veronés, filme en el que se da un diálogo productivo entre una obra de arte y el cine.

En el corto Greenaway, con su voz en off, analiza, deconstruye y reconstruye cada uno de los personajes de la famosa pintura, así como su posición dentro de la composición, ofreciendo una nueva interpretación de la misma, como aventurar que no se trata de la boda de Caná, sino de la de Jesucristo. Además, como la obra original tiene cierta dimensión cinematográfica, el cortometraje da voz a los distintos personajes, con lo que genera una frescura y vitalidad en cada uno de ellos. El sentido místico que podría tener el cuadro se transforma en algo más terrenal.

También se exhibió Bombas atómicas, en el que Greenaway invita a reflexionar sobre el armamentismo. El corto muestra simultáneamente, a manera de mosaico, decenas de explosiones nucleares realizadas durante casi 50 años en el planeta. Toma de base el registro que confirma que entre 1945 y 1996 hubo 2 mil 201.