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Después de cinco años, el recinto concreta exposición con acervo del Museo de Orsay

Muestra en el Munal despierta el interés por la ciudad como valor civilizatorio

Contrastan obras de Velasco con fotografías aéreas

El pintor entabla un diálogo con sus maestros y sucesores, dice el curador Peter Krieger

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Valle de México, 1877, una de las cuatro obras de José María Velasco, de quien este año se cumple su centenario luctuoso, reunidas en la exposición que se puede visitar en el recinto de Tacuba 8, Centro HistóricoFoto cortesía del Munal
 
Periódico La Jornada
Miércoles 24 de octubre de 2012, p. 4

La exposición Transformaciones del paisaje: la herencia de Velasco abre un diálogo entre la obra pictórica de José María Velasco, sus maestros y sus predecesores, con fotografías aéreas que dan cuenta de los cambios que vivió el paisaje de la ciudad de México entre los siglos XIX y XX.

Abierta al público desde el pasado viernes en el Museo Nacional de Arte (Munal), reúne 26 obras: 13 pertenecen al acervo del recinto y 13 al archivo de la Compañía Mexicana Aerofoto, que compró la firma constructora Ingenieros Civiles Asociados (ICA).

La idea es despertar el interés en el producto más valioso de la civilización, que es la ciudad, señaló el curador de la exhibición, Peter Krieger, del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Transformaciones del paisaje incluye cuatro obras de Velasco, de quien este año se conmemora su centenario luctuoso; Luis Ni-shizawa, Dr. Atl, Juan O’Gorman, Luis Coto y Maldonado, Cleofas Almanza, Eugenio Landerio, Ramón Cano y Casimiro Castro. Al lado de cada una se colocó la fotografía que muestra el cambio en el paisaje con el crecimiento y desarrollo de la ciudad de México.

La muestra ocupa la sala de Colecciones Especiales del Munal y se divide en tres apartados: Fuerzas naturales, Infraestructuras y Apropiaciones, acompañados por textos de Italo Calvino, Alfonso Reyes y Carlos Fuentes.

El pretexto concreto es el centenario de la muerte del gran maestro paisajista José María Velasco, ocurrida en 1912. El director del Munal, Miguel Fernández Félix, me invitó a revisar la obra de Velasco, pero no en el sentido tradicional histórico, sino con un concepto curatorial novedoso consistente en contrastar las obras del maestro, sus antecesores y sucesores, con un medio documental, el fondo de la aerofotografía de ICA, de un millón de imágenes, de las cuales revisé 40 mil.

Transformación del paisaje

El archivo incluye vistas aéreas de los años 30 al 60 del siglo pasado y la finalidad es buscar fotografías paradigmáticas que demuestran las etapas de la transformación del paisaje. Se trata de entablar un diálogo inesperado de la obra de arte y de la fotografía documental, la primera es una construcción, una composición, una combinación de la representación del paisaje junto con la imaginación del pintor; mientras, el medio visual de la aerofotografía sirve para documentar los avances, construcción, terrenos, donde se va a planear el proyecto como ciudad comercial, universitaria, el politécnico, entonces aparentemente son dos medios muy distintos.

Sin embargo, añade Krieger, académico de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, el diálogo de esos dos genera un conocimiento complejo de cómo se transforma este paisaje.

La exhibición se complementa con un cuadernillo de 20 páginas y el libro Transformaciones del paisaje urbano en México, el cual será presentado en unas semanas, “que contiene la comparación de 50 pares de imágenes y es como una reconstrucción de la ecohistoria de la ciudad de México. Es algo innovador para llamar la atención: queremos despertar el interés del público, la conciencia de dónde vivimos, de dónde venimos. La ciudad no es algo neutral, siempre es un reflejo de las capacidades del ser humano para organizar su vida social, cultural.

“Las imágenes que documentan estas transformaciones ofrecen introspecciones muy valiosas de cómo manejamos nuestro ambiente. La investigación y exposición no solamente quieren ser algo decorativo sino inspirar, provocar la reflexión sobre temas urbanos, porque nos ubicamos en un esquema ahora al inicio del siglo XXI, cuando más de la mitad de la población mundial vive en ciudades y gran parte en megaciudades. México es un caso paradigmático y tiene parte del desarrollo crítico en términos sociales, ambientales.

(Transformaciones... concluirá el 13 de enero de 2013.)

Desde hoy se puede ver El placer y el orden

Merry MacMasters

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Mujer rubia en el burdel, 1894, obra de Henri Toulouse-Lautrec, incluida en la muestra del Museo Nacional de Arte que hoy se abre al públicoFoto cortesía del Munal

Obra maestra del Museé d’Orsay, Las mujeres de Tahití (1891), óleo de Paul Gauguin, se erige como estrella, junto con cinco cuadros de Paul Cézanne (La mujer estrangulada ca. 1875-76, El jugador de cartas, ca. 1890-92, Dalias en un jarrón ca. 1873, Bañistas, 1890 y Pastorale, 1870), de la exposición El placer y el orden: Orsay en el Munal, que reúne 65 trabajos, entre pintura, fotografía, escultura y dibujo.

La muestra fue inaugurada el martes en el Museo Nacional de Arte (calle Tacuba 8, Centro Histórico).

Con un lustro para concretarse, también comprende obra pictórica de Henri Toulouse-Lautrec (Mujer rubia en el burdel, 1894); Edouard Manet (Luz de luna en el puerto de Boulogne, 1869); Claude Monet (La barca de Giverny, 1887 y Brazo del Sena cerca de Giverny, 1897); Georges Seurat (El circo, esbozo, 1891); Pierre-Auguste Renoir (Claude Monet, 1875); Jean-François Millet (Mujer desnuda en la cama, ca. 1844-45); Pierre Bonnard (Desnudo azul, 1900, entre otros), y del escultor Auguste Rodin (Eve, ca. 1881 y 1899).

Dialéctica vuelta libertad

Jaime Moreno Villarreal, curador –junto con Isabelle Cahn (del museo parisino que alberga obra de la segunda mitad del siglo XIX a 1914)–, habló del concepto placer y orden resumido en el cuadro La carga (ca. 1902), de André Devambez, que marca el comienzo de la exhibición: Al oír los términos placer y orden, aparentemente contradictorios, se trata de una incongruencia en el origen de la sociedad moderna. Se ha preocupado por el placer, pero al mismo tiempo ha tenido que ordenarlo. Esa suerte de dialéctica entre orden y placer es lo que llamamos libertad en las sociedades modernas a partir del XIX.

La carga da cuenta de una manifestación popular que es reprimida por la policía, pero el contexto es un bulevar parisino donde están abiertos los cafés y restaurantes con sillas emplazadas en la calle.

El grupo de trabajadores se manifiesta por la noche, después de su jornada laboral, porque así estaba reglamentado, anotó el curador.

A lo largo de la exposición se transita por las corrientes del realismo, el impresionismo, el simbolismo, el primitivismo, el puntillismo y el divisionismo. De allí que escenas urbanas como Una reunión (1884), de Marie Bashkirtseff, y Eso que se llama vagancia (1854), de Alfred Stevens, ceden el paso a la nueva pintura francesa representada por Manet y Monet.

Asimismo, la injusticia, presentada en el óleo de Stevens –una madre y sus dos hijos son arrestados por no tener dónde resguardarse–, hizo que el poder aboliera esa pena.

Cuadros como Mujer rubia en el burdel, de Toulouse-Lautrec (aquí reproducido), retratan aspectos de la metrópoli que tienen que ver con esa suerte de fama de disipación que empieza a tener París.

En seguida, la exposición El placer y el orden: Orsay en el Munal se interioriza para meterse en la vida privada de las personas.

Son proyectados extractos de las primeras películas de los hermanos Lumiére, realizadas entre 1895 y 1896. Se ha reproducido el interior de un café sobre cuyas paredes cuelgan fotos de París y los cambios que la ciudad luz experimenta.

A pesar de la Revolución Francesa todavía hay inequidad, también pobreza, no obstante el éxito económico de una clase social, así como guerras y falta de oportunidades de trabajo, Paul Gauguin llegó a ser tan crítico de la sociedad de su tiempo que se va a los mares del sur en busca de una civilización en que haya todavía igualdad entre las personas, donde exista un paraíso terrenal, expresó Jaime Moreno Villarreal, ex agregado cultural de la embajada de México en Francia.