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Ver día anteriorLunes 3 de diciembre de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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El beneficio de la duda
E

ntre oposiciones aisladas pero firmes, hasta el punto de obligar a intervenciones policiacas también relativamente esporádicas pero contundentes –ahí están las fotografías de los heridos– protestatarios de un triunfo presidencial que otra vez se pone en duda, y que debiera ser, vinculado a lo anterior, el decimocuarto compromiso con la nación del Presidente Peña Nieto, éste sí contundente y difícil de lograr, pero absolutamente necesario para la nación, es decir, el compromiso de limpiar las suciedades y trampas electorales que siguen siendo parte sustancial de nuestro sistema.

Pero ir al fondo, lo cual significa también poner en su debido espacio y lugar a los poderes fácticos que, todo indica, en México y en otros muchos lugares intervienen descaradamente y se han apoderado en buena medida de las decisiones políticas fundamentales del país, torciendo y desprestigiando a la democracia, y no sólo eso, sino quitándole sus valores originales y convirtiéndolos en un teatro de marionetas, donde las campañas políticas y la asistencia ciudadana a las urnas, aun cuando sea relativamente masiva, abundante, terminan siendo negadas y rechazadas por la ciudadanía. Tal es el caso actual de México, en que son variadas las dudas sobre la limpieza electoral, pero que no significan, en general, un desconocimiento de sus resultados fundamentales: la aceptación del Presidente de la República, que podrá recibir todas las objeciones que se quiera, pero no un desconocimiento realmente masivo.

Pero justamente por estas dudas, que se han presentado en prácticamente todas las últimas elecciones, Peña Nieto debería tener la firme decisión de acercarse en México a un firme y limpio proceso electoral, que sea poco contestado y aceptado. Hija su presidencia de un proceso electoral pleno de dudas y borrones, debiera ser su mandato ocasión también para convertir los procesos electorales adulterados y torcidos en procesos más limpios y aceptables para el conjunto de la sociedad; en esto bien valdría la pena aplicar con el mayor entusiasmo posible la voluntad de limpia, de enderezar los procesos electorales y de convertirlos realmente en algo generalmente aceptable. Tal es la mayor exigencia del pueblo en el momento actual, tal sería la mayor hazaña política en que se pudiera pensar hoy. Sí, los 13 compromisos con la nación que ha expresado Peña Nieto, pero además, el decimocuarto de limpiar los procesos electorales, que significaría, ese sí, un adelanto profundamente significativo en nuestra historia política.

Dicho esto, justo es reconocer que las 13 decisiones a que se comprometió Peña Nieto en su discurso inaugural apuntan hacia una república más avanzada y, diríamos, en efecto, más democrática y justa. Y añadir que fue buena idea condensar en puntos concretos lo que normalmente permanece, en este tipo de ocasiones y discursos, en la vaguedad de las obligadas retóricas. En esta ocasión, aun cuando no faltaron las parrafadas retóricas de Peña Nieto –que parecen ser constitutivas de su manera de expresarse–, los famosos 13 puntos de compromisos específicos parecen haber causado una buena, a veces una muy buena impresión entre la ciudadanía. Por supuesto, la misma ciudadanía espera que se cumplan puntualmente, lo que será una indudable ganancia política para su autor.

En esos 13 puntos cardinales se pueden encontrar líneas organizativas que vale la pena resaltar: los tres primeros aluden a temas de seguridad, delincuencia y víctimas de delitos, entre los que se ha subrayado mucho la unificación nacional de la ley penal y la de procedimientos penales, que facilitará enormemente establecer criterios unitarios en el país sobre estas materias. Tarea no fácil, pero no imposible políticamente, sobre la que Peña contará con el apoyo de los vinculados a estos temas, y que tienden además a desbaratar todo el mundillo muy nutrido de litigantes y gestores que han vivido de explotar las incompatibilidades legislativas entre los estados.

Los siguientes puntos –4) emprender una cruzada nacional contra el hambre, 5) otorgar seguro de vida a los jefes de familia, 6) otorgar pensiones los mayores de 65 años– se refieren esencialmente al propósito de equilibrar mínimamente los niveles de vida entre los mexicanos, ayudando a los más necesitados. Pienso que esta cruzada debería abarcar varios otros puntos esenciales, pero, en fin, para comenzar no está mal.

El siguiente punto parece dirigido especialmente a controlar los intereses de Elba Esther Gordillo, líder vitalicia del sindicato de maestros: 7) establecer el Servicio Profesional de Carrera Docente y el sistema Nacional de Evaluación Educativa, proporcionando el Inegi un censo nacional de escuelas, maestros y alumnos. Tal vez no suficiente para arrancar de las manos de Elba Esther el control del más grande sindicato de trabajadores en México, pero pudiera ser un primer paso importante para disminuir su control indiscutido.

En la parte de reforzar la infraestructura del país resalta la importancia que otorga Peña a la construcción de líneas férreas en Quintana Roo, Toluca, Monterrey, La Paz. Visión novedosa que había sido absolutamente perdida por las anteriores administraciones, sin importar los partidos.

La licitación de dos nuevos canales de tv abierta. Este compromiso tiende a impulsar la competencia en el campo de los medios de comunicación que sin duda es bienvenido.

Los últimos puntos de sus compromisos, también bienvenidos, se refieren a mantener los controles presupuestarios y propone una ley nacional de responsabilidad hacendaria y deuda pública, proponer presupuestos para los años futuros (1913) con cero déficit presupuestal. Además de medidas de austeridad y disciplina presupuestal para el gasto público.

Como se ve, en el repertorio de compromisos de Peña en su primer discurso político solemne ya como Presidente toma de aquí y de allá para no desilusionar a todo el espectro político, sino en cada caso equilibradas las medidas para no irse ni a un extremo ni a otro. De todos modos, sería importante que Peña cumpliera estrictamente con estos compromisos a los que debieran seguir otros con claro contenido social, que es lo más importante para la República hoy.