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Ver día anteriorSábado 2 de marzo de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Los buenos libros de historia
L

os teóricos de la historia que también son historiadores señalan que la interpretación constituye el verdadero trabajo de este oficio, la cual se desprende de un análisis riguroso de los hechos en sus fuentes. El historiador, además, debe hacer un ejercicio de introspección para hacer consciente que mira la realidad a través de una perspectiva particular: la que lo hace hombre de un tiempo, un país, una clase, una posición ante la vida. La diversidad de perspectivas es lo único que puede acercarnos a la riqueza misma de la diversidad de la historia. No debe extrañarnos entonces que iniciemos esta última parte del recuento de 30 libros ejemplares con tres autores de cuyas posiciones políticas difiero en lo general: José Fuentes Mares, Enrique Krauze y Héctor Aguilar Camín.

Como historiador, Fuentes Mares se dedicó al rescate de los villanos de bronce, buscando no sólo equilibrar las posiciones difundidas por el priísmo, sino dar dimensión heroica a personajes como Cortés, Iturbide, Alamán, Miramón, Maximiliano y Carlota, Luis Terrazas y Porfirio Díaz. El mejor de esos rescates es Miramón, el hombre, biografía heroica que convence al más escéptico de la altura de miras y la entrega del caudillo conservador (de paso, sirva esta nota para incitar a que Planeta, mi casa editorial, redite la Nueva guía de descarriados, libro que debe comprar ahora mismo, en las librerías de viejo, lector amigo).

La frontera nómada, el libro que justifica la condición de historiador de Aguilar Camín, es un fresco formidable de las razones de la revolución en Sonora y de los secretos que permitieron al grupo surgido en esa entidad imponerse sobre sus rivales y diseñar el Estado posrevolucionario, con sus insuficiencias silenciadas, sus fracasos y sus miserias. Por si fuera poco, está aquí presente la magnífica pluma que después nos sorprendería con La guerra de Galio y Morir en el Golfo y que nos recuerda que podemos disentir de las opiniones políticas de un escritor sin dejar de admirar su obra escrita. Exactamente lo mismo puede decirse de Caudillos culturales de la Revolución Mexicana, de Enrique Krauze, formidable biografía intelectual paralela de Manuel Gómez Morín y Vicente Lombardo Toledano, que junto con su posterior biografía de Daniel Cosío Villegas nos muestra las ideas y la acción pública de una generación que no debemos olvidar.

Como hemos señalado en otros artículos, uno de los más graves errores de comprensión histórica estriba en no mirar hacia fuera. La evangelización puritana en Norteamérica (1976) de Juan Ortega y Medina y La herencia medieval de México (1984) de Luis Weckmann, son ejemplos formidables de cómo combatir esa tendencia. El primero nos muestra América desde México, en particular, la formación ideológica del futuro imperio estadunidense, en la que destaca, por ejemplo, la incapacidad –y la falta de ganas– de los misioneros puritanos para acercarse o comprender a los indígenas, en contraste con la evangelización española. Muchos mitos sobre el destino manifiesto se caen desde su base a través de sus páginas. El segundo libro nos muestra una herencia incómoda para muchos: lo que de español, lo que de medieval tienen la cultura, las instituciones, las costumbres mexicanas.

Los extranjeros en México y los mexicanos en el extranjero, de Moisés González Navarro, es una mirada de larga duración sobre los procesos migratorios que han transformado al país. Hay en ese libro la mirada de un historiador que hizo su mayor esfuerzo por comprender lo que él mismo es, para comprender al otro.

Entender lo ajeno, lo que podría resultarnos absurdo pero fue y es vital para otros, es el origen de La santidad controvertida, de Antonio Rubial, libro melancólico que nos llama hoy a buscar en la fe del pasado, una rendija de esperanza.

Terminamos con Resistencia y utopía. Memorial de agravios y crónica de revueltas y profecías acaecidas en la provincia de Chiapas en los últimos 500 años de su historia, de Antonio García de León, explicación de los mecanismos de lucha contra la opresión. Una historia alucinante, comprensiva y abarcadora. Una historia de desequilibradas maravillas que muestra la rebelión permanente de los más humildes y la atrocidad de los poderosos. Una historia viva que pareció acertada y premonitoria cuando, nueve años después de su publicación, apareció en escena el Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Y con esto, lector amigo, terminamos esta serie. Si tú y La Jornada tienen paciencia, iniciaremos una nueva, en la que trataremos de mostrar la manera en cómo la comprensión de la historia incide en las discusiones políticas del presente.

*Historiador. Su ibro más reciente es La cabeza de Villa

Twitter: @salme_villista