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Veinticinco óleos y 42 dibujos del artista se mostrarán en el Museo Cuartel del Arte

Exposición itinerante de Botero sobre la barbarie en Colombia llega a Pachuca

La finalidad es recordar a los hidalguenses lo que no debe suceder, indica hija del pintor

 
Periódico La Jornada
Jueves 14 de marzo de 2013, p. 7

La exposición itinerante Testimonios de la barbarie, que retrata la violencia y el terror que vivió Colombia en los episodios más tristes de su reciente historia, que reúne 25 óleos y 42 dibujos de Fernando Botero, hará una parada a partir del 21 de marzo en el Museo Cuartel del Arte, en Pachuca, para recordar a los hidalguenses lo que no debe suceder, expresó ayer Lina Botero, hija del pintor y escultor, en rueda de prensa.

Hidalgo es uno de los estados con menos índice de violencia y delincuencia en México, señaló.

Acompañada por Guadalupe Romero de Olvera, presidenta del Sistema DIF-Hidalgo, la hija del artista colombiano –cuyos 80 años fueron festejados el año pasado en el mundo– se refirió a la intención de su progenitor de hacer visible lo que es invisible y crear un testimonio artístico de un episodio dramático que no se debe olvidar.

El arte no tiene poder para producir cambios sociales o políticos, aunque sí para perpetuar la memoria de un episodio.

A finales de los años 90 del siglo pasado, Botero hizo un paréntesis conceptual en su producción artística, basada hasta ese momento principalmente en temas amables y con el objetivo claro de producir placer, para abordar una temática diferente, debido a los acontecimientos de violencia que tocaron a Colombia en su historia más reciente.

Así nació una serie de cuadros sobre estos hechos, obras que donó al Museo Nacional de Colombia, en 2004.

En estas obras, Botero pintó las torturas, las masacres, los secuestros, en pocas palabras, el dolor de su país, con la finalidad de comunicar lo incomunicable. Retrata las figuras más violentas y tristemente famosas de nuestro tiempo, ante todo porque ya forman parte del folclor popular.

Prepara tres muestras

El cuadro El desfile (2000), por ejemplo, capta el momento en que un río de ataúdes es llevado a hombros por una población que gime y solloza. En Una madre (1999), una señora tiene los brazos en algo y el rostro bañado en lágrimas, mientras llora sobre el féretro de su hijo.

Aunque su temática es otra, Botero es el mismo, fiel a sus principios estéticos, coherente con sus convicciones artísticas. La sensualidad y volumetría de sus figuras están presentes en estas obras. El movimiento sostenido, el color, la composición, el lenguaje que utiliza es claramente boteriano. Su compromiso no es con la realidad, sino con la obra de arte, donde lo que importa es la coherencia estilística de cada uno de sus trazos, con los cuales crea un universo propio y poético.

Para Guadalupe Romero de Olvera, quien encabeza el proyecto, la exposición permitirá observar que si la barbarie se ha encontrado presente a lo largo de la historia de la humanidad, hacerla visible no tiene otro objetivo que el de buscar un camino que nos lleve hacia la paz.

Inmerso de nuevo en la vida de todos los días, Fernando Botero prepara exposiciones para el próximo mayo en una galería de Hong Kong; con motivo de la primera Bienal de arte de Basilea; para el Museo Pushkin, en Moscú, y para 2014, en Pekín y Shanghai.