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Niños de entre seis y 12 años ensayan para un recital, que desean llegue pronto

Aspiran a cambiar, a través de la música, la realidad de sus hijos

El Conjunto de Cuerdas Infantil de Oriente, esperanza en un zona conflictiva de Iztapalapa

 
Periódico La Jornada
Domingo 3 de febrero de 2013, p. 31

Desde afuera, entre las empinadas y polvorientas calles del cerro Peñón del Marqués, los acordes del Himno a la alegría que salen de un centro de cómputo apenas son perceptibles en el atardecer de esta zona de Iztapalapa, identificada por sus altos índices delictivos y de narcomenudeo.

Sin embargo, adentro el entusiasmo no ceja en el grupo de niños de entre seis y 12 años que con panderos, claves, flautas y guitarras, ensayan sus notas para un recital, que aún no tiene fecha, pero esperan pronto vendrá.

Se trata del Conjunto de Cuerdas Infantil de Oriente, integrado hace poco más de un año por niños que provienen de familias humildes, casi todas con más de cuatro integrantes, que se sostienen con los escasos ingresos que se pueden obtener de horas de trabajo en una fábrica o del comercio ambulante.

Los pequeños, que se visten de gala: suéteres grises para los niños y amarillos para las niñas, sólo buscan un rato de diversión, pero son las madres, las que se apilan y se convierten en público cautivo todas las tardes en el centro de cómputo, las que aspiran a cambiar, a través de la música, la realidad de sus hijos.

Dulce Azucena, de 35 años, madre soltera con cinco hijos, cuatro de ellos en el coro, platica que su familia siempre ha sido honrada y dedicada al comercio ambulante en el bosque de Chapultepec, por generaciones. Nunca hemos salido de pobres, pero siempre del trabajo a la casa y de la casa al trabajo, cuando lo hemos tenido, comenta.

Avecindada, desde 1985, en la colonia La Joya, mejor conocida como El Hoyo, sabe de los riesgos de la zona y prefiere que sus pequeños vivan de otra manera. Que estén aquí en el grupo, los aleja de las malas amistades, de los vicios y la vagancia. Y les gusta la música, porque si no, no vinieran. A mi niño, de nueve años, veo que cuando está triste o nervioso, agarra su guitarra y se pone a tocar y tocar.

Foto
Ensayo de la orquesta infantilFoto Alfredo Domínguez

Con ella, coinciden las mamás de Leslie López, quien toca la guitarra, y la de Montserrat Salazar, que ensaya en el violín. Hasta se apuran para hacer la tarea para venir, y nos fusilan si no las traemos, comentan.

A Óscar Alvarado, el mayor del grupo, le sirve de pasatiempo. Como no estudio me ayuda a distraerme, y algún día me gustaría tener una banda como la de mi tío, que toca la tambora y tiene muchos instrumentos, platica, al detallar que por las mañanas trabaja como panadero, para ayudar a su mamá.

Vadím Tavira, quien proviene de una familia de músicos –su tío Ángel protagonizó la película El Violín–, es el maestro y director de la orquesta. Su estrategia para evitar deserciones en el grupo, según explica, es la paciencia. Aquí no se seleccionó a nadie por habilidad musical, la mayoría nunca había tocado un instrumento. La idea no es enseñarles con algún rigor, sino que los voy llevando como si fuera un juego y van aprendiendo.

La diputada local del PRD Dione Anguiano, promotora de esta iniciativa, expresa que uno de los aciertos de este proyecto es haber entregado a los niños los instrumentos, con el único compromiso de que asistan a clases.

Tenemos cerca de 120 niños, nadie se ha ido; queremos ampliarlo pero no hemos podido, que cada colonia de esta zona cuente con un grupo, apunta.