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Protesta continetal

Funcionarios españoles aseguran que la huelga general tuvo escasa incidencia

Millones claman en contra de los recortes del gobierno de Rajoy

Si no hay cambio de políticas, nos llevarán al precipicio, advierten los inconformes

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Aspecto de la protesta en PamplonaFoto Ap
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 15 de noviembre de 2012, p. 29

Madrid, 14 de noviembre. La sociedad española gritó ¡basta ya! La huelga general se convirtió en una jornada histórica por la movilización popular, una de las más numerosas, con 105 manifestaciones y millones de personas en las calles de ciudades y pueblos de todo el país, con un solo clamor contra los recortes y otras medidas impulsadas por el gobierno conservador de Mariano Rajoy.

La administración ibérica aseguró que fue un día que transcurrió con total normalidad, despreciando una vez más una protesta. El paro laboral fue respaldado por más de 75 por ciento de los trabajadores. Una serie de actuaciones policiales dejaron más de 84 heridos, incluidos menores de edad, ancianos, periodistas, maestros y médicos.

La protesta europea contra las medidas de austeridad impuestas por la llamada troika tuvieron seguimiento masivo en España, uno de los países que sufren con mayor severidad los estragos de la crisis y está al borde de un segundo rescate, después de la inyección de fondos para su sistema financiero.

El país ibérico, hace sólo un lustro considerado ejemplo del modelo capitalista, afronta una de sus peores crisis, con un desempleo de 25 por ciento de la población activa, el aumento de la pobreza y la marginalidad, así como la debacle de sectores vitales de su economía, como la construcción y la industria.

La mayoría de los sindicatos españoles –Comisiones Obreras, Unión General de Trabajadores y Confederación General del Trabajo, entre otros– convocaron a la segunda huelga general en menos de un año y desde que asumió el poder el derechista Partido Popular (PP).

Al igual que la huelga general de marzo pasado, los trabajadores y la sociedad en su conjunto exigieron –bajo el lema Nos dejan sin futuro. Hay culpables. Hay soluciones– el final de los severos recortes impuestos por el gobierno, sobre todo los que afectan a la sanidad, la educación y las políticas sociales, así como la convocatoria de un referendo en el que la sociedad avale o rechace con su voto el plan de desmantelamiento del estado de bienestar llevado a cabo por el actual gobierno.

La jornada de paro general tuvo un seguimiento de 75 por ciento, según los sindicatos, y de escasa incidencia, de acuerdo con la directora de política interior del gobierno español, Cristina Díaz, quien además habló de normalidad y despreció la protesta. Sin embargo, en Madrid y las principales ciudades españolas la industria se paralizó casi por completo, y el transporte público funcionó con servicios mínimos pactados con los sindicatos.

Los sindicalistas recibieron el apoyo de millones de personas, que por la tarde se manifestaron en 105 protestas masivas en todo el país. Las más numerosas fueron las de Madrid y Barcelona, donde se superó el millón de asistentes en cada una.

En todas las protestas se advirtió que el actual gobierno nos llevará al precipicio si no cambia de política, al recordar que desde que asumió el poder el PP no sólo ha ido desmantelando poco a poco los logros históricos del estado de bienestar, sino que también ha aumentado el desempleo debido a la reforma laboral que aprobó nada más asumir el poder (más de 900 mil despidos desde entonces).

Otra de las principales críticas al gobierno de Rajoy fue su política de austeridad, que está llevando al país a la asfixia económica, con una recesión que se agudiza cada día más, la cual se prevé que no desaparezca hasta 2014, según las previsiones más optimistas del propio gobierno.

Mientras las fuerzas sindicales llenaban las calles de ciudades y pueblos, el gobierno seguía hablando de normalidad y sacaba a relucir los datos de consumo de energía, que sólo habían bajado 15 por ciento con relación a una jornada normal.

Pero al mismo tiempo, desde el PP, se habló de más de 4 mil millones de euros en pérdidas y, acto seguido, se aseguró que con ese dinero se podrían haber evitado 80 por ciento de los desahucios que hay pendientes de llevarse a cabo. Un argumento tildado de demagogo y vergonzoso por los sindicatos.

Esos gremios reconocieron que el seguimiento de la huelga fue inferior al paro de marzo –12.2 por ciento menos–, que se explica en la severidad de la crisis –muchos trabajadores no podían dejar de cobrar el salario de un día, que las empresas suelen descontar a los huelguistas– y a que muchos sectores de la economía están al borde de la quiebra.

Aún así, el seguimiento superó los 9 millones de trabajadores; sobre todo se vio en las multitudinarias manifestaciones.

El saldo provisional de detenidos ascendía a 118, y el de heridos a 84, incluidos menores de edad brutalmente agredidos en Tarragona, Valencia y Madrid. Existe un video que muestra los golpes que recibió un niño de 13 años, al que la policía le abrió la cabeza, lo dejó inconsciente y se negó a auxiliar a sus padres que suplicaban que enviaran una ambulancia. Se puede ver en youtube.com/watch?v=Odpwc6h5Cos

Los principales altercados ocurrieron en Madrid y en Valencia, donde la policía actuó con contundencia contra estudiantes y manifestantes que intentaron cortar las calles o protestar frente a las puertas de un comercio abierto.

En Barcelona, alrededor de las nueve de la noche se registraron violentos enfrentamientos en la céntrica Vía Laietana, donde la policía lanzó gases lacrimógenos, pelotas de goma y atropelló con una camioneta a un ciudadano.

Al final de la protesta de Madrid, miles de personas anunciaron que se quedarían toda la noche a las puertas del Congreso de los Diputados para expresar su rechazo a la aprobación definitiva de los presupuestos generales de 2013, en los que se concretan los recortes sociales y las mutilaciones a la sanidad, la educación, las políticas sociales y la cultura.