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Guadalupe Rivera, en el 55 aniversario de la muerte del artista

Mi padre siempre fue Diego Rivera, el luchador por el pueblo mexicano
 
Periódico La Jornada
Domingo 25 de noviembre de 2012, p. 5

Diego Rivera fue un comunista que nunca dejó de ser, más que nada, un mexicano que deseaba que nuestra nación fuera algo diferente de lo que desafortunadamente es y que estamos padeciendo día con día, con todas las tragedias que ahora nos llenan de dolor, malestar e insatisfacción, dijo ayer su hija Guadalupe Rivera Marín durante una ceremonia por el 55 aniversario luctuoso del muralista, en la Rotonda de las Personas Ilustres del Panteón de Dolores.

Rivera Marín, presidenta de la Fundación Diego Rivera e hija del pintor y de la modelo y escritora Lupe Marín, decidió hablar esta ocasión sobre el aspecto político y social de la vida del artista, a quien definió como luchador por la justicia social y la paz mundial. Pero, sobre todo, planteó: Mi padre siempre fue Diego Rivera, el luchador por el pueblo mexicano. Hace 55 años falleció y sigue definiendo muchos caminos.

Comentó que Rivera (1886-1957) fue uno de los organizadores de una conferencia por la paz mundial en México. Desafortunadamente, esta lucha fracasó. Y en lugar de que el mundo goce ahora de una paz de la que todos los seres humanos somos merecedores, estamos envueltos en una cantidad de guerras aniquiladoras que amenazan acabar con la Tierra misma.

Era una mañana fría y soleada, la tumba de piedra volcánica del artista mostraba varios ramos de lirios, una foto suya y, sobre un pequeño petate, una hoz y un martillo. A Rivera Marín la escuchaban familiares, amigos, admiradores de su padre, trabajadores de museos y un grupo de estudiantes y maestros del Centro de Educación Artística Diego Rivera.

Recordó el ingreso de Rivera al Partido Comunista Mexicano, del que fue secretario general y del que salió y luego regresó, en medio de disgustos, encuentros y malos entendidos, pero siempre con la idea de seguir luchando por un mundo mejor. También recordó sus acercamientos al líder comunista Vladimir Ilich Lenin, en París y Suiza.

“En la Secretaría de Educación Pública pintó la pobreza del campesino, la miseria del minero, de las clases trabajadoras, su deseo de que esta situación cambiara y de que los trabajadores y campesinos se volvieran seres humanos con una enorme dignidad.

Pintó también el escudo con la hoz y el martillo para significar que él era comunista y que estaba pintándole al pueblo de México su visión de cómo debía defenderse y surgir para que cambiara la situación de miseria en que vivía la mayoría.

Mencionó su mural del Centro Rockefeller, en Nueva York, en el que pintó a Lenin y que luego fue destruido. Para él, Lenin era la verdad absoluta y la doctrina marxista-leninista era la que debería de prevalecer en la Tierra. No pinta a Stalin, pinta a Lenin.

Después, en 1940, León Trotsky –el enemigo mortal de Stalin– se exilió en México y Rivera lo hospedó en su casa de Coyoacán, aunque luego se mudó a otra casa cercana, donde sería asesinado por órdenes de Stalin.

Mencionó los murales del Palacio Nacional. Para él lo más importante de México era rescatar sus raíces prehispánicas, traerlas a nuestra época y que nos enseñaran nuestro origen, de dónde venimos, cómo somos. Al final varios grupos montaron guardias de honor ante el mausoleo de Rivera.