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Impacto en los Urales
Pánico al caer el meteorito en Rusia: mil 200 heridos

La roca estalló al entrar en la atmósfera y lanzó miles de bolas de fuego

“Llegué a pensar: ‘¡Dios mío, comenzó la guerra!’”, narra testigo

Versiones contradictorias sobre los restos del cuerpo

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Estela del meteorito que surcó ayer el cielo de la ciudad rusa de Cheliabinsk, al este de MoscúFoto Ap
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Un policía ruso vigila junto a un hoyo en el hielo formado en el lago Chebarkul, donde la oficina del Ministerio del Interior para Cheliabinsk dijo es el sitio donde cayó el meteorito que afectó ayer en esa área de RusiaFoto Reuters
Corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 16 de febrero de 2013, p. 2

Moscú, 15 de febrero. La mañana de este viernes los habitantes de la región de Cheliabinsk, en los Urales, pudieron presenciar la explosión de un meteorito que al entrar en la atmósfera lanzó para abajo miles de bolas de fuego.

Por fortuna, hacia las ocho de la noche de hoy, no hay víctimas mortales que lamentar, pero sí mil 200 heridos, la mayoría con cortes y astillas de los cristales de las ventanas que se hicieron añicos por la onda expansiva de la explosión.

“Me cegó algo que no puedo describir, de color anaranjado muy intenso, más fuerte que el Sol, y, de repente, un ruido tremendo cimbró la casa y volaron los cristales. Corrí para tomar a los niños, nos abrazamos sentados en el sofá y llegué a pensar: ‘¡Dios mío, comenzó la guerra!’ (nuclear)”, compartió una testigo sus impresiones en un foro ruso de Internet.

Ante el pánico que se generó en las primeras horas, el gobernador de Cheliabinsk, Mijail Yurevich, desmintió los más recurrentes rumores: no se trató de un choque de aviones militares ni de pasajeros; no se llevó a cabo la evacuación de personas en ninguna parte de la región; no hubo muertos ni las fuerzas de defensa antiaérea derribaron el meteorito con un misil; tampoco cayeron fragmentos del cuerpo celeste en los depósitos de armamento nuclear de Treojgorny, por lo cual no cabe esperar que aumente la radiación en la zona.

Según testimonios difundidos por los medios locales –el meteorito se desintegró a mil 600 kilómetros al este de Moscú–, el estallido, calificado de colosal e impresionante, sacudió los edificios y destruyó los cristales de las ventanas en un área aproximada de 170 mil metros cuadrados.

Lucha contarreloj

Esto plantea problemas adicionales de posibles congelamientos entre la población en una zona que en esta época del año, y sobre todo de madrugada, las temperaturas son habitualmente bajas. Se lucha contrarreloj para colocar los cristales en los sitios más vulnerables: hospitales, asilos de ancianos, guarderías, escuelas, al tiempo que se reanuda el suministro de gas, aumenta temporalmente el servicio de calefacción y se intenta restablecer la telefonía celular, colapsada.

El presidente Vladimir Putin, apenas se conoció en Moscú lo sucedido en los Urales, se reunió con su ministro de Situaciones de Emergencia, Vladimir Puchkov, y le encomendó proporcionar ayuda inmediata a los afectados, así como resolver los daños ocasionados a sus viviendas.

La Academia de Ciencia de Rusia emitió una primera evaluación del fenómeno: “Estimamos que el tamaño del cuerpo celeste alcanzó varios metros –hasta diez, conforme a otras fuentes del ámbito académico–, con unas 10 toneladas de peso y varias kilotoneladas de energía. Entró en la atmósfera a una velocidad de 15 a 20 kilómetros por segundo, se desintegró a una altura de 30 a 50 kilómetros y la rápida caída de los múltiples fragmentos causó un fuerte deslumbramiento y una poderosa onda expansiva”.

Bomba atómica

Para los astrónomos de la Universidad de Cheliabinsk, el bólido causó una explosión de cientos de kilotoneladas de dinamita, lo que puede equipararse a una bomba atómica de potencia media.

Al principio se manejó que podría tratarse de una lluvia de meteoritos, hipótesis que las autoridades rechazaron en favor de la versión del cuerpo celeste que explotó al tocar la atmósfera.

Queda por definir si ese meteorito, como sostienen algunos especialistas, es un fragmento del asteroide 2012 DA14, del tamaño de un campo de futbol y 130 toneladas de peso, que esta noche, a las 23:08 hora de Moscú, se aproximo a la Tierra a 27 mil kilómetros de distancia. Hay dudas que los académicos resumen en que sería posible que el meteorito que explotó en los Urales fuera un fragmento desprendido del asteroide, pero la dirección de vuelo, al ser distinta, desalienta esa conclusión.

El ministerio ruso de Situaciones de Emergencia sostiene que ningún fragmento del meteorito tocó tierra, desintegrándose a gran altura. Otras dependencias del gobierno no comparten esa tesis y el Ministerio de Defensa anunció esta noche que militares de una brigada de tanques del Distrito Central encontraron el sitio de la eventual caída del cuerpo celeste.

El impacto dejó un hoyo de seis metros de diámetro. En la zona se monitorea permanentemente el nivel de radiación, informó Yaroslav Roschupkin, el vocero de ese distrito militar.

No faltan explicaciones extravagantes como las de Vladimir Zhirinovsky, dirigente ultranacionalista, que considera que no hubo ningún meteorito: Estados Unidos probó una nueva arma contra Rusia, sentenció, sin aportar más evidencia que su capacidad de inventar.

En cambio, Dimitri Rogozin, viceprimer ministro a cargo de la industria militar, reiteró su insistente petición de recursos del presupuesto para crear un sistema internacional de alerta y prevención de cuerpos celestes que se acercan a la Tierra.

El meteorito que estalló sobre Cheliabinsk es el fenómeno de mayor magnitud desde que, en 1908, un bólido aún mayor arrasó una extensa zona en la taiga siberiana cerca del río Tunguska.