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Ver día anteriorSábado 22 de diciembre de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Hirschmanías: extraer conclusiones rápidas
L

a frase es de Gustave Flaubert: La manía por tratar de obtener conclusiones rápidas es una de las obsesiones de la humanidad más estériles y horripilantes (1863); fue utilizada por Albert Hirschman en su libro Journeys Toward Progress (1963) para indicar una de las mayores deformaciones de los diseñadores de políticas públicas. Antes de tener bases empíricas suficientes ya están pregonando políticas públicas que tienen ese rasgo mesiánico de las fórmulas mágicas.

Ahora que se está discutiendo las implicaciones del Pacto por México valdría la pena recordar esa frase de Flaubert y la elaboración de Hirschman. Si bien esta iniciativa ha roto la inercia del status quo que arrastraba la clase política desde finales del régimen zedillista, comporta varios peligros. Uno es que somos muy dados a la grandilocuencia. Ya hemos pasado por varios pactos que se han quedado en la foto. Aquí empero está pasando su contrario. Hay tal ansia por demostrar que las cosas van en serio, que se han atropellado procesos, afectando un narrativa que para enraizar socialmente requiere de un proceso amplio de deliberación.

Me refiero a la narrativa de la pluralidad como el eje de una nueva forma de gobernabilidad. La interrogante clave que sólo con la deliberación se puede responder es: ¿acaso se trata de ganar tiempo en los primeros tres años para reconstruir el presidencialismo imperial –como lo denominaron Zaid y Krauze– y luego en las elecciones de 2015 ganar ahora sí una amplia mayoría legislativa, que permitiría lo que desde el principio se habrían propuesto: restaurar el poder de Estado autoritario? Aún respondiendo por la afirmativa a estas preguntas, los pactos y acuerdos entre fuerzas distintas son indispensables y consustanciales a un régimen democrático. La diferencia está más bien en cómo se concibe la oposición, o más específicamente qué papel espera jugar una oposición progresista en estas condiciones.

Lo cual me lleva nuevamente a Albert Hirschman y su texto más conocido y utilizado: Salida, voz y lealtad (FCE, México, 1980). La voz y la salida son mecanismos que se utilizan para mejorar el desempeño de empresas u organizaciones, a partir de la hipótesis que en todas ellas se presenta un margen organizacional. La voz es una forma de presión política y la salida más bien una forma de presión económica, pero no son necesariamente mecanismos sustitutos sino ampliamente complementarios. Todos estos comportamientos se ven fuertemente afectados por la presencia de un cierto tipo de monopolio. A este tipo de monopolio le conviene un cierto grado de concurrencia; es decir, una limitada opción de salida para poder librarse de los elementos más exigentes de su organización. De esta manera “compra su libertad para deteriorarse”.

Finalmente, el factor lealtad también influye decisivamente en la interacción entre voz y salida. La lealtad en principio fortalece la voz y se refuerza más no habiendo disponible un sustituto próximo. Además, con altos costos de entrada a la organización o penas severas para la salida se fortalece la lealtad, al tiempo que se reprime el uso de la voz o de la salida o de ambos. Sólo cuando hay sustitutos disponibles y los costos de salida son bajos la lealtad se erosiona.

Así se podría caracterizar al arreglo institucional hasta antes de 1997, como uno donde prevalece aquel monopolio indolente (Hirschman), y en el cual la voz estaba administrada por diversos escalones jerárquicos, la salida tenía un precio muy alto, y la lealtad se constituía en el engranaje que posponía la voz y bloqueaba la salida. Para entender la estrategia del actual gobierno de EPN y usando el marco conceptual de Hirschman es indispensable revisar cuáles cambios ocurrieron en ese arreglo institucional después de 1997.

A la memoria del gran Albert O. Hirschman

Twitter: gusto47