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Presentan la primera de tres funciones de A soldier in every son/Códice Ténoch en el FIC

A escena, el empoderamiento mexica contrastado con piezas de Shakespeare

La obra trata sobre el poder, la democracia y cómo se organiza una sociedad, afirma directora

 
Periódico La Jornada
Sábado 6 de octubre de 2012, p. 7

Guanajuato, Gto., 5 de octubre. El rey Nezahualcóyotl en un drama muy Hamlet, un vestuario de inspiración prehispánica, pero en inglés británico, emanan en la puesta en escena A soldier in every son/Códice Ténoch.

La Royal Shakespeare Company, del Reino Unido, en coproducción con la Compañía Nacional de Teatro, ofreció la primera de tres funciones en la edición 40 del Festival Internacional Cervantino (FIC).

El Teatro Principal, disminuido en su capacidad de butacas, recibió el montaje de Luis Mario Moncada, que se estrenó en Londres como parte de las actividades culturales de los recientes Juegos Olímpicos.

Una guerra entre los señores de Texcoco, los tepanecas de Azcapotzalco y los mexicas de Tenochtitlán se ha desatado.

La inspiración del dramaturgo mexicano surgió de la guerra de 30 años que culminó con el empoderamiento azteca, pero llevada al escenario desde la perspectiva de William Shakespeare de la lucha por el poder y las pasiones humanas.

Una historia épica

En voz de la directora Roxana Silbert, se trata de una obra contemporánea, sobre el poder, la democracia y cómo se organiza una sociedad; cuáles son las preguntas que uno tiene. Hay personajes que buscan el poder para ellos mismos, otros para ayudar al pueblo. Es toda una discusión de cómo arreglar una sociedad que sea lo mejor para todos.

El contraste es con obras políticas del más grande dramaturgo inglés, como Ricardo III o Enrique V, relacionadas con la lucha por el poder, expuso en entrevista. Pero, la obra no trata de ser Shakespeare. En cambio de contar una historia épica, que une lo político y lo personal. Son personajes muy humanos los que se ven en el escenario, un sentido que es muy shakespereano.

El vestuario, escenario y actores llegaron a Guanajuato desde Londres, para una historia de casi tres horas de duración que ha sido simplificada con un código de colores de los personajes: azul para los texcocanos, dorado para los tepanecas, y rojinegro para los aztecas, estos últimos con cierto toque punk, porque son los más modernos. El vestuario está inspirado en lo prehispánico, pero reflejado por lo shakespereano, con faldas isabelinas.

La crítica, de acuerdo con la directora británica, ha sido muy dividida, pues gusta muchísimo o nada. Sin embargo, comentó Silbert, no se ha visto nada como esta obra en Inglaterra, donde se aprecia la estética, pero no se conoce mucho sobre la historia real.

Con la promesa de una versión en español, la opinión en México está por definirse. Mientras, en Guanajuato el público fue diverso, como rostros visiblemente extranjeros que rieron antes de que los demás leyeran los subtítulos (los pocos que aparecían).

En el intermedio de la puesta en escena, en las puertas del teatro que había quedado semivacío, una pareja ofrecía a los transeúntes sus boletos para entrar a la segunda parte. Es que nos queremos ir a ver a Celso (Piña), en la Alhóndiga, argumentaron.