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En esta cinta realicé mi sueño, pues de niño decía que quería ser torero, señaló el actor

Daniel Giménez Cacho da emoción y verdad a Blancanieves: Pablo Berger

Ben Affleck revoluciona el festival de San Sebastián en la presentación de su thriller Argo

Foto
Cacho durante la presentación del filme en San SebastiánFoto Notimex
 
Periódico La Jornada
Domingo 23 de septiembre de 2012, p. 8

San Sebastián, 22 de septiembre. “Con Blancanieves realicé mi sueño, porque de pequeño les decía a mis padres que quería ser torero”, declaró hoy en San Sebastián el mexicano Daniel Giménez Cacho.

Y es que el cineasta español Pablo Berger convierte al protagonista de La zona en el aclamado matador Antonio Villalta, una suerte de Juan Belmonte en esta versión castiza del cuento de los hermanos Grimm. Un torero del Hollywood ibérico, como lo describe Giménez Cacho.

“Siempre me ha gustado su trabajo, desde que lo descubrí en Profundo carmesí”, explicó Berger. No es que sea un gran actor, que lo es, es que es una gran estrella, añadió. Y necesitaba una estrella para encarnar al padre de su Blancanieves, que en esta revisión de la historia está casado con una cantaora flamenca.

Daniel da emoción y verdad, señaló el cineasta, pero además hay un elemento sorpresa: siempre hace de bravo, y aquí muestra una enorme sensibilidad. Eso sí, apagada la cámara, no tiene nada que ver.

Hace personajes muy intensos, pero en realidad es un cachondo mental, apunto Maribel Verdú, la madrastra del cuento. Con él no paras de reír ni un segundo.

Por otro lado, el actor, director, productor y ganador de un Óscar como guionista, Ben Affleck, revolucionó hoy San Sebastián con la presentación de su thriller Argo, enmarcado en el Irán de 1979.

Su tercera incursión tras la cámara, que se presenta fuera de concurso, es una trepidante historia inspirada en hechos reales que cuenta con una fotografía del mexicano Rodrigo Prieto (Brockeback Mountain) y con George Clooney entre sus productores.

Affleck retrocede en Argo a los primeros meses de la revolución iraní que derrocó al Sha, apoyado por Washington. El 4 de noviembre de 1979, manifestantes y militares irrumpen en la embajada de Washington en Teherán y toman como rehenes a 52 diplomáticos. En medio del caos, seis de ellos consiguen escapar y se refugian en casa del embajador canadiense.

Su rescate es una operación a vida o muerte de la que se encargará un especialista de la CIA llamado Tony Mendez, a quien también da vida Affleck. Consciente de que salir vivos de Irán es casi imposible, urde un plan igualmente inverosímil: hacerse pasar por gente de Hollywood en busca de localizaciones para una película de ciencia-ficción.

En esencia, la película está concebida como un homenaje a los diplomáticos, explicó Affleck, liberado ya de esa peculiar melena y la barba larga que luce en Argo. Son gente que tiene un trabajo bastante peligroso, aunque no se vea o no seamos conscientes de ello, pero muchas veces ponen en riesgo su vida.

Pese a que el filme trasncurre hace tres décadas, su argumento está más de actualidad que nunca: precisamente, su estreno hace unos días en el Festival de Toronto coincidió con el cierre de la embajada canadiense en Teherán y el anuncio de expulsión de los diplomáticos iraníes en el país de la hoja de maple.

Acento en la parte humana

Sin embargo, Affleck evitó meterse en terrenos pantanosos sorteando las preguntas más políticas o sobre el patriotismo que denotan algunas escenas. “Tengo amigos tanto demócratas como republicanos, y me gustaría que todos vieran Argo”, señaló.

Subrayó que intentó presentar los hechos y centrarse en la parte más humana de la situación, en cómo un hombre pragmático, sin magia, con mujer y familia (Mendez) se convierte en un héroe. Y para ello se sirvió de una aclamada estétita setentera que emulaba los thrillers hollywoodenses de entonces.

Affleck estuvo acompañado en la rueda de prensa por Alan Arkin, ganador de un Oscar por Pequeña Miss Sunshine. Su papel y el de John Goodman –que canceló a última hora su asistencia al festival– ponen el toque de humor más gamberro, aliviando un poco la tensión que flota en todo el filme.