Opinión
Ver día anteriorJueves 31 de enero de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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El demente descabezado
T

eatro El Milagro goza del apoyo del Programa de Fomento de Proyectos y Coinversiones Culturales del Fonca y lo acredita de muy buena manera, además de sus propias producciones, con muy variados ciclos y estancias de grupos independientes. En el Ciclo de Teatro en los Estados 2013 brinda la oportunidad a los capitalinos de que conozcamos algunos grupos muy interesantes, como es el caso de Sabandijas de Palacio de Querétaro, dirigida por su fundadora –en 2002– Mariana Hartasánchez Frenk. La dramaturga y actriz es poseedora de un sólido currículo que ampara estudios de Lengua y Literatura Hispánica en la Facultad de Filosofía y de actuación en el Centro Universitario de Teatro, ambos de la UNAM, y el Premio Nacional de Dramaturgia Manuel Herrera Castelán en 2005 que repitió en 2006. Sabandijas de Palacio cuenta con un local propio, con un pequeño teatro para 100 espectadores y en él se imparten talleres de lo que resulte referente al teatro. Por su parte, el joven director Ginés Cruz, además de diversas escenificaciones con otros grupos, algunos de la capital del país, ha colaborado con Sabandijas en muchos montajes al igual que la escenógrafa Ceyla Orlaineta, el iluminador Fernando Saldaña y la diseñadora de vestuario Letty Méndez. El elenco está integrado por actores y actrices formados en cursos y talleres que se imparten en su sede.

El demente descabezado se anuncia con un lema: Cada acto de una madre repercutirá en la mente de su hijo. En efecto, a pesar del sangriento título que inventó Cordia en cuanto tuvo una pistola en su mano, el tema de la obra es la maternidad. La maternidad biológica que paradójicamente lleva al abandono del hijo, se opone a la maternidad por adopción que cuida de la niña sin madre, hermana del también abandonado Garullo. Las mil vueltas de la trama unen a los personajes en apariencia dispersos y sin relación unos con otros en un juego que, como muy bien dice José Ramón Enríquez en el programa de mano, al ritmo de modas ideológicas que hoy llenan los simposios y mañana serán polvo. El teatrista presentador se refiere al arte conceptual y al performance, ya que la obra comienza con la pequeña Cordia buscando en el diccionario la palabra concepto y se afirmará que en su caracterización de demente descabezado roba conceptos, además de que el performance se hace presente con Salvia Atrona-Nadieshka Brotka y su ayudante Nadine, y en que todo el elenco realiza uno al final.

En un escenario tipo isabelino con sillas dispuestas alrededor como muestran las fotografías de su sede queretana, en el piso se observan marcaciones –en principio la delimitación aparece pespunteada– hechas con gis, de mobiliario y de personas aunque hay una silla verdadera arriba derecha, en donde se sentará la niña –y a la izquierda del espectador– la mesa con lo necesario para el músico Claudio Irrera, que toca sus propias composiciones originales; a esto se añade posteriormente un montículo para la conferencia de prensa de Salvia y para dar el final. El director tiene muy buenas soluciones, como es el teléfono por cuyo cordón se descuelga Garrullo, que al principio aparece a lo alto del muro, o las mantas verdes que pueden ser rebozos de la performancera y su ayudante cuando aparecen como mendigas y se transforman en cobijas que, junto a una almohada, se vuelven cama en donde duermen, en realidad lo hacen de pie, ambas mujeres, o la imaginaria computadora del café. Un trazo limpio, momentos muy graciosos como el pleito de ambas madres, y una buena dirección de actores completan el montaje, al que yo le pondría un pero, que es la impostación que se le da a la pequeña Paula L. Hartasánchez.

La niña sin duda tiene capacidades de actriz, pero los amaneramientos, como el juego de brazos y manos y el tono de recitadora estrella de una primaria a que es obligada, le restan encanto. A mi ver, hubiera sido mejor que se la dirigiera liberando su espontaneidad y la gracia infantil que sin duda posee. Contrastes deliberados son la dulzura triste de la amnésica Mariana Hartasánchez como Ïnclita y las poses de diva con que la performancera Salvia Atrona-Nadieshka Brotka, encarnada por Yolanda Padilla, domina a su ayudante Nadine corporizada por Laura Méndez, quien con peluca y sin hablar, dobla como la mujer del café. Addi Nahúm Jacobo, bien como el generoso Garullo y dobla al periodista de la conferencia de prensa. Claudio Irrera cumple la doble función de músico y vagabundo y Jessica Fuentes con exacta actitud como la niña vapuleada.