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Alejandro González Padilla estrenará hoy Chiapas, el corazón del café

Estoy en contra del cine sin esperanza; hay que hablar de las cosas bonitas
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Carmen Aub y Myriam Bravo acompañan al realizador
 
Periódico La Jornada
Viernes 26 de octubre de 2012, p. 9

Apostando por la independencia en la exhibición y la variedad de géneros en el cine nacional, hoy se estrena, con 250 copias, la cinta Chiapas, el corazón del café, dirigida por Alejandro González Padilla, quien cuenta la historia de la llegada del aromático a esa entidad en la época postindependentista, además de tocar temas como la resistencia indígena, la adhesión de ese estado a la República Mexicana y la esclavitud; todo esto enmarcado en una historia de amor protagonizada por un europeo, una mestiza y un indígena. En los papeles protagónicos figuran Jaime Camil, Hugo Spper y Mónica Huarte.

En entrevista con La Jornada, dijo Alejandro González Padilla, que esta película es una declaración de amor a Chiapas, pues retraté muchas de las maravillas naturales del estado; el único objetivo es retribuirle un poco de lo mucho que me ha dado. Quise hablar de dos cosas que me parecen importantes: que los indígenas fueron esclavizados hace muchos años durante mucho tiempo y que aún hay muchas asignaturas pendientes con ellos, y la segunda es una cuestión espiritual de los indígenas que me ha ayudado mucho: aceptar tu destino y no tratar de edificarlo. Busco que la gente que vea esta película se sienta orgullosa de ser chiapaneca y mexicana.

Película complicada

El también director de I love Miami revela que Chiapas, el corazón del café, “es una signatura que tenía pendiente. La escribí hace ocho años, que decidí relatar una historia de mi tierra, pero no la pude filmar, porque era una película complicada para ser mi primera cinta que escribí y dirigí. Dejé el guión en el librero; me tuve que exiliar a Miami y escribí mi opera prima I love Miami, tragicomedia que no les pareció simpática a los cubanos exiliados ni a los de la isla, pero nos fue muy bien en Estados Unidos y España. Acá en México tuvo un perfil bajo; acababa de pasar lo de Vicente Fox con Fidel Castro, el famoso ‘comes y te vas’, y el tema era sensible. Después volví de mi exilio e hice la comedia romántica Regresa, con la que me fue muy bien. Todo esto me dio seguridad para rescatar esta película, que tengo muy dentro del alma”.

Recuerda: Me considero chiapaneco, aunque no nací ahí; mis padres son españoles. Recuerdo que desde niño creía que Chiapas era México, aunque no se le veía como parte del país. Me marcó mucho porque todo mundo declina el castellano antes que nadie: vos sentáte, mirá... así se habla en Chiapas antes que Uruguay o Argentina. Me encontré con ocho tribus de indígenas, siete descendientes directas de los mayas. También me impactó que muchos inmigrantes se quedaron atrapados en el tiempo, como ingleses y alemanes que siguen hablando sus idiomas y casándose con mujeres de su país... Me encuentro con un Chiapas fascinante, me la pasé acampando y me gustó mucho la historia. Me di cuenta de varias cosas, como del Soconusco, de que una tercera parte del estado fue tierra de nadie, que hubo tres intentos para que se integre a México. Me di cuenta de que ese periodo en el que no pasaba nada era maravilloso para contar una historia. Había unos 20 hacendados, indígenas que sólo sentían identidad por sus propios pueblos, y en esa época empieza a llegar el café. Fue un encuentro feliz con ese rompecabezas.

Historia del Soconusco

Para hacer esta película, confiesa Alejandro González Padilla, tomé la historia del Soconusco y la llegada del café, que son dos verdades; todo lo demás es un cuento, existió John McGee pero no hizo todo lo que hace en la película; también existió Gerónimo Macinelli e introdujo 3 mil cafetos en 1842, pero todo lo demás lo adorné e integré para hacer el guión de ficción.

El director comenta: Hay cosas vivenciales en la película, como identificar esas frustraciones de los inmigrantes con algunas experiencias de joven con niños indígenas. Sin embargo, hice una investigación muy amplia; me asesoré con un historiador vasco que se llama José Luis Rodríguez González. Vino acá y me ayudó con los archivos de la nación del Castillo de Chapultepec, sobre todo los que se refieren a la época de Santa Anna; hay que recordar que gracias a él Chiapas es México, aunque para el resto del país es un tirano. También fui a la ciudad de Guatemala, en la que hay muchos materiales; además, yo tengo un cúmulo de obras que hablan sobre el café, porque ya me volví fanático de la bebida.

Acerca del tema de su película González Padilla comenta: Creo que el cine mexicano peca mucho de hacer cintas de reclamo social, como que algunos cineastas le quieren quitar el trabajo a los periodistas... que lo hagan directores cuando hacen docuficción está bien, pero creo que hay que hablar de las cosas bonitas que tenemos, que nos sintamos bien con lo que poseemos, como, por ejemplo, Chiapas, que es el principal productor de café orgánico en el mundo.

Agrega: México me duele, esa es la cosa por la que aligeré el guión original de la película, que era más denso. Pensándola familiar, que la gente saliera de la sala de cine con un sentimiento agradable, sin la pretensión de que sea para el Óscar. Claro que la voy a llevar a festivales, pero no a los que buscan en su selección cintas de reclamo social, que es muy importante, pero no estoy de acuerdo con que se abuse del género. El México de hoy necesita comenzar a alivianarse; estoy en contra del cine sin esperanza, porque a los niños y jóvenes les estamos dejando un país extremadamente criticado y violento y, lo que es peor, sin esperanza. La mujer sin pareja que espera un bebé es una metáfora de la esperanza, porque las mujeres son infinitamente más fascinantes que un hombre, que somos muy obvios.

Chiapas, el corazón del café, será distribuida por Luxaura y Quality Films con 250 copias.