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Junto con Kiastorami y Potter, inauguró el Festival Internacional de Cine de Morelia

La sociedad ha cambiado; ahora somos más conscientes: Gael García

Pese al triunfo sobre Pinochet en el plebiscito, hubo una especie de pacto con él: Chile está en manos de unos cuantos: Pablo Larraín

El actor mexicano interpreta a un publicista en No

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Cuauhtémoc Cárdenas Batel, Thierry Frémaux, Égdar Ramírez, Gael García Bernal, Abbas Kiarostami, Sally Potter, Pablo Larraín, Daniela Michel y Alejandro Ramírez, presentes en el certamenFoto Notimex
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Periódico La Jornada
Domingo 4 de noviembre de 2012, p. a10

Morelia, Mich., 3 de noviembre. Este sábado dio inicio la décima entrega del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), con la participación de Daniela Michel, directora del certamen; Alejandro Ramírez, director general de Cinépolis, y Cuauhtémoc Cárdenas, vicepresidente del festival, a quienes acompañaron el cineasta iraní Abbas Kiarostami, la cinerrealizadora británica Sally Potter, el actor Gael García Bernal y el director chileno Pablo Larraín, quien presentó No, película inaugural de la reunión.

Antes del inicio de los trabajos, García Bernal y Larraín ofrecieron una conferencia de prensa, en la que el primero dijo: No sé si la televisión puede imponer un presidente, ¿ustedes sienten que la televisión les impone? La gente ha cambiado. Ya no es como en 1988, cuando lo que no salía en la televisión no existía; ya cambió eso de estar dentro o no estar dentro del sistema.

A la pregunta de si con el PRI triunfante México vuelve a la dictadura perfecta, el actor respondió: No creo. Hay que confiar más en nosotros. La sociedad mexicana está más consciente.

En la película No, de Pablo Larraín, García Bernal interpreta a un ejecutivo de publicidad que está detrás de una exitosa campaña para derrotar a Augusto Pinochet en el plebiscito de 1988. El filme está inspirado en hechos reales que impidieron al dictador seguir ocho años más en el poder; está basado también en el libro Plebiscito. A García Bernal lo acompañaron Néstor Cantillana y Luis Gnecco.

Otro planeta

Vestido con una camiseta de México 68, Gael declaró: Se nos llevó a creer que la forma más pura de la democracia era tener elecciones libres. Cuando volteamos nos dimos cuenta de que éstas se convirtieron en el juego más pervertido, complicado, donde se vale todo...

Al ahondar sobre si el triunfo del PRI es el regreso a la dictadura perfecta dijo: No creo, porque hemos cambiado. El mundo ha cambiado; es otro el planeta. La sociedad está mucho más avivada. Yo, por ejemplo, no siento que deba permanecer en un sistema, y tampoco me siento fuera; tampoco me siento marginal en mi trabajo. Creo que estamos en otra época, donde hay que buscar otra vuelta, inventar otras narrativas, porque hay cosas que ya caducaron y deben recuperarse esas memorias y darles otra vuelta, dotar de nueva vida a esos sucesos.

Por su parte, el cineasta chileno habló sobre lo importante de su película: “Si bien ganó el no para que no continuara Pinochet, hubo una especie de pacto con él, pues aún hay algo que continúa y existe en Chile del modelo económico que él impuso, que luego se utilizó en los años siguientes de manera abusiva durante la democracia, y ahora el país está en los bolsillos de unas ocho o 10 personas.

Creo que eso tiene que ver con ese pacto. Pinochet salió ese día y luego fue comandante en jefe de las fuerzas armadas durante cuatro años y después senador, y luego murió libre, sin ser juzgado y con una cuenta de 25 millones de dólares en un banco de Nueva York.

Larraín agregó: “No sólo atiende al hecho del albor, del origen de cómo Pinochet no se fue completamente durante los 25 años después del referéndum que lo sacó. Por eso, lo importante de la película es cómo ese publicista –ese hijo del mercado que piensa que a través de la lógica de la publicidad se puede provocar un cambio político importante– hace que la película se transforme en un producto mucho más subversivo, políticamente hablando, y por eso pensé contar esta historia de cómo un dictador fue derrotado a través de la comunicación política y la comunicación publicitaria, porque eso implica que cada vez las palabras significan menos.

“Esto significa que cuando uno ve un anuncio que dice que un televisor nos cambiará la vida a nadie nos importa, y cuando nos dice un político ‘yo te voy a cambiar la vida’, el problema es que a nadie le importa y todos seguimos caminando. Las palabras y lo que se piensa es cada día menos. Eso me parece que es delicado”.

Finalmente, Pablo Larraín desestimó volver a hacer una cinta política, aunque aseveró que toda película es política.