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El autor de El dinosaurio recibió un homenaje por su décimo aniversario luctuoso

Augusto Monterroso trasciende como paradigma de la poética de la brevedad

Fue una persona de enorme generosidad y lector de una formidable capacidad: Eduardo Lizalde

 
Periódico La Jornada
Jueves 7 de febrero de 2013, p. 6

Nada más incongruente que recordar a Augusto Monterroso de manera solemne, recalcó el poeta Eduardo Lizalde, uno de sus más entrañables amigos y colaboradores, para cerrar el homenaje que el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) rindió la noche del martes al narrador guatemalteco con motivo de su décimo aniversario luctuoso, que hoy se cumple.

Y es que si algo no caracterizó la velada, efectuada en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, fue precisamente ese sentido riguroso y distante, acartonado de los actos solemnes.

Fue, más bien, un encuentro entre amigos en el que prevalecieron anécdotas y recuerdos sobre ese ánimo festivo de Monterroso para con la vida y las dotes de su gran sentido del humor, además del reconocimiento a la inteligencia y la magistralidad de su escritura.

Acompañado por el también escritor José de la Colina y los investigadores Lauro Zavala y Javier Perucho, Eduardo Lizalde evocó al homenajeado como una persona de enorme generosidad y lector de una formidable capacidad e inteligencia frente a los textos clásicos y modernos, que alimentaron su, en apariencia, breve e ingenua producción.

Como autor, precisó, estaba muy lejos de ser un humorista, si bien, en lo personal, siempre se distinguió por su excepcional y fino sentido del humor.

“Una de las cosas de las que más acostumbró a defenderse –dijo– era de que lo llamaran humorista. Y no lo era, su filo fue satírico. Decir que Monterroso era humorista es como asegurar que Wilde, Chesterton o Borges lo eran; sus textos son de enorme complejidad”.

La suya es una prosa nada fácil para el lector ingenuo, un campo minado, destacó el poeta, quien subrayó asimismo que Tito, como le decían de cariño sus amigos, era maniático de la perfección, de la concentración, de la brevedad, de la inteligencia y la no convencionalidad de los textos.

Al respecto, José de la Colina agregó que el autor de El dinosaurio, uno de los más célebres relatos en lengua española por su brevedad, es una variante en la tradición de los autores misceláneos y de cuentos cortos en México, porque casi siempre esa tradición tiene que ver con los escritores franceses.

Creo que su humor viene de otra fuente, que son los autores ingleses. Él era un gran lector de los grandes autores y de los grandes ensayistas ingleses, los ensayistas quizás por definición, precisó De la Colina, quien fue el más prolijo en las anécdotas.

Foto
Augusto Monterroso, en imagen de 1998Foto Archivo La Jornada

Una de ellas fue que un día, en una reunión con escritores suecos y daneses, cuya estatura contrastaba mucho con lo bajito de Monterroso, se le acercó uno de ellos para, en son de broma, preguntarle si todos en su país eran de su misma estatura, a lo que el guatemalteco en tono flemático respondió de forma negativa, que también había chaparros.

Pleitesía al escritor

Entre los asistentes al acto se encontraba la escritora Bárbara Jacobs, viuda de Monterroso, quien subió a la mesa ante la insistencia de los participantes

Estos también trataron de persuadirla para que revelara algunos de los enigmas que hay detrás de la escritura de ese autor, entre ellos los títulos de sus libros o la hechura de El dinosaurio, a lo que la colaboradora de La Jornada respondió con una gentil sonrisa: Lo que sé de sus libros o de mi relación con él, me lo llevo para mis memorias.

Mientras, Lauro Zavala resaltó la enorme y paradójica cantidad de estudios, textos y páginas que ha suscitado en el mundo una obra literaria tan breve como es el relato El dinosaurio, que no pasa de una línea, Javier Perucho situó a Tito Monterroso como un autor paradigmático de la poética de la brevedad, es decir, del microrrelato o la microficción.

“A 10 años de su partida, seguimos leyéndolo; para mí es un paradigma de escritor, un autor atentísimo a su tiempo y sus circunstancias; detrás de todas esas ficciones está su país, el adoptivo y el de nacimiento, y hay una gran preocupación social en cada uno de sus relatos, no solamente en Eduardo Torres, sino en Obras completas y otros cuentos, y en sus fábulas”, indicó.

Naturalmente que también la condición humana allí está presente, retratada, cruelmente reflejada y criticada en cada uno de sus ambiciones, virtudes, en sus celos y defectos. Rindo pleitesía a que haya puesto esos pequeños acentos en nuestra condición humana.