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En Macario el tema se aborda con un gran sentido estético, señala Francisco Gaytán

La muerte es personaje del cine nacional porque forma parte de la vida cotidiana
Foto
Fotograma de Macario, realizada en 1960, dirigida por Roberto Gavaldón y estelarizada por Ignacio López Tarso
 
Periódico La Jornada
Jueves 1º de noviembre de 2012, p. 9

Cada año constato que el Día de Muertos es la festividad más importante en México, sólo después de la de la Virgen de Guadalupe, y si buscamos los títulos de las películas que llevan la palabra muerte aparecen cientos de referencias, hasta unas mil, expresó en entrevista Francisco Gaytán, subdirector de Rescate y Restauración de la Filmoteca de la UNAM.

Es la víspera del Día de Muertos en Ciudad Universitaria, donde lo académico obliga a ofrecer un punto de vista sustentado en el saber y con profundidad, Gaytán agregó que las películas aludidas refieren la muerte desde los más diferentes puntos de vista. “En el cine mexicano está presente el tema, que puede ser la muerte enamorada, la Catrina, El vampiro contra el Doctor Muerte… en fin, en muchísimas de las cintas nacionales se hace mención de ella con gran facilidad. Creo que como en ninguna otra cinematografía, de las importantes, se hace tanta mención de la muerte, no como un personaje a la manera de la cinta Macario, de Roberto Gavaldón, sino como algo que se ve con mucha tranquilidad.

“No me refiero a la violencia como la que se da hoy, que sí existe en nuestro cine, pero tampoco es como aparece en el estadunidense, donde hay un cine gore, una categoría de películas que tuvo que tener nombre para referirse a ellas, por lo sangriento. Sin embargo, en el cine nacional hasta se vuelve un personaje, lo cual tiene que ver con la tradición que hay en México de ver a la muerte como parte de la vida. Es por la filosofía de los pueblos mesoamericanos, de que con nuestra muerte, con nuestra sangre, propiciábamos la vida y los frutos de la tierra.”

Diferencias culturales

“Los mexicanos –continúa– no le tenemos mucho miedo a la representación de la muerte. Por ejemplo, los sajones le tienen gran respeto, pero no quieren hablar de ella. La representan en casos excepcionales, muy específicos: para adoctrinar, en la religión, para espantar religiosamente, pero no como nosotros, que hasta nos la comemos en forma de calavera de azúcar.

“Claro, ya tenemos la influencia en el cine mexicano del halloween, pero en general se representa a la muerte de manera muy tranquila.”

Por ejemplo, insistió, en Macario, protagonizada por Ignacio López Tarso, “hay una clara representación de la muerte en el cine mexicano. La historia está basada en un texto de Bruno Traven, que aunque no era mexicano supo adaptarla a la visión mexicana. Otros ejemplos son El ataúd del vampiro, El esqueleto de la señora Morales, incluso hay comedias en las cuales la muerte está representada y es un personaje con el cual se puede dialogar e insertarlo en el argumento.”

Destacó imágenes en las que el transcurrir de la vida se simboliza en una vela encendida, que al consumirse se va acercando a la muerte. La flama es el centro, un equilibrio, una fragilidad que puede apagarse con un simple soplo. “La escena de Macario en una cueva donde hay millones de velas, cada una para cada persona, es inolvidable; el cuadro se completa con la luz de las velas brillando en la oscuridad. Yo conocí al pintor José Gómez Rosas, El Hotentote, quien diseñó para Gavaldón la escena de la cueva, en la caverna de Macario. Eso se logró con un gran sentido plástico y fotográficamente Gabriel Figueroa hizo algo extraordinario.”

A veces la idea de que la muerte llega por alguien, pero decide regresar después… un segundo para la muerte puede significar varios años para un ser humano. “Se puede manejar esa idea y, sin embargo, no ser tan terrible que arribe ese ser para llevar a donde moran los muertos. Es más, hay cintas que reflejan que podemos velar a los nuestros en casa. En las películas mexicanas vemos velorios y hasta puede haber un close up de un muerto, y nadie se asusta.

“Los vampiros son muertos vivos, y en el cine mexicano no asustan ni a los niños de ahora. Las fiestas que hacen en pueblos muestran a gente que come sobre las tumbas. Cuando Sergei Eisenstein llegó a México en los años 30 filmó muchas costumbres mexicanas. Probablemente hizo la película más importante hasta ese momento en el país: ¡Que viva México!, en la que se ve en una escena a una calavera que está bailando, algo cómico, una manera de burlarse de la muerte. También filma a otra que se está comiendo a una más. Se quita la máscara y dentro de la máscara hay otra muerte. Para los espectadores extrajeros eso sorprende, porque la muerte está ahí, como una cosa normal.”

Dijo no recordar que la UNAM haya hecho una reseña sobre el tema, pero que sin duda hay películas suficientes para hacerla. Quizá para el año que entra. El tema sí se refleja en el cine mexicano, eso sin duda. Otro acervo que aborda el tema es el de los documentales, que son abundantes y variados. Los documentales tienen otras posibilidades plásticas y la fiesta del Día de Muertos puede reflejarse con otras texturas, otros colores y otros rostros.