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La escritora leyó algunos de sus poemas durante la presentación de su libro Rompeolas

Angelina Muñiz-Huberman se apropia de la tradición secreta de su estirpe

Ha incursionado en la alquimia y la botánica mágica para lograr una transmutación, dice Castañón

 
Periódico La Jornada
Viernes 2 de noviembre de 2012, p. 4

Con la lectura de algunos de sus poemas, Angelina Muñiz-Huberman (Francia, 1936), presentó la antología personal poética Rompeolas: poesía reunida, libro publicado por el Fondo de Cultura Económica (FCE).

Hace unos días, en el Ateneo Español de México, acompañaron a la escritora, además de la moderadora Carmen Tagüeña, Adolfo Castañón (prologuista del volumen), Leopoldo Cervantes-Ortiz y José María Espinasa.

Entre referencias a su vida, trayectoria literaria, a sus colegas poetas y a destacados escritores del exilio, los especialistas compartieron momentos vividos por Muñiz-Huberman desde su infancia así como los espacios en que ha habitado la traductora y narradora.

Castañón explicó: Angelina Muñiz-Huberman es una exiliada múltiple y de varias dimensiones, una desterrada española quien llegó aquí siendo muy niña, pero, en este mismo lugar recibió la noticia de que ella era y pertenecía al linaje de una cadena de desterrados, exiliados y de peregrinos fuera de su patria que fueron y son los judíos que se quedaron en España.

Y escribió en el prólogo titulado A tientas liminares: Angelina Muñiz-Huberman pertenece tres veces a la cultura del destierro: nació en Hyères, en Francia, hija de refugiados españoles que a su vez mantuvieron en secreto durante casi 500 años su identidad hebrea. A la condición de refugiada hija de republicanos españoles cripto-judíos ha de añadirse la de esa mente desheredada que es la del poeta y escritor.

Vivir el exilio

Además, enfatizó Castañón, Muñiz-Huberman se apropia de la tradición secreta de su estirpe y ha incursionado en la alquimia y en la botánica mágica para lograr una transmutación y transformación que realiza de manera sencilla, lo cual también se devela en su obra poética.

Los poemas de Angelina están en diálogo continuo, por una parte, por la llamada cantidad hechizada de la muerte, y por otra, por la cantidad de lo elemental que es ilustrada, encarnada o ejemplificada por el mar, puntualizó el escritor.

De hecho, aseveró Leopoldo Cervantes-Ortiz, “me parece que los primeros poemas muestran cómo –sin que sea una obsesión malsana o patológica incluso–, el exilio es el centro donde gira toda la obra de Muñiz-Huberman”.

José María Espinasa se refirió a los recuerdos de la niñez de Muñiz-Huberman con la palabra rompeolas, la cual, dijo, tiene un eco de protección, de estar a cubierto, que me parece tiene también en otro plano la poesía, sobre todo, para los que de una manera u otra vivieron o heredaron la vivencia del exilio.

La autora de La sal en el rostro, prosiguió Espinasa, pertenece a esa generación llamada hispano-mexicana, la cual ahora en el siglo XXI recibe una importante atención de la crítica y de las editoriales, a la altura de sus cualidades.

En Rompeolas, el lector hace un recorrido por los senderos de la creación poética y una reflexión sobre la identidad, la memoria, la soledad, la pérdida y el amor, temas recurrentes en la escritora.