Opinión
Ver día anteriorLunes 3 de diciembre de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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México SA

EPN: ritual retórico

Caldo sin albóndigas

Hechos, no discursos

C

umplido el ritual, se mantiene la cruda realidad: si el gobierno entrante no da resultados a corto plazo, que se dé por muerto. Lo demás, boato incluido, es puro caldo, y el país está urgido de albóndigas. ¿Cómo, cuándo y de qué manera aterrizaría Enrique Peña Nieto un programa de gobierno que, de entrada, se basa, como todos los anteriores, en frases célebres y promesas cajoneras?

Cinco ejes y 13 grandes decisiones darían cuerpo al gobierno entrante, anuncia el nueve inquilino de Los Pinos, los cuales, en su mayoría, no dependen de la disposición o buena voluntad del Ejecutivo, sino de las decisiones e intereses del Legislativo, éste con representación mayoritaria de los poderes fácticos, los cuales han feudalizado el país, pero que ahora serían los responsables de transitar hacia una democracia que dé resultados tangibles, según Peña Nieto.

Ejercítese la memoria y recuérdese cuántas veces en cuando menos los últimos 30 años no se han escuchado frases tan sobadas como las siguientes: “La esperanza de un futuro mejor para nuestro gran país… los mexicanos aprendimos duras lecciones y supimos poner orden… acelerar el crecimiento y lograr el objetivo económico más importante: mejorar la economía familiar de los mexicanos… México ahora está listo para despuntar en el mundo… tenemos una oportunidad histórica para proyectar a México… oportunidades de cambiar de manera trascendental... magnífica oportunidad para llevar a México al lugar que se merece… determinación de mi gobierno por transformar el país sin demoras… elevar la calidad de vida de las familias mexicanas… estamos a las puertas de una nueva etapa de nuestra historia”, y así por el estilo. De ellas está pletórico el discurso peñanietista de toma de posesión, como lo estuvieron los de sus cinco antecesores en Los Pinos, y allí están los resultados tangibles: un país que camina para atrás.

¿Qué propone el nuevo gobierno? Cinco novedosos ejes fundamentales, que no son otros que los trazados en la Constitución de 1917 y son de obligado cumplimiento para quien ocupe la residencia oficial: un México en paz, incluyente, con educación de calidad para todos, próspero y solidario, es decir, lo mismo a lo que se comprometieron, e incumplieron, sus cinco antecesores en el puesto. ¿Esos son los ejes fundamentales? Pues bien, 95 años atrás los firmaron los constituyentes en Querétaro. Ésos y muchísimos más.

De esa quinteta de ejes fundamentales derivan 13 decisiones presidenciales (Peña Nieto dixit), de las cuales cinco dependen de lo que decida el Congreso y las ocho restantes de la disponibilidad de recursos que le autorice la Cámara de Diputados por medio del Presupuesto de Egresos de la Federación. Lo anterior, desde luego, sin considerar que los poderes fácticos eventualmente afectados por tales decisiones presidenciales se dejen pisar los callos sin chistar. Lo que no dijo es cómo lo va a lograr, cuándo y de qué forma.

En síntesis, un programa de gobierno que impulse la transformación de México, con una “visión responsable y realista para acelerar el desarrollo integral y equilibrado de nuestro país. Con tales decisiones, pues, Peña Nieto inicia el camino y promete fortalecer la sociedad y nuestra economía en favor de los derechos de todos los mexicanos; eso sí, vendrán, por supuesto, más decisiones, sin olvidar mi compromiso de lograr consensos para impulsar, en su momento, una reforma energética, una reforma hacendaria y una reforma a nuestro régimen de seguridad social, porque es tiempo de romper juntos los mitos y paradigmas, y todo aquello que ha limitado nuestro desarrollo.

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Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón, el sábado pasado, en la Cámara de DiputadosFoto Francisco Olvera

Qué bueno que lo aclara: han sido los viejos mitos y paradigmas los que han limitado nuestro desarrollo. Y pensar que los mexicanos creían que tales limitaciones eran producto de un modelo económico depredador, de la elevadísima cuan creciente corrupción, de la profunda ine- ficiencia gubernamental, de los grandes negocios entre el poder público y el privado, de la permanente violación del estado de derecho, de la espeluznante concentración del ingreso y la riqueza, de los poderes fácticos, de la evasión fiscal legalizada, de los empleos escasos y precarios con salarios miserables, y, en fin, de una voraz clase político-empresarial que no tiene llenadera y que de México y de los mexicanos ha hecho su negocio particular, y no hay visos de que ello se modifique.

Augura Enrique Peña Nieto que vienen, de eso estoy convencido, mejores tiempos para todos los mexicanos, porque éste es el momento de México. Bien, pero la duda es si con el mismo modelo económico que ha hundido al país y con los personajes públicos y privados que lo motivaron, el nuevo inquilino de Los Pinos y su gabinetazo concretarán todo lo que floridamente han prometido, es decir, reflotar a la nación, atender las urgencias sociales, acabar con el crimen organizado, crecer a paso veloz, incrementar productividad y competitividad, alcanzar educación de calidad y para todos, generar empleo formal suficiente y bien remunerado, abatir la informalidad, incrementar el ingreso de los mexicanos, acabar con la desigualdad y todo lo demás. ¿En serio? ¿Con lo mismo y los mismos?

Entonces, la alocución fue muy bonita, emotiva en extremo y pletórica de frases coleccionables. Todo muy bien, pero, más allá de la perorata, ¿qué va a hacer el gobierno entrante para concretar aquello de los resultados tangibles?, porque México ya no aguanta más discursos ni propaganda barata marca Miguel Ángel Cornejo. Hechos, nada más. Dejen la retórica, pónganse a trabajar y den resultados. No hay de otra.

Las rebanadas del pastel

Y ahora, con ustedes, el primer pacto de la temporada, un resumidero de las promesas incumplidas en los últimos 30 años (léase por los últimos cinco inquilinos de Los Pinos), que van de los acuerdos para una sociedad de derechos y libertades a los acuerdos para la gobernabilidad democrática, sin dejar a un lado los relativos al crecimiento económico, el empleo y la competitividad (incluye la privatización de Pemex y el planteamiento de una nueva ley de explotación minera), los de seguridad y la justicia y los de transparencia, rendición de cuentas y combate a la corrupción. Lo suscriben Enrique Peña Nieto y Hugo, Paco y Luis (PRD, PAN y PRI), quienes tampoco precisan cómo aterrizarán lo acordado. Eso sí, establecen 5 por ciento como tasa anual promedio de crecimiento económico, la cual está por debajo del requerimiento mínimo para que México salga del hoyo y ellos, así sea medianamente, cumplan con lo pactado. Bienvenidos, pues, al nuevo gobierno.