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El equipo campeón lleva marca perfecta; los locales tienen un punto

Xolos superó a unos Pumas que deambulan como fantasmas en CU

Es alarmante la situación, reconoce el técnico Antonio Torres Servín

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Fidel Martínez (11) felicita a Richard Ruiz (23), quien abrió el marcadorFoto Marco Peláez
 
Periódico La Jornada
Lunes 21 de enero de 2013, p. 4

Como apóstatas de la pelota, los Pumas perdieron la fe. Dejaron de creer en el espíritu universitario, en la garra, en el entusiasmo juvenil, en todos esos rasgos que se presumen como identidad de la institución, en sí mismos incluso; se volvieron en cambio un grupo sin alma, fantasmal, y como ánimas atormentadas deambulaban en una cancha que ya nadie respeta.

Ayer perdieron por tercera ocasión consecutiva (dos en la liga y una en la Copa). Sufrieron otra derrota en Ciudad Universitaria ante un equipo, el campeón Xolos, que prácticamente no hizo nada, pero que exhibió la eficacia casi empresarial con la que ganó el torneo pasado y lo mantiene con paso perfecto. Una llegada esporádica y un patadón espectacular de Fernando Arce sirvieron para dejar a los Pumas cabizbajos ante el 2-1 que permitieron.

Es asombroso lo poco que invierten los rivales de Pumas, pero les alcanza para llevarse las victorias; mientras los universitarios acumulan más sentimientos adversos y dudas que parecen devastar la moral del equipo.

Tal vez enfrentar al cuadro más afinado de los últimos meses, campeón indiscutible, puede resultar un poco intimidatorio para un equipo que aún no se recupera del bochorno que vivió en su pasada campaña y que amenaza con extenderse hasta la presente.

Xolos llegó a pararse con una lógica de inversionistas, a calcular el mercado universitario para responder en consecuencia. No amagó, no salió a buscar la cara, simplemente se plantó a esperar el juego auriazul. Pumas empezó con cierto ímpetu, que se fue diluyendo ante la poca eficacia de los desarrollos con la pelota. No lo buscaba o no encontraba cómo.

Jehu Chiapas tuvo la primera oportunidad verdadera poco antes del cuarto de hora, cuando pudo pisar el área de los fronterizos: envió la pelota con el ángulo demasiado cerrado y a punto estuvo de colarse en una esquina del arco. Habría ocurrido si el portero Cirilo Saucedo no hubiera manoteado con gran esfuerzo y desviado el tiro.

Después empezó a notarse la impaciencia universitaria ante la dificultad para hilvanar toques, salir con el balón pegado a los pies y con la mirada puesta en el siguiente hombre. Todo era un insistente embate a ciegas.

El refuerzo de Pumas, el paraguayo Robin Ramírez, también aportó su cuota al desconcierto cuando recibió un apurado pase de Jehu Chiapas y no respondió como depredador de área. En cambio, sin defensa que estorbara y cara a cara con Saucedo, perdió segundos de oro y acomodó la pelota con la arrogancia de un señorito caprichudo, para desperdiciar la oportunidad más valiosa hasta el momento.

Después vino la tragedia para los auriazules. Sin arriesgar gran cosa, Xolos hizo su primera salida al terreno rival. Sin mucho aspaviento, pero con la precisión que se necesita para acertar, Richard Ruiz empujó la pelota al arco ante la complaciente zaga central.

De ahí a trabajar con la desesperación y con el desánimo. Pumas se fue descalabrado al descanso, con el orgullo maltrecho porque otra vez le faltaron el respeto en casa.

Los locales regresaron a la segunda parte con la intención de reparar el daño. Javier Cortés parecía el motor de esa maquinaria con poca combustión. Corrió desatado y disparó, pero al botín le faltó fineza y dio a las manos de Saucedo.

Cuando parecían con la voluntad de lograr el empate, otro imprevisto les arruinó el entusiasmo momentáneo. Un cobro a media distancia se volvió en la puñalada letal. Fernando Arce disparó una pelota imposible, que sólo fue aderezada por el vuelo inútil del arquero Alejandro Palacios, pero que hizo todavía más hermoso ese gol.

Xolos cobró confianza y se atrevió a lucirse durante un lapso. En un arrebato de orgullo, los universitarios vivieron unos cuantos minutos finales con emoción genuina.

Cortés llegó otra vez solo al área. Era una imagen desoladora ver al delantero sin acompañante para organizar una jugada. Ante el desamparo no le quedó más remedio que probar su pierna fuerte y el tiro dio hasta el fondo de la portería. De ahí unos cinco minutos de pudor deportivo y orgullo por la camiseta. A estas alturas sólo era un fogonazo que apenas serviría para apaciguar a sus aficionados.

Al finalizar el encuentro, el entrenador auriazul, Antonio Torres Servín, pidió paciencia porque en los partidos han tenido complicaciones que no se han presentado durante las prácticas.

Obviamente sí es alarmante la situación en Pumas, qué puedo decir si llevamos un punto de nueve posibles, dijo el técnico.

Torres Servín aún tiene confianza en que los resultados llegarán. Pero en Ciudad Universitaria once fantasmas recorren la cancha. Vacíos y sin alma, como si hubieran perdido la fe en todo, en sí mismos.