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Comercio e inversión

AL-Medio Oriente: lazos crecientes
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Inauguración de la tercera cumbre de jefes de Estado y gobierno de naciones sudamericanas y árabes (ASPA), celebrada en Lima, Perú a comienzos de octubre pasadoFoto Xinhua
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Periódico La Jornada
Martes 16 de octubre de 2012, p. 30

La tercera cumbre de jefes de Estado y gobierno de naciones sudamericanas y árabes (ASPA), celebrada en Perú a principios de octubre, confirmó el creciente interés de países de ambas regiones por estrechar vínculos comerciales y desarrollar la inversión y la cooperación tecnológica. En la reunión, concebida originalmente por el ex presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva, participaron 11 de los 12 miembros de Unasur y 20 de la Liga Árabe.

La reunión dio testimonio del continuo interés de Sudamérica por diversificar socios comerciales, y del deseo de Medio Oriente de ganar acceso a fuentes alternativas de productos estratégicos, por ejemplo agrícolas y minerales. El comercio entre ambas regiones se ha expandido constantemente en años recientes, y hoy asciende a 30 mil millones de dólares (mdd), contra 11 mil (mdd) en 2008. Es probable que esta tendencia continúe, apuntalada por esfuerzos por explorar formas más estructuradas de cooperación bilateral, incluida la conclusión de acuerdos de libre comercio y el impulso a la inversión directa de compañías de Medio Oriente en Sudamérica, así como la expansión del tráfico aéreo entre las dos regiones (con la apertura de rutas nuevas y más frecuentes).

Los que abren camino

Brasil, Argentina y Perú han estado a la vanguardia de esta expansión. El comercio entre Brasil y países del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) creció 31% en 2011 y llegó a 12 mil mdd; Brasil exporta carne, azúcar y metales a Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Egipto, principalmente. El comercio entre Argentina y Medio Oriente llegó a 300 mdd en 2011 y la inversión directa árabe en territorio argentino ascendió a 500 mdd en los dos años pasados. Perú exportó casi 8 mdd en minerales y productos agrícolas a EAU e importó una cantidad más o menos equivalente en 2011. También ha firmado acuerdos de cooperación con el CCG, integrado por Bahrein, Kuwait, Omán, Qatar, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos (EAU).

Aerolíneas del GCC (como Emirates y Etihad, de EAU, así como Qatar Airways) abren rutas o exploran hacerlo, sobre todo a esos tres países. La presencia diplomática y empresarial sudamericana en Medio Oriente también se ha expandido, al instalarse más embajadas y compañías en países del golfo.

Aparte de la cumbre de ASPA, líderes árabes han emprendido una ofensiva para enamorar a América Latina (AL) en otros foros, incluida la Asamblea General de la ONU en septiembre pasado. En particular, los ministros del Exterior del CCG se reunieron con sus contrapartes de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) por primera vez el 29 de ese mes para explorar vías de incrementar el comercio y la inversión, así como la cooperación económica entre las dos regiones.

El desarrollo de vínculos de países sudamericanos con socios no tradicionales como los países de Medio Oriente se da en el contexto del estancamiento en Europa y Estados Unidos y el descenso del dinamismo en China (que representó 19.6% y 8.5% de las importaciones y exportaciones totales de la región en 2011). AL es rica en bienes agrícolas (los países del golfo importan 90% de los alimentos que consumen) y minerales, y el GCC en particular puede aportar a AL capital para financiar infraestructura y otros proyectos necesarios para fortalecer su competitividad y su potencial de crecimiento.

Por ejemplo, se espera que Brasil, México, Perú y Colombia emprendan importantes inversiones en infraestructura (en particular para tránsito masivo y proyectos de gas natural) por unos 136 mil mdd este año. Si se consolidan, la incipiente relación entre las dos regiones tiene el potencial de ser mutuamente benéfico y extenderse a zonas como la inversión directa y la cooperación tecnológica, lo cual apoyará la competitividad latinoamericana.

Traducción de textos: Jorge Anaya