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Rinden homenaje al escritor en su segundo aniversario luctuoso

Alí Chumacero legó un testimonio poético de lucidez metafórica
 
Periódico La Jornada
Viernes 2 de noviembre de 2012, p. 7

Alí Chumacero era un hombre que gozaba con las palabras, las buenas y las malas, destacó el poeta Hugo Gutiérrez Vega durante el homenaje que se rindió anteanoche al poeta nayarita en el Palacio de Bellas Artes, con motivo de su segundo aniversario luctuoso, cumplido el pasado 22 de octubre.

Le gustaban todas las palabras, las buenas y las palabrotas, de acuerdo con la clasificación de la Iglesia católica; jugaba con ellas, porque era un gozador de la vida, afirmó el director del suplemento cultural La Jornada Semanal.

A Alí le gustaba vivir, le gustaba la gente, aunque a veces le abrumaba, pero en general le gustaba la gente, en especial las muchachas.

Acompañado por el escritor y crítico Emmanuel Carballo y por Luis Chumacero, hijo del homenajeado, Gutiérrez Vega prodigó recuerdos, anécdotas y reconocimientos para quien definió como su amigo, compañero de parrandas, pero sobre todo maestro.

Mucho me orientó Alí Chumacero con su humor, su equilibrada antisolemnidad y su notable erudición, fundamentales en la historia de la literatura mexicana moderna, sostuvo.

Era un teórico del fenómeno poético, que pone el ejemplo de claridad, brevedad y capacidad de conversación lírica en los libros que consideró suficientes para dejarnos un testimonio poético lleno de originalidad, de lucidez metafórica y de sinceridad.

Gutiérrez Vega, quien ocupa la silla que dejó vacante el autor originario de Acaponeta en la Academia Mexicana de la Lengua, reconoció su deuda con aquél en cuanto la urgencia de la sinceridad y la búsqueda de las palabras necesarias para expresar la emoción de la cual brota el poema.

“Mucho me enseñó, no sólo a través de conversaciones, conferencias, reuniones, notas de lecturas, sino fundamentalmente en sus tres libros (Páramo de sueños, Imágenes desterradas y Palabras en reposo)”, en los que hay un universo poético tremendamente rico, lleno de sugerencias y además absolutamente original.

Entre otros aspectos, el escritor y periodista expresó su desacuerdo con aquellos que consideran que Alí Chumacero fue un autor de poca producción.

Escribió muchísimo, era un polígrafo, o él mismo lo diría, un bolígrafo. Hizo tres libros de poesía, pero cuántos pequeños ensayos escribió; cientos, miles de pequeños ensayos, que son sus informes de lectura, una obra monumental, ahora reunida por el Fondo de Cultura Económica, argumentó.

Emmanuel Carballo reparó también en la generosa faceta de maestro que siempre distinguió al homenajeado y afirmó que gracias a él aprendió más o menos a escribir. El escritor y crítico literario aseguró que para descubrir al verdadero Chumacero no había que buscarlo en sus facetas de poeta ni de crítico literario, sino en sus charlas: Si se hubieran grabado sus conversaciones, habría que inventar un nuevo género dentro de la literatura mexicana.

Luis Chumacero habló de la biblioteca de su padre, donde éste encontraba su remanso y fue de donde surgieron sus grandes influencias, además de que de ella provienen muchos de los libros e investigaciones sobre historia de la literatura mexicana.

Contó que el poeta comenzó a integrarla a finales de los años 20 del siglo pasado, con novelas de aventuras y poesía; sumó 40 mil volúmenes y 10 mil publicaciones, entre revistas y suplementos.