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Aspira a ganar el cetro plata del CMB el 23 de febrero

El boxeo me sirve para olvidar la soledad, dice la joven Yésica Nery
 
Periódico La Jornada
Domingo 17 de febrero de 2013, p. a15

Yésica Nery se pregunta cómo sería su vida si no se dedicara al boxeo. Si en vez de levantarse en las madrugadas para correr y pasar las mañanas y tardes encerrada en un gimnasio, su vida transcurriera como la de cualquier joven de 18 años. No estaría privada de tantas cosas que se supone deben hacerse a esa edad: no renunciaría a fiestas ni a salidas en grupo. Es cierto, admite, pero aún así la joven peleadora elige la vida de disciplina rigurosa a la que consagra su juventud.

El boxeo me ha servido para olvidar la soledad, porque sufrí el abandono de mi madre cuando yo era pequeña y este deporte me permite cubrir un vacío en mi vida, cuenta Yésica.

La adicción a las drogas alejaron a su madre; Yésica se refugió, junto con su hermano menor Óscar y su padre, Alejandro, en el boxeo, todos involucrados de tiempo completo como una forma de blindaje contra las hostilidades de la realidad.

Empezó a boxear desde los cinco años, pero fue a los nueve cuando se lo tomó más en serio y comenzó a practicar sobre el cuadrilátero, casi siempre contra niños, porque no había mujeres en el gimnasio.

La primera vez que peleé contra un niño lo hice vomitar por un gancho al hígado que le pegué, cuenta Yésica, orgullosa de que a pesar de ser una niña era capaz de asestar aguijonazos.

Sí me gustaba jugar a lo mismo que a otras niñas, la casita y el juego de té, pero lo mío eran lo guantes.

Además de darle motivación, está segura de que el boxeo la salvó de repetir los patrones improvisados de muchas jóvenes de su edad, historias recurrentes en su barrio, en la delegación Venustiano Carranza.

Creo que ya hasta tendría un hijo. En mi colonia es común que desde chicas se convierten en madres, incluso en mi propia familia, entonces a mí el boxeo me ha alejado de repetir eso.

Yésica está consciente de que ahora practicar boxeo es menos hostil para las mujeres. Hay más oportunidades y mejores condiciones para practicar este deporte, pero, advierte, aún existen muchos rezagos que sortear.

Me coroné el año pasado como campeona juvenil del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) y es la fecha que no me han entregado mi cinturón; cuando son hombres los que ganan este título se los dan de inmediato, lamenta.

Me dijeron que ya lo tenían, pero deberían entregármelo porque les nace reconocer mi esfuerzo, y no estar en la necesidad de rogarles para que me den lo que gané; eso es discriminación.

Hace poco le ofrecieron disputar el título mundial minimosca en Japón, ante la monarca Naoko Shibata, pero después de hablar con su padre y su mánager decidieron que era un riesgo innecesario, que aún necesita hacer más grueso su récord, hasta ahora de ocho peleas profesionales y 94 combates como amateur.

El 23 de febrero disputará el título plata del CMB, ante Ivoon Rosas, antesala para un campeonato del mundo. Quiere instalarse al menos un año en ese cinto antes de pensar en las grandes ligas.