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A la mitad del foro

Cambio de piel

E

n Cádiz, donde los Borbones vieron llagar el impulso liberal y reunirse los constituyentes ibéricos con diputados de la Nueva España, el rey Juan Carlos I despide afectuosamente a Felipe Calderón y expresa la nostalgia por lo que era el mundo cuando empezaron las cumbres iberoamericanas. Hoy Iberoamérica está en alza, dijo. Calderón se va en unos días; fin de era, cambio de piel para la serpiente emplumada.

La transición en presente continuo pasó de la aprobación de la reforma laboral, sitio de encuentro en busca de ese vacío que llaman centro, a las dos iniciativas que el presidente electo entregó a los líderes del PRI en la Cámara de Diputados, Manlio Fabio Beltrones, y Emilio Gamboa, del Senado. Se desmorona el aparato calderoniano de seguridad nacional. La Secretaría de Seguridad Pública y la Procuraduría General de la República disputan abiertamente y se culpan mutuamente del caos anarquizante, del imperio de la delincuencia ante el Estado ausente. Policías consignados por el intento de homicidio en Tres Marías; en una emboscada, denunció la embajada de Estados Unidos de América. Del interior de la dependencia a cargo de Genaro García Luna filtran versiones de una conjura, de la sumisión de la Procuraduría General de la República ante el poder del vecino del norte.

Y cunde el mal, la serpiente muerde su propia cola. No hay que cesar el combate en la guerra contra el crimen organizado, insiste Calderón desde la Europa en crisis. Cincuenta mil muertos y decenas de miles de desaparecidos. La tercera parte de los municipios del país bajo control de la delincuencia. La seguridad pública a cargo de las fuerzas militares: Ejército y Marina señalados como violadores de los derechos humanos. El secretario de Gobernación es zarandeado en el Congreso y responde con una inverosímil pregunta: ¿preferirían ustedes que esos criminales estuvieran libres? Da grima. La seguridad pública debe estar a cargo de la autoridad civil. Pero el Ejército combate al crimen organizado, mientras la Secretaría de Seguridad Pública dispone de 50 mil efectivos y de un presupuesto mayor al de la Defensa Nacional.

Vuelven esas funciones a la casona de Bucareli. La izquierda desconfía y piensa en la Gestapo criolla de la Federal de Seguridad; la despistada derecha revive la pesadilla del control político. El Cisen se instauró al desmantelar la Federal de Seguridad, sin que la PGR consignara a los indiciados por el secretario de Gobernación... Manuel Bartlett Díaz. Con Francisco Labastida colaboró Jesús Murillo Karam como subsecretario de Seguridad en las horas finales del sexenio de Ernesto Zedillo. En vísperas de la caída, de la entronización de Vicente Fox, quien designó director del Cisen a Eduardo Medina Mora. Cambio de guardia en el vacío del centro; el desplome del priato tardío y el desastre de la izquierda que optó por el voto útil para deshacerse del PRI. Después la guerra de Calderón, el estado de excepción ficticio. Los cinco jinetes del Apocalípsis, diría el michoacano.

En el primer año del tercer milenio, el 12 de octubre de 2001, escribiría Rafael Segovia en el periódico Reforma: Nuestra política, en un plazo brevísimo, se ha vaciado de contenido, de significación y de sentido. Es hora de fijar nuevo rumbo. Con la vista fija en el horizonte, pero sin olvidar una sola de las lecciones de nuestro proceso histórico. De lo que diera contenido, significación y sentido a nuestra política; las instituciones que han resistido la demolición emprendida por la derecha confesional y la derecha tecnocrática, fundidas y confundidas en la persistencia del antiguo régimen, el poder del dinero, la sumisión beata a los jerarcas católicos de Pedro el Ermitaño. Hay motivos de sobra para desconfiar de la voluntad de cambio de Enrique Peña Nieto. Pero no los hay para rechazar de antemano su iniciativa de reforma a la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal; convocatoria a responder al reto del gobierno dividido: hacer política, debatir en busca de acuerdos, no del consenso iluso de la fuga hacia delante.

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Los reyes de España, Juan Carlos y SofíaFoto Reuters

Se equivocan quienes propagan el miedo a la restauración del autoritarismo presidencial que degeneró en satrapía, más por sumisión abyecta que por imposición pretoriana. La transición se estancó en el cambio de inquilino de Los Pinos. Pero la separación de poderes se hizo efectiva y la realidad llenó el vacío de la ausencia de mando central con gobernadores con poder propio en territorio propio. Hubo alternancia, no hubo, no ha habido cambio de régimen. Pero cambió la realidad. Los escépticos apuestan que los priístas retornaremos al pasado como si eso fuera posible; no lo es porque este es otro país y el nuestro es otro partido (...) entendemos que es un tiempo de ruptura con el pasado y de apertura hacia el porvenir; pero es también un tiempo de grandes contradicciones y grandes paradojas.

La mayor de aquéllas es la brutal desigualdad, la concentración de la riqueza en poquísimas manos y la multiplicación de la pobreza que padecen más de 50 millones de mexicanos; la hambruna que amenaza; el hambre de millones de adultos y la desnutrición que padecen millones de niños. Los veneros de petróleo como caja chica de la hacienda pública; las exenciones fiscales a las ganancias del capital y los subsidios a los grandes capitalistas. Paradoja, acertijo envuelto en un misterio dentro de un enigma, que dijera Winston Churchill. La urgencia de combatir la corrupción y la impunidad; paradoja del cambio propuesto por Enrique Peña. Tanto o más que el de la advertencia hecha por Hu Jintao a Xi Jinping en el relevo del poder en la China de comunismo político y economía de mercado: combatir la corrupción.

Unto de Indias, decían los antepasados de Juan Carlos II. Los de la brega de eternidad multiplicaron los puestos de director general con sueldo equivalente al de subsecretario. Panistas, adherentes, o aliados de circunstancia, endeudan municipios y gobiernos estatales. Andrés Granier, gobernador, priísta, obtuvo permiso del Congreso de Tabasco para contraer deuda por 4 mil millones de pesos. Arturo Núñez, gobernador electo, político de vocación y oficio, sabe que el alquimista hipotecó el futuro. El poder soberano de los estados depende lastimeramente de las participa- ciones de recursos de la Federación. Envuelto en la tempestad, el gobernador de Michoacán, Fausto Vallejo, manifestó que es urgente el rescate financiero de los gobiernos estatales endeudados; se trata de un problema estructural: de cada peso que ingresa a la Federación, sólo 20 centavos son para los estados y municipios.

Javier Duarte rindió su segundo Informe en Jalapa y se fue a Boca del Río para festejar en grande: Vienen tiempos de progreso, de oportunidad y de justicia para todos. Enrique Peña rendirá protesta como presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, por lo que se abre un espacio renovado para alcanzar mejores entendimientos y establecer una estrecha colaboración entre el gobierno federal y Veracruz. Rubén Moreira, de Coahuila; Rodrigo Medina, de Nuevo León; Rafael Moreno Valle, de Puebla; Roberto Sandoval, de Nayarit; Francisco Olvera, de Hidalgo; Fernando Toranzo, de San Luis Potosí; Rolando Zapata, de Yucatán; Aristóteles Sandoval, de Jalisco, y Manuel Velasco, de Chiapas, sonreían beatíficamente.

Sólo Veracruz es bello. Pero Tomás Ruiz González aclara que la bursatilización de la deuda libera recursos para destinarlos a la inversión pública. Vienen tiempos mejores, pero ante el dilema de las grandes contradicciones y paradojas.