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Economía Moral

La medición de la pobreza en el mundo / IX

Reducción drástica de la pobreza en Europa al aplicar el criterio intersección

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rian Nolan y Christopher Whelan (NyW) son dos muy conocidos autores irlandeses en el tema de medición de la pobreza. En el libro editado por Besharov y Couch que vengo analizando en esta serie de entregas (Counting the Poor, Oxford University Press, 2012), escriben el único capítulo (Uso de indicadores de privación no monetarios para analizar la pobreza y la exclusión social en Europa) que utiliza lo que he llamado métodos combinados, es decir, que combinan la dimensión de pobreza de ingresos (medición indirecta de la (in)satisfacción de necesidades al identificar la (in)capacidad económica para ello) con mediciones directas de la (in)satisfacción de algunas necesidades. NyW son precursores del método de los pobres de verdad (a la par del grupo de seguidores de Peter Townsend en la Universidad de Bristol, liderados por David Gordon) que utiliza como criterio de pobreza la intersección de conjuntos: es decir, considera pobres sólo a quienes tienen al menos un número determinado de carencias específicas y su ingreso está por debajo de la línea de pobreza, criterio ahora muy conocido en México porque lo adoptó el Coneval en la medición oficial de pobreza.

En su capítulo en el libro de Besharov y Couch repiten (en esencia) lo planteado para Irlanda en su libro de 1996 (Resources, Deprivation and Poverty, Clarendon Press, Oxford), pero ahora para la Unión Europea (UE). Esto es posible ahora porque se ha institucionalizado un sistema de encuestas homogéneas para toda la UE, cuyo enfoque, en palabras de NyW, es capturar situaciones en las que la persona vive sin algo debido a falta de recursos financieros, y no a otras restricciones o porque no desean el rubro (p.345); en otras palabras buscan captar las carencias forzadas que, aunque los autores no lo dicen, fue desarrollado por Joanna Mack y Stewart Lansley en 1985 (Poor Britain, Londres, Allen & Unwin). El cuestionario que NyW presentan, sin embargo, capta en muchos casos sólo la carencia y no su carácter forzado, lo que ocurre en las variables de vivienda y sus instalaciones y del barrio. Además, el cuestionario presentado no capta el otro elemento esencial del enfoque de Mack y Lansley, según el cual las carencias forzadas deben referirse a satisfactores necesarios socialmente percibidos por la mayoría de la población. NyW, extrañamente, sólo mencionan estas percepciones cuando discuten si todos los rubros deben contar igual o unos más que otros (ser ponderados con distintos pesos) o de igual manera. En la UE no se han conformado listas de satisfactores necesarios socialmente percibidos para cada país, ni tampoco una lista para el conjunto de la UE. Utilizan rubros definidos en gabinete aunque basados en estudios nacionales.

NyW repiten, para la UE, la idea desarrollada para Irlanda de clasificar los rubros en varias dimensiones mediante la técnica estadística del análisis factorial. En la UE clasifican los 24 rubros de la encuesta aplicada hasta 1996, en cinco categorías: a) estilo básico de vida; b) estilo secundario de vida; c) instalaciones de la vivienda; d) deterioro de la vivienda; y e) problemas ambientales. Note el lector que satisfactores básicos como educación, servicios de salud y cuidado de personas, están ausentes de este enfoque. Es decir, de las tres dimensiones acordadas para el estudio de la exclusión social en Europa (véase entrega del 22/2/12), los indicadores referidos sólo se refieren a una de ellas, la privación material. El más limitado número de rubros de las encuestas posteriores les llevó a formar sólo 3 categorías: f) privación en el consumo, (la fusión de a y b); g) instalaciones de la vivienda (equivalente a c); y h) ambiente del barrio. Los autores señalan que la correlación estadística entre los datos de carencias en las categorías f y g es muy baja, de solo 0.3.

Para NyW la relación entre estas mediciones de privación material y el ingreso es de importancia central al pensar en cómo los indicadores no monetarios muy importante deben interpretarse y usarse. Añaden que, al distinguir diferentes dimensiones de privación, se encuentra que la relación con el ingreso es más fuerte con algunas dimensiones (las dos primeras en la lista de 5) que con otras (las otras tres), pero aclaran que nunca supera un coeficiente de correlación de 0.5. Nuestros autores irlandeses hacen ahora para la UE lo que ya habían hecho para Irlanda: eliminan las dimensiones de más baja correlación con el ingreso y efectúan la intersección de hogares pobres de ingresos (con ingresos inferiores a la línea de pobreza, LP, calculada como el 60 por ciento de la mediana del ingreso de los hogares de cada país) con los que tienen tres o más carencias (de siete) sólo en la categoría de consumo, la f, que es la de más alta correlación. Pero se quedan atónitos al comprobar que, ni así, la intersección es muy alta, es decir que sólo entre 28 y 47 por ciento de los hogares con ingresos inferiores a la LP tienen tres o más carencias, de un total posible de 7. La categoría de consumo incluye rubros como viaje de vacaciones; comidas con carne, pescado o pollo; computadora personal; automóvil; calefacción en la vivienda.

En la gráfica (arriba) muestro, para los 24 países de la UE, la drástica reducción de la pobreza cuando se utiliza el criterio de intersección de los conjuntos: es decir que para considerar pobre a una persona/hogar no basta con ser pobre por ingresos o tener un número elevado de carencias en indicadores específicos, sino que se exige que se encuentre en ambas situaciones. Las barras más altas muestran el porcentaje de la población bajo la LP relativista que usa la UE. Las más bajas muestran la población que es pobre de verdad, que además de ser pobre por ingresos, tienen tres o más carencias en la categoría de consumo. El criterio intersección, tal como lo aplican Nolan y Whelan, reduce (en un promedio simple de los países de la UE) la pobreza de verdad a 39 por ciento de la pobreza de ingresos; es decir, en promedio el porcentaje de ésta es 2.6 veces mayor que el de pobres de verdad. Como escribí en el capítulo 18 de mi tesis doctoral en 2005:

El criterio de pobreza de los autores de los pobres de verdad, que consiste en definir como pobres sólo a quienes así se identifican por ambos procedimientos (intersección de los conjuntos de pobres), implica que para ser no pobres basta con que no se les identifique como tal en cualquiera de los dos procedimientos (unión de los conjuntos de no pobres). De esta manera, un hogar que se encuentra debajo del nivel de la línea de pobreza y en la norma en la dimensión directa, resultará no pobre a pesar de la insuficiencia de sus fuentes de bienestar en conjunto. Con tal definición se minimiza el error de medición tipo II, o error de inclusión, identificar como pobres a quienes no lo son, aunque con ello se maximice el error tipo I, no identificar como pobres a quienes sí lo son (error de exclusión). La postura es asimétrica y subestima la pobreza. Esto se aprecia también en Gordon et al, que conciben tanto a quienes tienen un ingreso igual o superior a la línea de pobreza pero muestran algunas carencias (que Kaztman llamó en 1989 carencias inerciales), como a los que no tienen un ingreso adecuado, pero no muestran carencias directas (que Kaztman llamó pobres recientes), como no pobres”.

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