Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 18 de noviembre de 2012 Num: 924

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Viajero del poema
Ricardo Venegas entrevista
con Víctor Manuel Cárdenas

Los negocios son
mi problema

Cuauhtémoc Arista

Traducir un verso
de Rostand

Ricardo Bada

De Rotterdam
a Mexquititlán

Agustín Escobar Ledesma

Bulgakov y el
teatro soviético

Hugo Gutiérrez Vega

Bulgákov, el antiburócrata
Ricardo Guzmán Wolffer

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Columnas:
Prosa-ismos
Orlando Ortiz
Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Cinexcusas
Luis Tovar
La Jornada Virtual
Naief Yehya
A Lápiz
Enrique López Aguilar
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Cabezalcubo
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Hugo Gutiérrez Vega

Edgardo Rodríguez Juliá, puertorriqueño universal (I DE II)

En Puerto Rico vive y trabaja uno de los grandes cronistas de la literatura en lengua castellana, Edgardo Rodríguez Juliá. Además de la crónica y el ensayo, Edgardo cultiva, con verdadera maestría, el género novelístico y, día con día, novela con novela, su prosa se perfecciona y sus temáticas se amplían. Hace poco vino a México para participar en un congreso de cronistas iberoamericanos y aprovechó su estancia en nuestro laberinto de todos los días para presentar su última novela, La piscina. Me pidió que me encargara de la presentación y lo hice con mucho gusto, pues eso me dio pie para presentar un informe sobre la ya muy larga lista de libros que forman el corpus de la obra de este novelista-cronista que fue muy admirado y festejado por Carlos Monsiváis, nuestro cronista por antonomasia. Numeraré los párrafos para guardar un orden más eficaz.

1. Edgardo se formó en esa escuela de conocimiento e interpretación de la realidad que es la crónica. Su pericia formal y su capacidad de observación fueron determinantes en la consecución de una precoz madurez de su escritura y en la riqueza y variedad de sus temas. Por esos tiempos publicó dos crónicas sobre temas de cultura popular: Las tribulaciones de Jonás y El entierro de Cortijo. Carlos Monsiváis me recomendó la lectura de esta inteligente crónica sobre la vida y los trabajos del timbalero Cortijo, personaje imprescindible de la música popular de nuestro Puerto Rico.

2. Edgardo se convirtió en el cronista por excelencia del Caribe, en especial, de la isla que Gautier llamó “la perla de los mares” y don Rafael Hernández (“mister cumbanchero” según el presidente Kennedy) definió como “Preciosa” (“no importa el tirano te trate con negra maldad”, decía el texto original de la canción. Muñoz Marín pidió a don Rafael que cambiara “tirano” por “destino”. Así lo hizo el gran cumbanchero, pero los intérpretes de la hermosa y nostálgica canción, Jorge Negrete y Daniel Santos, la siguieron cantando con “tirano”).

3. Edgardo hace la crónica de la visita del papa Juan Pablo II a Puerto Rico. En ella hay reflexiones muy agudas sobre religiosidad e identidad, así como el fiel relato del periplo boricua del Papa ultramontano y carismático.

4. La crónica sobre un concierto de Iris Chacón, la diva popular de la isla, es graciosa, precisa en sus ironías y admiraciones. La miope diva no pudo ver esas sutilezas, se dio por insultada y acabó por encabronarse.

5. Mi crónica predilecta es El cruce de la bahía de Guánica que, en mi opinión, junto con El país de cuatro pisos, de José Luis González (el boricua chilango), El jíbaro y El insularismo es un texto fundamental para entender el fenómeno del colonialismo en Puerto Rico y, por extensión, en otros países de la región y del mundo.

6. Su ensayo Peloteros estudia el fenómeno del baseball y recuerda a Roberto Clemente y a los peloteros boricuas y dominicanos (un saludo para San Pedro de Macorís). Como fue reseñista de gastronomía, recogió en un libro, Elogio de la fonda, las delicias (arroz con jueyes, lechón asado, bacalaitos y el humilde arroz con habichuelas) de la comida isleña. En otra crónica habla de la sorprendente belleza de San Juan y nos obliga a no olvidar jamás la ciudad amurallada, el verde de sus jardines y la blancura de sus viejas construcciones. Esta crónica es amorosa, dura, crítica y adolorida. Por eso nos ilumina y conmueve.

(Continuará...)

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