Más de 60 por ciento de los trabajadores del país no gozan de ninguna protección social, servicios de salud, contrataciones u otras prestaciones, ya que laboran en el sector informal de la economía. De acuerdo con un estudio de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) a partir de datos obtenidos en 2010, lo anterior equivale a que 26.4 millones de mexicanos están empleados en estas condiciones.

Benjamin Tenkin, investigador de esa institución, señaló también que a pesar de este análisis no existen en México encuestas de opinión pública que reflejen con certeza y de forma sustantiva la situación de los trabajadores informales, hecho que incide en el diseño e implementación de políticas públicas equivocadas y sin alcance en la materia. La abrumadora mayoría de las encuestas no permite identificar a los informales.

En la actualidad, explicó Temkin, el debate en torno a la informalidad se da únicamente entre la resignación por la existencia de la economía informal y el deseo de librarse de ella, mas aclara que el fenómeno de la informalidad implica una complejidad mayúscula cuando las cifras revelan que la mayor parte de los trabajadores informales están empleados dentro del sector formal.

Para su investigación, Benjamín Temkin incluyó en la Encuesta Mundial de Valores en México (2005) tres preguntas claves: ¿Usted trabaja con o sin contrato?, ¿con o sin seguridad social?, ¿el lugar donde trabaja emite algún tipo de recibo fiscal o factura? 

Las respuestas le permitieron elaborar tres niveles de informalidad: el mínimo, para quienes tienen una sola característica; el intermedio para quienes aparecen con dos, y quienes se emplean en la informalidad completa presentan las tres características: Trabajar sin contrato, no tener ninguna seguridad social y no emitir ningún recibo fiscal. 

Afirma que una de las conclusiones más relevantes de este análisis es: La informalidad laboral no es una manifestación de empresarialidad, sino que está más cerca de constituir una simple respuesta de supervivencia. No es, como dicen, que todos los informales se han independizado para abrir su propio changarro.  Muchos no tienen ni la capacidad ni la energía para comenzar un negocio propio, y quienes logran llevarlo a cabo lo hacen frecuentemente en peores condiciones que los empleados informales, aseveró.

Uno de los retos más apremiantes en el estudio de la economía informal, declaró el especialista, es elaborar encuestas con preguntas que reflejen de fondo el problema de los informales, por lo que actualmente una de sus investigaciones está encaminada a la construcción de un índice de informalidad que incluye factores de contexto con el fin de establecer mejores parámetros para el diseño e implementación de políticas públicas.