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El premier Jebali promete unas elecciones rápidas para calmar la ira de manifestantes

Disolución del gobierno islamita en Túnez tras asesinato de líder opositor

Multitud incendia la sede del partido Ennahda; disturbios en varias ciudades provocan un muerto

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Tunecinos se movilizaron ayer luego del asesinato del líder opositor de izquierda Chokri Belaid (en el cartel) cuando salía de su domicilio. El político era muy crítico con el gobierno de Jebali pues temía que los radicales religiosos desaparecieran las libertades ganadas en la primavera árabe Foto Reuters
 
Periódico La Jornada
Jueves 7 de febrero de 2013, p. 26

Túnez, 6 de febrero. El líder opositor tunecino Chokri Belaid fue asesinado este miércoles a balazos, lo que provocó las mayores protestas desde la revuelta de hace dos años en Túnez. El primer ministro Hamadi Jebali ordenó la disolución del gobierno –dominado por el partido islámico Ennahda–, y prometió elecciones rápidas en un intento por calmar la ira de los manifestantes.

Chokri Belaid, de 48 años, fue abatido por un hombre que le disparó en la puerta de su casa cuando se dirigía al trabajo. El atacante huyó en una motocicleta.

Belaid, líder de la oposición de izquierda y muy crítico con el gobierno actual, se había unido a una coalición de partidos, el Frente Popular, que plantea una alternativa al poder. Abogado y político, hablaba por quienes temen que los radicales religiosos desaparezcan las libertades ganadas tras las revueltas de la primavera árabe.

Jebali anunció la conformación de un gabinete interino de tecnócratas que no pertenezcan a ningún partido, y remplazará a la coalición islamita, hasta que se realicen elecciones. El primer ministro afirmó que las semanas de diálogo entre varios partidos políticos para restructurar el gobierno fracasaron, por lo que decidió formar un pequeño gobierno.

Convocan a nueva revolución

El primer ministro denunció el asesinato de Belaid y calificó de acto de terrorismo. Es un asesinato político y el asesinato de la revolución tunecina, apuntó.

Frente a un hospital de Túnez, donde se hallaba el cadáver de Belaid, se congregó una muchedumbre encolerizada que acusó al partido islámico Ennahda y pidió una nueva revolución.

Durante el día, los manifestantes se enfrentaron a la policía en las calles de la capital y otras ciudades, incluida Sidi Bouzid, el epicentro de la revolución que derrocó a Zine Abidine Ben Alí en enero de 2011, con saldo de un policía muerto.

En la capital, la multitud incendió la sede de Ennahda, el partido islamita moderado que ganó la mayoría de los escaños en una elección legislativa hace 16 meses. También fueron saqueados e incendiados los locales de ese partido en Mezzouna, cerca de Sidi Bouzid, y desvalijaron los del partido Gafsa.

Miles protestaron igualmente en ciudades como Mahdia, Sousse, Monastir y Sidi Bouzid, donde la policía lanzó gas lacrimógeno y disparó en advertencia contra manifestantes que incendiaron automóviles y una comisaría. Además, lanzaron piedras contra los policías, que replicaron con gas lacrimógeno.

Ennahda negó cualquier relación con el asesinato. Su líder Rached Ghannouchi culpó a quienes buscan desbaratar la transición democrática en el país. Túnez se encuentra hoy en uno de los mayores estancamientos políticos desde la revolución. Deberíamos evitar caer en un espiral de violencia. Más que nunca necesitamos unidad, sostuvo.

Ghannouchi acusó a sus oponentes secularistas de incitar a las personas contra su partido tras el asesinato.

De todos modos, cuatro formaciones opositoras tunecinas –el Frente Popular (izquierda), el Partido Republicano, Al Masar y Nidaa Tunes (centro)– lanzaron un llamado a la huelga general el jueves y decidieron suspender su participación en la Asamblea Nacional Constituyente.

El presidente Moncef Marzouki condenó en el Parlamento Europeo el odioso asesinato de Belaid y acortó un viaje a Francia, además de cancelar una visita a Egipto prevista para el jueves. Hay fuerzas políticas en Túnez que no quieren que esta transición tenga éxito”, dijo.

Las potencias mundiales instaron a los tunecinos a rechazar la violencia y continuar con la transición a la democracia que comenzaron dos años atrás, cuando la revolución puso fin a décadas de dictadura e inspiró revueltas similares en Egipto y en naciones del norte de África y Medio Oriente.

Estados Unidos, Francia, la Unión Europea, y la alta comisionada de la Organización de Naciones Unidas para Derechos Humanos, Navy Pullay, condenaron el asesinato y manifestaron su preocupación por la situación en el país norafricano.

Túnez fue el primer país árabe que derrocó a su líder y celebró elecciones libres antes de que los levantamientos se extendieran por la región hace dos años, llevando a la caída de los dirigentes de Egipto, Yemen y Libia y a la guerra civil en Siria.