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Tumbando Caña

Fellove, un regalo al mundo: Matt Dillon

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“Quedé gratamente impresionado y me dije: ‘esto es lo verdadero’”, dijo Matt Dillon al escuchar a Fellove por primera vez. Imagen tomada del sitio oficial de Celio González Jr.
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oce años han transcurrido desde que a Matt Dillon se le ocurrió la idea de hacer un filme sobre la vida y obra del gran Fellove, proyecto motivado por su afición a la música afrocubana y la admiración profesada al fallecido cantante y compositor de Cuba.

En entrevista con La Jornada explicó que este proyecto se ha demorado por varias razones. “En principio mi actividad actoral y cinematográfica, que me ocupa mucho tiempo; luego, el tema de los recursos económicos necesarios para la producción y el acceso a material de apoyo, como programas de televisión, que me han negado.

“Pero mi interés sigue firme. Este trabajo es algo que me place mucho (…). Para mí es muy importante destacar a esta figura de la música cubana, a quien, pienso, no se le ha reconocido lo suficiente ni puesto en el lugar preponderante que le corresponde… Y en eso estamos.”

Para Dillon, Fellove es un regalo al mundo y lamenta que su presencia en México haya coincidido con su delicado estado de salud. Cuando llegué lo encontré en el hospital. No podía hablar, pero me reconoció y por medio de su familia me mantuve informado de lo que estaba haciendo. Le aseguré que estaría atento a su recuperación.

Fellove falleció el sábado 16 de febrero, alrededor de las tres de la tarde. Matt Dillon se enteró y de inmediato acudió a la funeraria Gayosso Sullivan a expresar sus condolencias y a acompañar a su amigo.

En el funeral

Vestido con su traje de Changó, en rojo y oro, coronado con un turbante púrpura, como es la vestimenta del dios-guerrero de la religión yoruba de la que se hizo santo, reposaba el cuerpo del gran Fellove en un féretro plateado, ataviado con sus collares y anillos. Matt Dillon lo observaba arrobado.

En un momento de la noche, mientras de un reproductor de música brotaban los temas que dieron fama a Fellovin, el también director de cine contó cómo fue que supo de él:

“Me encontraba en una tienda de música de Miami buscando discos de Amado Borcelá, Guapachá, exponente del canto scat afrocubano integrante del grupo de Chucho Valdés en los años 60, que, según supe después, seguía los pasos de Fellove. Al no encontrar los álbumes, el encargado de la tienda, conocedor del asunto, me dijo: ‘si quiere escuchar al verdadero genio del scat cubano llévese éste’. Y me extendió un disco de Fellove en jam session con Cachao.

“Quedé gratamente impresionado y me dije: ‘esto es lo verdadero’. Enseguida le llevé el disco a mi amigo el músico y contrabajista Joey Altruda para que lo escuchara; fue tanto su entusiasmo que me propuso hacer una producción musical con él. Así comenzó todo.

“Hicimos los contactos pertinentes, viajamos a la ciudad de México, donde descubrimos que vivía, y durante tres semanas grabamos en los estudios Peerles la música que Altruda y Fellove seleccionaron.

“Para ese trabajo, Joey convocó a varios músicos cubanos radicados aquí: Osmany Paredes (piano), Miguelito Valdés (tumbadoras), Celio González hijo (timbales), Juan Cristóbal Pérez Grobet (guitarra), Reynaldo Pérez (flauta) y el genial trompetista Chocolate Armenteros, que se trajo de Nueva York.”

El encuentro de Chocolate Armenteros y Fellove fue algo muy emotivo, porque no se veían desde que salieron de Cuba, comentó Dillon mientras abría su iPad, en la que mostró imágenes de aquellas sesiones en la Peerles. Al deslizar el video, Matt se emocionó y expresó con alborozo: ¡Qué personajes, qué momentos!

Yo lo miré y me pregunté cómo es que a un actor de ascendencia irlandesa, nacido en Nueva York, más cercano al jazz y al rock, le interesa la música sonera.

Dillon pareció adivinar lo que me preguntaba y contó que esta música la conoció por los taxistas latinos de Nueva York. “En una ocasión viajaba en uno y el conductor tenía puesto algo que se escuchaba tremendo. Le pregunté qué era aquello y quiénes cantaban. El taxista me dijo que era la Sonora Matancera. Quedé electrizado y le pedí que pusiera más…”

Tanto le gustó que a los pocos días acudió a una tienda de discos en la Gran Manzana para comprar algo similar a lo escuchado en el taxi. Le mostraron álbumes de Arsenio Rodríguez, Sexteto Boloña, René Álvarez, Charlie Palmieri, Sonora Matancera, Cachao y… de ahí en adelante su gusto por la música cubana fue irrefrenable.

Eso fue lo que me llevó a pensar que podría hacer un filme sobre el mundo que había descubierto. Al conocer a Fellove en México me dije que él sería el primero.

Cuando empezó a reconstruir la vida del crooner cubano en voz de quienes lo conocieron o formaron parte de su vida y obra musical, Matt se encontró con ese momento de glamur, que se vivía en la ciudad de México en las décadas de los 40 y 50. Al mismo tiempo se enteró de que hubo otros personajes que lucieron en la escena nocturna y musical de aquella época, por lo cual se dijo: aún hay mucho por contar.

A partir de ahí las interrogantes se abrieron: ¿Por qué vinieron tantos músicos cubanos en esos años? ¿Qué los motivó venir? ¿Quiénes eran? ¿Qué hacían? ¿Dónde vivían? ¿Dónde trabajaban? ¿Cuáles fueron sus aportaciones? Curiosidad que se extendió a los sucedáneos: las orquestas danzoneras y agrupaciones mexicanas del son. Esa noche quedamos en vernos al día siguiente en el salón Los Ángeles para ayudarlo a encontrar algunas respuestas.

El actor llegó puntual a la cita. Con sólo entrar al recinto de la colonia Guerrero su actitud se transformó. Un gesto, mezcla de asombro y alegría, iluminó su rostro. El mítico lugar del dancing en México se le hizo imponente y original. Comentó que en ninguna parte del mundo había visto algo parecido.

Decenas de parejas bailaban al ritmo de las orquestas programadas ese domingo. Esto es maravilloso ¡es el lugar que buscaba!, dijo. Preguntó: ¿Cómo se llaman las orquestas? ¿Son sonoras? ¿Siempre hay pachucos?

El equipo de filmación, a cargo del diligente Carlos Sosa, de la Casa del Cine, se desplazaba por la pista y entre las parejas de bailadores bajo las órdenes de Matt. Algunos de ellos reconocían al actor de Loco por Mary y Crash y se le acercaban. Él bromeaba con ellos y los involucraba en las tomas.

La experiencia en el salón Los Ángeles resultó muy estimulante a Matt Dillon y antes de despedirse dijo que regresaría pronto. “Me voy con una gran motivación, por la ciudad, por su gente y… porque estoy descubriendo todo esto a través de la vida de un personaje tan importante como Francisco Fellove”.