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Ver día anteriorDomingo 27 de enero de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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A la mitad del foro

Davos, Santiago y el Elíseo

A

usentes los jefes de Estado y de gobierno europeos, la montaña mágica ha sido escenario para galas de banqueros, empresarios y trepadores que suben a los Alpes, llegan a Davos y hurgan en las entrañas de los capitales golondrinos. Enrique Peña Nieto emprendió el vuelo rumbo a Chile, a participar en la primera Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños-Unión Europea y en la sexta reunión de la Alianza del Pacífico. No perdió el norte. Allá hay que navegar con la mirada fija en la Cruz del Sur.

Pero Davos es cumbre de la era del espectáculo. Con Bill Gates y otros creadores de lámparas maravillosas para invocar al genio de la red infinita de las comunicaciones instantáneas. Y a los banqueros, a los que tienen tanto dinero como antes del desplome global, de la quiebra de Lehman Brothers. Conservan a los del poder político a su servicio. Y apresuran la labor de zapa. A las puertas del palacio de la reina del hielo, los del uno por ciento, los de la toma de Wall Street, alzan las voces y topan con las guardias pretorianas. No digo suizas por el sesgo vaticano y el conflicto político de nuestro tiempo que enfrenta al Estado y a quienes buscan diluir su poder constituido de Estado benefactor y de Estado laico.

Por lo pronto, y por obvias razones, subieron a la montaña Luis Videgaray y Emilio Lozoya. Y fiel al origen, a la banca central que lo formó, Guillermo Ortiz, hoy presidente del consejo de administración de Banorte-Ixe, se anticipó a anunciar que el secretario de Hacienda y el director de Pemex hablarían en el foro sobre la necesidad de una reforma energética que no es una privatización, pero de ningún modo darían noticias en Davos que no hayan dado en México. Y Luis Videgaray repitió, subrayó, enfatizó lo dicho en México: La reforma energética se hará en 2013, como acordaron las fuerzas políticas del Pacto por México; será necesario cambiar el marco legal. No precisó cuántos y cuáles cambios. Emilio Lozoya habría de asegurar que el gobierno de Enrique Peña Nieto no va a privatizar la paraestatal, sino a modernizarla para hacerla más eficiente y transparente.

Misma letra, misma tonada. Menos mal que Lozoya concluyó: quiero ser enfático en esto: modernizar Pemex no implica privatizar ni que el Estado pierda la rectoría del sector energético. Vamos a ver. Los del pacto acordaron debatir la iniciativa, acordarla en comisiones y aprobarla en el pleno. No va a ser fácil, dijo Videgaray. Va a ser difícil, complicado, confuso y espero no se precipiten los legisladores para cumplir con el calendario del consejo rector del pacto. Tienen muchos fierros en la lumbre. José Murat informó que están en sesión permanente para definir la ruta en tres temas fundamentales; telecomunicaciones, deuda de estados y municipios, y eliminación del fuero constitucional de los integrantes del Legislativo y mandos del Ejército.

Y habrá que añadir la reforma eje, la reforma hacendaria que, extrañamente, anotaron debatir después de la energética, y que ha de adaptarse en ingresos y egresos a la imponente demanda de gasto público en la cruzada contra el hambre, la reforma educativa, la reposición del enorme flujo de ingresos al fisco provenientes del esquilmo descapitalizador de Pemex. Mal de montaña. O buen ánimo para aceptar el vuelco de fortuna de las potencias económicas: el largo pasmo de Japón, la crisis del empleo en Europa y el costo de la austeridad impuesta a los más débiles; la confrontación política en Estados Unidos, el desempleo y la lenta recuperación del crecimiento. Alemania pidió la devolución de sus reservas de oro. Y Frau Merkel no cede, se reúne con el primer ministro británico Cameron y sentencia: La competitividad es el punto central para el futuro, sólo así podremos mantener el estado de bienestar y seguir desarrollándolo.

Seis millones de desempleados hay en España. Y a la tozuda visión fiscal de la derecha se añade la corrupción escandalosa. Mariano Rajoy llegó a Santiago de Chile y la prensa lo cuestionó duramente: él nombró tesorero a Luis Bárcenas y era presidente del PP cuando se produjo el movimiento de 22 millones de euros en una cuenta suiza de quien controlaba las cuentas del partido. A Ollanta Humala, presidente de Perú, le diría que España pasa por el momento más duro de la crisis. Y El Dorado volvió a ser sombra que pasa. Hugo Chávez ausente de la cumbre de Santiago, a la que llegó Raúl Castro, debutante en foros internacionales de la América nuestra en la que ya no hay dictaduras militares, en la que la recesión sigue al auge del desarrollo iniciado en el Brasil de Lula.

Enrique Peña Nieto acertó al irse al sur y posponer la visita a Davos. Bastaría lo dicho por Alicia Bárcena en la sede de la Cepal: la sorpresa bien recibida por el mundo entero al firmar el Pacto por México, un par de días después de su toma de posesión. José Graciano da Silva, director general de la Oficina de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), destacó que resulta lastimoso, lamentable y doloroso que aún existan mexicanos que padecen hambre. Y felicitó a la nueva administración por la Cruzada Nacional contra el Hambre: Todo México gana si hay menos pobreza. Peña Nieto insistió en que es indispensable atender a las causas y no sólo a los efectos, que habrá necesidad de hacer ajustes y pidió a la FAO ayudar a su gobierno. Da Silva solicitaría a México favorecer la cooperación sur-sur.

En un momento en el que una permanente incertidumbre económica afecta el flujo de la tradicional ayuda al desarrollo norte-sur, afirmaría el director de la FAO. Cambio geopolítico en el flujo de capitales y en el potencial de las naciones ricas en materias primas. Y un inestable crecimiento que alcanza a todos los países del llamado BRIC, Brasil, Rusia, India y China. Oportuno encuentro de Peña Nieto con Dilma Rousseff. Se ha desacelerado el crecimiento económico de Brasil. Pero ahí están los millones que salieron de la pobreza y se incorporaron a la clase media en la gran nación del cono sur; tan inequitativa como México. Lula incluyó en su combate a la pobreza un aumento inmediato a los salarios. Y Enrique Peña Nieto tendrá que aumentarlos para compensar las alzas brutales del costo de los alimentos.

Algo inesperado surgió en el aire enrarecido de la montaña. Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía, declararía en Davos: México es más competitivo que China, lo dicen mucha fuentes, lo creo. Ser más competitivo significa crecimiento. Veo bien a México. Y el profesor de Columbia añadiría que el nuevo gobierno mexicano parece haber comenzado con éxito. Como para marear a los avecindados bajo el Nevado de Toluca. Stiglitz, duro crítico de las políticas de austeridad, sostuvo en 2009 que la política de Felipe Calderón durante la crisis internacional había sido de las peores. Ahí estuvo el michoacano, quien se retrató al lado de Ernesto Zedillo. Cero más cero da cero, decían antes de que la Revolución degenerara en gobierno.

Francois Hollande no asistió a la cumbre de Santiago. Recibió en el Elíseo a Florence Cassez. Acto de Estado, como si hubiera sido liberada de corsarios del cuerno de África. Y la justicia mexicana pagó la cuenta. Menos mal que Manlio Fabio Beltrones denunció a quienes condenan a los ministros de la Corte por el amparo concedido: No nos equivoquemos, la culpa no está en la Suprema Corte de Justicia. Alguien debe disponer lo necesario para identificar a quienes violentaron el debido proceso... que se castigue a quienes impidieron que se hiciera justicia.