Política
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Nueva entrega de la serie de comunicados Ellos y nosotros

Se acerca Marcos a gente de abajo que mira hacia abajo

Toca el caso de reclamaciones a empleados de cadena comercial

 
Periódico La Jornada
Sábado 9 de febrero de 2013, p. 19

¿Podemos todavía elegir hacia dónde y desde dónde mirar?, pregunta el subcomandante Marcos en la nueva entrega de la serie de comunicados Ellos y nosotros. Se refiere ahora a los que miran y escuchan desde/hacia abajo. De modo claramente narrativo, presenta a una pareja trabajadores. Elegir por ejemplo, dice, entre mirar a quienes laboran en la cadena de supermercados, reclamarle a las trabajadoras el ser cómplices del fraude electoral, y hacer escarnio del uniforme naranja con el que obligan a vestirse a los empleados. O bien mirar a la empleada.

Y, en referencia a las protestas poselectorales en ciertas tiendas de autoservicio, prosigue: “La cajera va y se quita el delantal naranja, refunfuñando por el coraje que le dio que le reclamaran ser cómplice del fraude que llevó al poder la ignorancia y la frivolidad. A ella, mujer, joven o madura o madre o soltera o divorciada o viuda o madre soltera o esperando o sin críos o lo que sea, que entra a trabajar a las siete de la mañana y se va a las cuatro de la tarde; claro, si no hay horas extras, y sin contar el tiempo de la casa al trabajo y de regreso, y luego a darle a la escuela o a la casa, a las ‘labores-propias-de-su-sexo’”. A ella, “a quien se supone que ésos van a salvar, nomás cuestión de un voto y ya, tarán, la felicidad”.

¿Acaso los dueños se visten con el delantal naranja?, murmura irritada. Se arregla el desaliño propositivo con el que llega a trabajar para que el gerente no la esté molestando. Sale. La espera su pareja. Se abrazan, se besan, se tocan con la mirada, caminan. Entran a un café-Internet, 10 pesos la hora, 5 la media hora.

“Ande –dice ella–, busque usted cuándo empezó todo”. Navegan. Llegan a cuando son un poco más de 131 los inconformes. Ponen un video. Son fresas, dice él. Y ella replica: Cálmese, vanguardia revolucionaria. Está usted mal de su cabeza si juzga a las personas por su apariencia. Si a mí, por ser de piel clara, me dicen güerita y fresita, y no ven que apenas llego a la quincena. Hay que ver la historia de cada quien y lo que hace, sonso.

Siguen viendo. Miran, callan, escuchan. “Tras que se la cantaron de frente al Peña Nieto ese… Son valientes, sí, se ve que tienen muchos huevos”, dice él. Ella le da un zape, por aquello de que también los ovarios cuentan.

Pasan a considerar una eventual reunión zapatista: ¿Y usted cree que nos inviten?Cámara, si el Vins es mi cuate y dijo que él es su carnal del Cara de calcetín porque lo dejó ganar en el Mortal Kombat, en las maquinitas, así que nomás tenemos que decir que somos banda del Vins y ya estufas brujas”, argumenta él.

La mujer reacciona: ¿Y qué madres nos van a dar los zapatistas, si están bien lejos? ¿Acaso me van a dar mejor sueldo, van a hacer que me respeten, que los pinches hombres no me estén viendo las nalgas en la calle?... ¿Me van a dar para pagar la renta, para comprarle su ropa a mi hija, mi hijo? ¿Van a bajar el precio del azúcar, el frijol, el arroz, el aceite? Y a usted, ¿le van a devolver su trabajo en la planta? ¿Le van a valer los estudios, los cursos de capacitación, y todo para que el culero del patrón se llevara la empresa a no sé dónde, y el sindicato y la huelga, y todo lo que hizo, para luego terminar lavando coches?

Menciona al Chompis, que le quitan el trabajo y le desaparecen al patrón para que no pueda defenderse y el gobierno con su rollo de que es para mejorar el servicio y la clase mundial y la madre del muerto y acaso bajaron las tarifas, y la pinche luz se va a cada rato y el pinche Calderón se va a dar clases de sinvergüenza con los gringos, que son los meros maestros de esa madre.

La mujer: “Cada que me acuerdo me da coraje, tanto darle y darle para que al final los de arriba se queden con todo, si nomás falta que privaticen las risas, aunque no creo, porque de esas hay pocas, pero las lágrimas sí, esas abundan y se hacen ricos… más ricos. Y luego viene usted con sus cosas esas de que los zapatistas para acá y los zapatistas para allá, y que abajo y a la izquierda y que la octava…” Él interrumpe: La Sexta, no la octava.

Más adelante, la mujer cuestiona: ¿Y qué nos van a enseñar? (los zapatistas). Que no estamos solos, responde su pareja. Y ella: Ni solas, menso.

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