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Letra e imagen, diálogo cómplice en el Museo del Estanquillo

La historia de una amistad, eje de la muestra Toledo-Monsiváis

Los vistantes son testigos de dos activistas sociales unidos en el arte

Foto
La urna que Franscisco Toledo creó para depositar las cenizas de MonsiváisFoto Guillermo Sologuren
 
Periódico La Jornada
Sábado 29 de diciembre de 2012, p. 3

En la sala de lectura, en el cuarto piso del Museo del Estanquillo, se encuentra una urna con las cenizas del cronista mexicano Carlos Monsiváis. Es un recipiente con la figura de un gato enroscado, protegiéndolo, y fue realizado por Francisco Toledo. Así de amigos fueron.

Esa amistad se muestra a los visitantes en los pisos 1, 2 y 4 del recinto ubicado en el cruce de las calles de Madero e Isabel la Católica. Se llama así: Toledo-Monsiváis, y está formada por 268 piezas acompañadas, de forma sutil, por textos de Monsi acerca de la obra del artista plástico juchiteco. Letra e imagen en un diálogo cómplice.

Por pisos: en el primero se muestran las obras que Francisco Toledo realizó para el libro Zoología fantástica, de Jorge Luis Borges, publicado por el Fondo de Cultura Económica. Son 46 originales en papel a los que Monsiváis se refirió en el prólogo de ese volumen: “A solicitud del Fondo de Cultura Económica, Francisco Toledo ilustró la Zoología fantástica. Y el resultado es un manual distinto y complementario donde las visiones transitan de lo extraordinario a lo largo de los siglos a lo extraordinario de todos los días. Toledo (nacido en Juchitán, Oaxaca, en 1940, y formado al mismo tiempo en la cultura occidental y en las culturas indígenas), transforma su acervo zapoteca y lo despliega animosamente”.

Y así continúa ese diálogo entre los dos activistas sociales unidos en el arte. En otro de los textos en este apartado, Monsiváis (ciudad de México, 1938-2010) escribió: Hay un punto de semejanza entre los relatos muy terrenales y muy estéticos de Toledo y el fabulario clásico de Borges: la duda ante un orden donde las formas ya arribaron a su límite. Si la capacidad de mezcla es tan infinita como el olvido, lo que soñaron los antiguos y lo que transmiten los informantes de Toledo, son relatos que confluyen hacia el mismo zoológico de la fantasía.

Le sigue a esa Zoología fantástica tolediana las ilustraciones que hizo para el libro El cuento del conejo y el coyote, otra de las colaboraciones que ha realizado con su hija Natalia Toledo (el más reciente es El niño que no tuvo cama, del que ya se ha escrito en estas páginas).

El visitante puede ver los originales de las ilustraciones colocadas en las paredes de la sala de exhibición, junto con un ejemplar de esa primera edición del cuento, en el que Monsiváis también escribió uno de los textos que lo acompañan, al igual que Luis Carlos Emerich y Elisa Ramírez.

Pero hay algo más, en las mesas colocadas al centro de la sala están los bocetos, los dibujos primeros que llevaron a las ilustraciones finales de esa historia, publicada en castellano, inglés y zapoteco. En esa lengua originaria el título de El cuento del conejo y el coyote se escribe Didxaguca’ sti’ Lexu ne Gueu’.

El siguiente piso está dedicado al cuaderno de apuntes de Toledo. Las obras están colgadas y cada una de ellas fue colocada entre dos cristales: la razón es porque en algunas de ellas hay dos vistas: si la tinta se pasaba del otro lado, Toledo la usaba para iniciar otra obra, explica a este diario Enrique Beaujean, uno de los chicos que trabaja como guía del museo.

En el entrepiso se encuentran los nueve grabados que Toledo intervino para ilustrar el libro Nuevo catecismo para indios remisos. Están los grabados originales, de los siglos XVIII y XIX, y los intervenidos –con humor y crítica– por el artista juchiteco.

La última sala es quizá la más personal: son las obras que Toledo le regaló a Monsiváis. Juguetes, Benitos Juárez, gatos (como el que ilustra la publicidad para invitar a visitar la exposición) y en el cedulario se incluyeron algunos fragmentos de cartas con Toledo como remitente y Monsi como destinatario. Aquí el visitante puede sentir la complicidad entre ambos, los juegos, las bromas privadas...

(La entrada para la muestra Toledo-Monsiváis es gratuita y el Museo del Estanquillo se localiza en Isabel la Católica 26, esquina Madero, en el Centro Histórico de la ciudad de México. Está abierto de miércoles a lunes de 10 a 18 horas. El 31 de diciembre abre medio día).