Opinión
Ver día anteriorDomingo 3 de marzo de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Forma y metáfora
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orma y metáfora es la importante muestra retrospectiva del pintor Pedro Diego Alvarado, nacido en México en los años 50, que el Museo de San Ildefonso presenta en sus espaciosas salas. Impecablemente curada y museografiada, la exposición abarca las cuatro décadas de su trayectoria artística, a través de la cual somos testigos de la gran evolución que ha experimentado su pintura, así como de la sólida madurez a la que ha llegado este artista.

De su formación artística podemos decir que su paso por La Esmeralda, la Academia de San Carlos, l’ École Nationale Supérieure des Beaux Arts en París, así como de su estancia en varios talleres de artistas plásticos, Ricardo Martínez y Henri Cartier-Bresson por mencionar algunos, le dio la disciplina y rigurosidad del trabajo plástico.

De su herencia genética, su primera fuente de inspiración y admiración, probablemente se queda con lo que más se identifica o con lo que mejor encuentra como su identidad nacional.

De su ambular por Europa y de estudiar a sus pintores, se inspira en aquellos que logran su máxima expresión en la representación de lo más inmediato y cotidiano, con gran maestría en el manejo del color y de la luz.

Tanto la Escuela Mexicana de Pintura como el Impresionismo Francés han sido referentes continuos para su aproximación a la realidad.

Desde sus primeras obras podemos decir que el artista encuentra el medio de expresión que va a utilizar hasta su obra más reciente: objetos de formas simples, como frutas, verduras, flores, nopales, órganos y cactus van a ser pretexto y el medio para que Alvarado alcance finalmente una fuerza expresiva a través de un manejo sorprendente de luz y color.

En la década de los 90 se percibe aún una lucha entre la representación de la realidad y su forma, pero el color empieza a ser la herramienta principal para su expresión.

No es sino a partir de 2000, tanto en sus bodegones, conjuntos de frutas o naturalezas muertas, donde Pedro Diego encuentran el camino a la superación, a la realización artística y a su identidad pictórica. Su pintura se vuelve menos rígida, el apego a la realidad es menos importante, la composición se vuelve más laxa, la figura encuentra su expresión en un trazo más libre y el color cobra más importancia. La inmediatez del objeto y la abstracción del detalle se empiezan a percibir; se acerca el ángulo de observación, los colores planos y claros contrastan dramáticamente con oscuros que apenas sugieren el volumen del objeto representado. Ejemplo de ello son sus nopales, cactus, mazorcas y sus frisos y mascarones precolombinos. En estos cuadros el manejo del claroscuro será el móvil y el medio para acercarse en definitiva a la luz.

Paralelamente al trabajo en su taller, Alvarado ejercita su trazo y pincelada en vastos paisajes que obligan a mirarlos a distancia. La pincelada es más libre, más suelta, más poética. Tanto en sus paisajes de agaves y magueyes, como en sus paisajes europeos, de flores de lavanda, campos de trigo y avena, se percibe más la influencia del Impresionismo, aunque por el color resulta profundamente mexicano. Cabe destacar el paisaje de La volcana, donde el manejo de la luz cobra su mayor expresión y se confirma como su mayor logro.

Después de pintar al aire libre, de inspirarse en la poesía del paisaje y habiendo asimilado la importancia de la luz, el pintor regresa a su taller e imprime otra fuerza a sus conjuntos de limones, mandarinas, pitayos, tunas, mameyes, sandías y granadas. Su pintura se antoja más franca, más desinhibida, las transparencias empiezan a surgir y la luz comienza a dramatizar la imagen. La forma de lo representado se libera, se explaya y encuentra su mejor expresión en lo metáfora más que en su literalidad inmediata.

En esta ultima etapa de la obra del pintor, de mediados de los años 2000, se puede decir que Pedro Diego ha alcanzado su madurez expresiva, donde la transparencia del color y la luz hacen gala de un oficio pictórico donde la metáfora cobra prioridad sobre la forma.

Forma y metáfora, selección de obra 1983-2012 de Pedro Diego Alvarado, en El Museo del Antiguo Colegio de San Ildefonso, hasta el 10 de marzo.