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Dará un concierto para conmemorar 50 años de la primera grabación de Los Beatles

Tocar Mozart o canción ranchera es música, afirma Elena Durán

La vertiente popular permite regresar a la memoria, expresa la flautista a La Jornada

En la Sala Nezahualcóyotl tocará Michelle y Hey Jude, entre otras rolas del cuarteto de Liverpool

Busco atraer a las personas, que se sientan cómodas y dejarles algo en su vida, indica

 
Periódico La Jornada
Jueves 27 de septiembre de 2012, p. 4

Entre tocar una pieza de Mozart o una canción ranchera hay poca diferencia. Eso sostiene la flautista Elena Durán, quien no obstante haberse formado en el ámbito de la música de concierto, se ha distinguido por incursionar sin empacho en otros géneros, como el rock, el jazz, el pop y hasta el folclórico.

“Toda es música, al final de cuentas –asevera–, y como tal cada una de esas expresiones tiene obras buenas y malas. ¿Por qué, entonces, los intérpretes no hemos de tocarlas y, sobre todo, por qué hemos de limitar al público de escucharlas?

A partir de esa manera de pensar, la ejecutante de origen estadunidense-mexicano preparó un concierto para conmemorar el 50 aniversario de la primera grabación de Los Beatles, Love me do, al lado del Roberto Aymes Trío Jazz.

Intitulada ¡Beatles plus!, esta presentación tendrá lugar el 5 de octubre, a las 20:30 horas, en la Sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario, y como lo insinúa su título, el programa está integrado por arreglos de rolas emblemáticas del cuarteto de Liverpool.

Entre ellas, Love me do, Michelle, Can’t buy me love, Hey Jude y Norwegian Wood. Pero también podrán escucharse rolas de otros famosos grupos y artistas, como Queen, por ejemplo Bicycle Race y Killer queen; de Paul McCartney en su faceta de solista; un popurrí de rock and roll y la famosa Bésame mucho, de la mexicana Consuelito Velázquez.

Al margen de prejuicios

En entrevista, Elena Durán se muestra francamente despreocupada por las críticas que, en su ya larga trayectoria, le han válido esta manera de concebir y desarrollar el arte sonoro.

Cada quien tiene su opinión sobre la música popular. No será una persona la que me juzgue por lo que hago, ya lo hará Dios en su momento. Por eso, no me enoja ni deprime cuando me critican. Si tengo que optar por algo, es por la alegría y no por la pena; nunca me dejo llevar por el lado oscuro, asegura.

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Si tengo que optar por algo, es por la alegría y no por la pena, dice Elena DuránFoto María Meléndrez Parada

“Conozco a la reina de Inglaterra, Elizabeth; al príncipe Carlos, conocí a la princesa Diana, y me consta que ellos disfrutan la música de Los Beatles y de Queen. En un concierto por los 100 años de la reina madre, transmitido por radio, me invitaron porque ella quería escucharme Duerme, de Miguel Prado. Entonces, si la realeza no es esnob, porqué han de preocuparme otros prejuicios.”

De acuerdo con la flautista –quien además de tocar para la familia real británica, ha participado en grabaciones de discos con Paul MacCartney–, uno de los grandes valores de la música popular consiste en que es una forma de regresar a la memoria, de allí que la mayoría de las personas se identifiquen con ella y la disfruten tanto.

La música popular nos permite ir unos pasos más adentro que la clásica, y por eso me interesa y me gusta tocarla mucho, como disfruto hacerlo también con Mozart o cualquier otro autor, explica.

“Uno de mis principales intereses es tener contacto con la gente, y la mayoría no está acostumbrada a asistir a las salas de concierto.

Con mi trabajo, lo que busco es jalarla y que se sienta cómoda. Para mí lo importante no son los aplausos, sino el contacto con el público, dejarle algo en su vida.

Comprometerse a conciencia

Elena Durán afirma que los intérpretes que piensan que una pieza popular o folclórica es de menor talla que una clásica o de concierto, están completamente equivocados.

“Como músico, uno está obligado siempre a dar lo mejor de sí, sin importar si toca una obra clásica o ¡Ay Jalisco, no te rajes! (de Manuel Esperón). El proceso para hacerlas bien es el mismo”, resalta.

“Finalmente –asevera la flautista– ambas piezas son música, sin importar el género. Uno debe comprometerse y estudiar, ensayar a conciencia y dar todo en cada obra. Se toca para subir de nivel, no para bajarlo.”